Granada, Huelva, Sevilla /
30 de abril de 2020

Teletrabajo: ¿En tu casa o en la mía?

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca / Fundación Descubre

Expertos de las Universidades de Sevilla, Granada y Huelva indagan sobre el  trabajo a distancia como una realidad ya impuesta en la nueva situación laboral del país. Las circunstancias del confinamiento han hecho que empresas y trabajadores reafirmen las ventajas de un nuevo concepto que, según los investigadores, ha llegado para quedarse.

En 1890 quedó establecido el 1º de mayo como día mundial del trabajador. Ese día, 4 años antes, todos los obreros en Estados Unidos habían sido convocados a una huelga en la que se pedía la implantación de la jornada laboral de 8 horas en las fábricas. En Chicago, las manifestaciones desembocaron en lo que se conoce como la revuelta de Haymarket, que acabó de manera violenta.

Pero la actualidad laboral dista mucho de la que vivían los manifestantes decimonónicos o de aquellos que, también un 1 de mayo en la recién instaurada democracia de 1978, celebraban legalmente en España, tras una larga dictadura, un día festivo para reivindicar nuevos derechos del trabajador.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en España un 14% de la población activa se dedica al sector industrial, por lo que la imagen de los trabajadores fichando en la fábrica cada turno queda lejos de la realidad global del país. El progreso ha provocado que las nuevas tecnologías inunden el ejercicio de cualquier profesión y que el trabajo se haya deslocalizado.

En España, un 14% de la población activa se dedica al sector industrial.

Estas herramientas han facilitado que la tarea que debe realizarse en un puesto de trabajo no tenga que ser en una ubicación geográfica determinada, sino que ya es posible hacerlo desde cualquier lugar: en casa, en un restaurante, en una sala de espera, en el tren o en el metro. Ya no hay necesidad de fichar para comenzar la jornada laboral.

Las formas de comunicación también han cambiado. La primera novedad llegó a mediados de los 90 del siglo pasado cuando electrónico sustituyó a postal como adjetivo que acompañaba al envío de correo. Hoy día son incontables las aplicaciones y formas de comunicación que se utilizan en el trabajo sin que sea necesario nada físico.

Sin embargo, hay ocasiones en las que la normativa o el propio hábito continúan anclados en siglos pasados. “Existe legislación actual que sigue los cánones laborales del siglo XIX, cuando los trabajadores se organizaban en turnos para ir a la fábrica. Aunque esa realidad sigue existiendo, no es la que prima en nuestra sociedad. La normativa se debe enfocar hacia unas formas de trabajo deslocalizadas y sin horarios restringidos”, afirma a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Granada Francisco Díaz Bretones, experto en las relaciones entre la psicología, el comportamiento laboral y sus implicaciones en las organizaciones.

El investigador de la Universidad de Granada Francisco Díaz Bretones, experto en las relaciones entre la psicología, el comportamiento laboral y sus implicaciones en las organizaciones.

Capacidad para teletrabajar

Según el INE, en España el 22,3% de la población podría desarrollar su ocupación habitual desde casa sin necesidad de desplazarse a ningún lugar específico de trabajo. Sin embargo, las cifras correspondientes a 2019 apuntaban que un 90,7% de la población jamás trabaja desde casa y un 4% lo hace ocasionalmente. El resto decía haber teletrabajado más de la mitad del tiempo de su jornada.

Por otro lado, un estudio realizado por Randstad en marzo de 2020 confirmaba que únicamente 4,4 millones de trabajadores podrían teletrabajar en este momento. De ellos, un 49,8% serían técnicos y profesionales científicos e intelectuales, seguidos de contables, administrativos y otros empleados de oficina, que suman el 20%, y perfiles de dirección y gerencia con un 17,7%. Por último un 10,7% serían perfiles técnicos y profesionales de apoyo.

Cuando no existe una división física entre el ocio y la familia por un lado, y el trabajo, por otro, se puede caer un estado de conexión laboral continua.

Además, otro informe de la misma empresa en 2019 indicaba que el 68,6% de los empleados españoles quería teletrabajar, pero no podía porque su empresa no se lo permitía. Un 57,5% de los encuestados afirmaban que contaban con las herramientas necesarias para hacerlo.

Debido al confinamiento que sufre España desde el pasado marzo, estas profesiones han tenido que ocuparse necesariamente desde casa. El teletrabajo ha irrumpido, por obligación, en muchos de los hogares españoles.

Esto ha hecho que las empresas que se han visto abocadas a que sus empleados desarrollen su labor en el confinamiento descubran muchas de las ventajas que tiene consigo el teletrabajo. “Se pueden resumir en una eficiencia económica global”, afirma Pedro Ramiro Palos Sánchez, miembro del grupo de investigación ‘E-Business: Empresa, Administración y Ciudadano’ de la Universidad de Sevilla. Y añade: “Por un lado, la eficiencia de costes en cuanto a viajes y espacios físicos. Por otro lado, una eficiencia en tiempo y, por último, una eficiencia de contenidos. Esto, finalmente, redunda en la empresa, que generará un beneficio mayor, y en el trabajador, que podrá disponer de horarios, rutinas y preferencias individuales y podrá llevar a la práctica una conciliación real”.

Según explica, esto quiere decir que muchas empresas han descubierto que no requieren tener un espacio que genere un coste por empleado ni muchas de las reuniones que implican viajes, con billetes, dietas y pernoctas. Además, se evitan desplazamientos y tiempos muertos innecesarios y se va más al grano, a lo realmente importante y central de las tareas, eliminando burocracia de los procesos.

Pedro Ramiro Palos Sánchez, miembro del grupo de investigación ‘E-Business: Empresa, Administración y Ciudadano’ de la Universidad de Sevilla.

Además de suponer un ahorro, el investigador plantea que el teletrabajo podría ser una buena manera de llenar la España vaciada, ya que muchos empleados necesitan vivir en la ciudad por tener que desplazarse a la oficina. Si esto no fuera un requisito, muchas familias podrían optar por otros espacios alejados de la urbe y donde el coste de la vivienda sea menor.

La única salvedad necesaria para poder teletrabajar es contar con las herramientas para ello: una buena conectividad y un equipo actualizado que permita la instalación de las aplicaciones para el trabajo. En este sentido, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) existen 98,6 móviles con Internet por cada 100 habitantes, y más de 15 millones de líneas fijas con banda ancha, lo que demuestra que todos, prácticamente están conectados y permite que casi la mitad de los españoles puedan teletrabajar sin dificultad.

Este tiempo de confinamiento ha sido una prueba a nivel mundial del tráfico que soportan las redes de los distintos países. “España ha demostrado que la fibra instalada es robusta y capaz de apoyar el desarrollo del trabajo a distancia”, añade el investigador sevillano.

Enfermedades del teletrabajo

Hace tan solo unas décadas era impensable desarrollar ciertas tareas si no era presencialmente, pero hoy día esta concepción es muy diferente. “Que un cirujano pueda dirigir una operación en Brasil desde España es una realidad. Si esto es posible, cualquier otro trabajo se puede hacer a distancia”, indica el investigador de la Universidad de Huelva Carlos Ruiz Frutos, responsable de distintas titulaciones que oferta este organismo de manera semipresencial. Entre ellas se encuentra el Máster Oficial de Prevención de Riesgos Laborales y el de Metodología de Investigación en Ciencia de la Salud, así como el de Enfermedades Autoinmunes Sistémicas que se imparte completamente en teleformación.

Además, como experto en medicina del trabajo y en las tres especialidades de Prevención de Riesgos Laborales explica que llevar a cabo unas buenas prácticas en el lugar de trabajo es imprescindible para evitar enfermedades derivadas.

El investigador de la Universidad de Huelva Carlos Ruiz Frutos, experto en medicina del trabajo y en las tres especialidades de Prevención de Riesgos Laborales.

A este respecto, apunta que la legislación vigente, concretamente el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores, reconoce todos los derechos a los empleados que desarrollan su actividad desde casa. Así, deben tener los mismos derechos que el resto de trabajadores en cuanto a horarios, salarios, formación, capacidad de promoción, herramientas necesarias para el desarrollo del trabajo y cuidado de los riesgos laborales asociados a su ocupación.

Sin embargo, la experiencia indica que esta realidad es muy diferente. Según afirma el investigador, el teletrabajo está asociado a un tipo de relación contractual concreta. Quien desarrolla su labor desde casa, generalmente, es autónomo. Pero el empleado puede trabajar para un único empleador y realizar las mismas funciones que en un centro de trabajo, por lo que la relación entre empresa y trabajador debe ser por cuenta ajena, como el resto de trabajadores. “Esta situación que vivimos puede ayudar a desligar esa idea, ya que se ha visto manifiesto cómo millones de personas han cambiado su ubicación de trabajo casi de un día para otro, sin que ello implique un cambio de sus condiciones laborales”, apostilla.

Por tanto, la empresa tiene las mismas responsabilidades con un teletrabajador que con un trabajador presencial. Aún así, el trabajador suele tener más problemas para cumplir la normativa existente o las buenas prácticas recomendadas trabajando en casa que en la oficina. El motivo de esta situación, según el investigador, es que no existe un control sobre, por ejemplo, los lugares dedicados al trabajo o los horarios que se dedican. Por ello, propone la creación de hábitos que favorezcan un ambiente de trabajo saludable, respetando los tiempos y espacios laborales y separándolos de los dedicados a la familia y al ocio. “Los aspectos como la luz, la disposición del asiento y la mesa de trabajo, la distancia y altura de la pantalla, los tiempos de descanso… deben ser controlados por el propio trabajador y no siempre le resulta fácil hacerlo. Nadie va a venir a tu casa, salvo que des tu consentimiento, a confirmar si las condiciones de trabajo cumplen con las recomendaciones para una correcta prevención de riesgos en tu salud”, añade.

Los expertos recomiendan establecer rutinas concretas, como el hecho de vestirse como si saliéramos al trabajo. Foto: Adobe Stock.

Los expertos coinciden en los peligros del teletrabajo sobre la salud. Por un lado, los riesgos físicos derivados fundamentalmente de la falta de actividad o del estrés que puede producirse, pero también existen peligros psicológicos. Cuando no existe una división física y temporal entre el ocio y la familia por un lado, y el trabajo, por otro, se puede caer un estado de conexión laboral continua.

El teletrabajador, su peor enemigo

Esto puede derivar en problemas intestinales, cardíacos y neuronales como insomnio o fatiga crónica. “Nosotros mismos nos autoexplotamos. Pensamos que somos más eficientes si respondemos rápido a cualquier demanda de nuestro jefe o compañero. Sin embargo, esa dependencia de estar siempre activados puede derivar en enfermedades mentales”, afirma Francisco Díaz.

Es necesario separar los espacios y que no interfieran el uno en el otro o establecer rutinas concretas, como el hecho de vestirse como si saliéramos al trabajo. También el aplicar horarios y tiempos, respetando los descansos, tanto los nuestros como los de los compañeros. Además, las nuevas formas comunicativas y de relaciones que se establecen requieren también una modificación de las normas sociales, como incluir en la agenda citas telefónicas previamente acordadas o salirse sin frustraciones ni suspicacias de ciertos grupos de whatsapp.

Otro de los problemas que puede traer el teletrabajo es el aislamiento social. “Por eso se recomienda establecer reuniones, tanto formales como informales, con el resto del equipo para fortalecer vínculos en la empresa y no asociar teletrabajo con trabajo individual y que estar solos no afecte a nuestras relaciones personales”, concluye el experto.

Sin embargo, según Pedro Ramiro Palos Sánchez, este cambio no va a suponer un cambio en las relaciones sociales. En general, sí fomentará la preferencia por las reuniones telemáticas o el comercio electrónico y dará un empuje a la creación de hábitos saludables dentro del hogar y a un uso racional de las herramientas de trabajo. “Además, puede proporcionar el uso de aplicaciones más robustas y un mayor conocimiento sobre la seguridad de la información, algo de lo que aún, hoy día, adolecemos”, indica.

Muchos de los que se han visto obligados por las circunstancias a trabajar desde casa han podido confirmar sus ventajas, aunque también viven los inconvenientes. Principalmente, tal como ya han señalado los expertos, cabe la posibilidad de regresar a fechas anteriores a ese 1886 y que las jornadas de 8 horas sean un recuerdo del pasado si no se crean nuevos hábitos y rutinas laborales. Entre estas, se puede incluir el tiempo del café con los compañeros, momento para eliminar tensiones y hablar de todos aquellos derechos a los que la ley se debe adaptar con el propio cambio del nuevo mundo y así poder reivindicarlos, juntos, cada 1º de mayo.


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