El 10 de diciembre se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos y también, desde 1997, se celebra por parte de diversas organizaciones y asociaciones de protección animal el Día Internacional de los Derechos de los Animales para reivindicar, concienciar y reflexionar sobre el respeto que se debe tener hacia ellos. Además, los animales juegan un papel fundamental en el avance científico y sin ellos, la ciencia que conocemos hoy día no existiría.
Perros, gatos, peces, pájaros, reptiles, pequeños mamíferos… En España hay más de 29 millones de mascotas, según el estudio de censos de 2021 elaborado por la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos de Animales de Compañía (ANFAAC).
Son cifras estimadas, pero por poco tiempo. La futura Ley de Protección y Derechos de los Animales, que todavía se encuentra en fase de anteproyecto, incorporará la creación de un sistema estatal de registros para la protección animal. De esta forma, al igual que hay un censo de población por localidades, provincias y comunidades autónomas, también habrá un control e identificación de las mascotas.
Al mismo tiempo, la Organización de Naciones Unidas (ONU) mantiene un fuerte compromiso con la protección animal. Entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, el número 15 se compromete a adoptar medidas para conservar la diversidad biológica, protegiendo las especies animales y vegetales amenazadas y combatir la caza furtiva y el tráfico de especies protegidas, entre otras cuestiones.
Mientras tanto, existe desde septiembre de 1978 una Declaración Universal de los Derechos del Animal adoptada por la Liga Internacional de los derechos de los animales (ahora Fundación Derecho Animal, Ética y Ciencia). Compuesta por 14 artículos, pueden concretarse en cuatro derechos básicos:
- La vida
- La libertad
- No someterles a situaciones que les generen dolor ni sufrimiento
- No considerarles propiedad
En definitiva, todos ellos exigen su cuidado y protección por parte del ser humano. Un respeto y un reconocimiento que ya lo constata la ciencia. Según un estudio de la Universidad de Córdoba, el 24% de las viviendas españolas convive con un perro. Considerado un miembro más de la familia, también es un compañero de viaje, tanto en el sentido figurado como en la acepción más literal del término. Así lo afirman nueve de cada diez turistas con mascota, quienes a la hora de hacer las maletas pagarían un 15% más si los establecimientos se adaptan y reúnen los requisitos básicos para que su perro esté cómodo en sus instalaciones.
Aunque parezca que tener una mascota en casa es una práctica moderna, contar con un amigo fiel viene de lejos. En el Imperio Romano –hace más de 2.000 años– ya existían los ‘perros miniatura’ como animales de compañía, cuyo tamaño era similar al de algunas razas pequeñas actuales como el pequinés o algunos tipos de chihuahua. Así lo confirmaron arqueólogos de la Universidad de Granada tras hallar restos de un perro de apenas 20 centímetros de altura en la necrópolis romana de Llanos del Pretorio, en Córdoba.
Ciencia animal
La relación del ser humano y el animal ha sido siempre estrecha y afectiva. Esa vinculación también se produce en el terreno científico. La ciencia de la zoología se centra en observar y analizar la evolución de las diferentes especies y para ello, hay que estudiar con los propios animales. Asimismo, hay avances de la ciencia que, sin animales, nunca se hubieran conocido y conseguido.
Dicho de otra forma, la ciencia actual no sería lo que es sin la ayuda de los animales. Continúan siendo imprescindibles para el progreso. Y aunque en el pasado la investigación científica se realizaba con todo tipo de animales, hoy día las pruebas experimentales in vivo son cada vez más reducidas. A ello se le suma que están debidamente controladas para no infligir dolor ni sufrimiento a los animales de laboratorio. No obstante, el conocimiento científico y tecnológico avanzan y buscan nuevas técnicas y métodos para trabajar con organismos in vitro o incluso con tecnología que permita prescindir de los animales y lograr encontrar alternativas reales a esta práctica.
Gracias a los estudios con animales hemos logrado saber que los humanos asustamos cada vez más a los animales y condicionamos su comportamiento. Según un trabajo de investigación de la Universidad de Granada, el miedo no es exclusivo de los humanos, sino que está ampliamente distribuido entre el reino animal.
La ciencia con animales también ha permitido demostrar la implicación del cerebelo –estructura del sistema nervioso que integra las vías sensoriales y motoras– en los déficits sensoriales asociados al trastorno del espectro autista. Investigadores de la Universidad Pablo de Olavide compararon las diferencias entre las respuestas de dos grupos de ratones, una especie animal empleada como modelo de autismo que podría ser clave para identificar los mecanismos involucrados en las deficiencias relacionadas con esta enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud, afecta a uno de cada 160 niños en el mundo.
Ciencia al servicio de los animales
En muchos, muchísimos casos, los avances científicos benefician directamente a los propios animales. El proyecto europeo mEATquality, en el que participa la Universidad de Córdoba, es un ejemplo de ello. En concreto, el progreso tecnológico se traduce aquí en el análisis de los factores de manejo y sostenibilidad de las granjas de pollos y cerdos, tanto intensivas como extensivas que pueden determinar la calidad de su carne. Además, los expertos tienen encomendado el diseño de una aplicación móvil para calcular con rapidez la sostenibilidad de este tipo de granjas midiendo el bienestar de los animales, el tipo de alimentación, así como su sostenibilidad.
Sin dejar atrás la ganadería y la Universidad de Córdoba, un campo de estudio de interés es el control de enfermedades. El proyecto de investigación Paragone, iniciativa enmarcada en el Horizonte 2020, trabaja para encontrar mecanismos de control antiparasitarios que perjudican la salud animal, en este caso de vacas y ovejas, generándoles anemia, insuficiencia hepática, menor ganancia de peso, menos lana y leche o mayor infertilidad.
Del campo al mar y siempre con un objetivo común: el bienestar animal. Es el caso de técnicas innovadoras para mejorar la vida en granjas de acuicultura de doradas, lubinas, rodaballos y truchas arcoíris propuestas por el proyecto INNOACUI, en el que participan la Universidad de Cádiz con el fin de mejorar el bienestar animal, facilitar métodos de producción sostenible y reducir el impacto en el medio ambiente.
Desde esta misma universidad, otro trabajo sobre sostenibilidad y biodiversidad ha descubierto que la biomasa de animales en el océano profundo es mucho mayor de la que se estimaba hasta ahora. Este descubrimiento del papel que juegan pequeños crustáceos, peces y cefalópodos transportando carbono atmosférico abre nuevas vías de estudio a reconsiderar la importancia de la fauna marina en el secuestro de este compuesto y su repercusión en el calentamiento global.
Mini-documentales sobre el mundo animal
Un estudio internacional titulado ‘¿Cuántas especies hay en la Tierra y en el océano?’ y publicado en la revista Plos Biology estimó hace ya unos años que existen en el mundo alrededor de 7,7 millones de especies animales, de las que el 80% aún están por descubrir. Las que ya lo están tienen mucho que contar y algunas de ellas la puedes ver y conocer mejor en el ciclo ‘Descubriendo el comportamiento animal’, una serie de la Fundación Descubre dirigida por el científico Alberto Redondo que pretende contribuir a la divulgación de trabajos científicos llevados a cabo por investigadores relevantes en el campo de la Etología.
Compuesto por 26 vídeos de corta duración (5 minutos aproximadamente cada uno), el objetivo de estas piezas audiovisuales es ayudar a comprender por qué los animales se comportan de una determinada manera en una situación concreta. Un paso más hacia el conocimiento profundo del funcionamiento de la naturaleza, una herramienta indispensable para la sensibilización y la conservación. Un paso más hacia el respeto de los animales y la protección de sus derechos.
Lejos quedan la perra Laika, la oveja Dolly, el chimpancé Nim Chimpsky, los perros de Pavlov… animales con nombre propio que han dejado huella en la historia de la ciencia. Otros muchos anónimos siguen contribuyendo a la investigación científica y son protagonistas directos de futuras mejoras que garanticen un mayor bienestar animal para todos ellos. Grandes, pequeños, con patas, peludos, de sangre fría, procedentes del fondo marino… su estudio va más allá del conocimiento científico: son una pieza clave de la naturaleza y por tanto su protección y su conservación debe ser un objetivo universal.
*Fotografía de la portada: Zoo Portraits.
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