Granada /
14 de abril de 2016

Vacunas de diseño contra el polen de olivo

Fotografía ilustrativa de la noticia

Informa: María José Llobregat / Fundación Descubre

Asesoría científica: Juan de Dios Alché

Ya no vale decir: “Soy alérgico al polen de olivo”. Este polvo, amarillo, más o menos grueso, que dispara las alarmas del sistema inmunológico a partir del mes de abril, contiene, al menos, 12 alérgenos capaces de provocar lagrimeo, estornudos, mocos, picor o inflamación de las mucosas e incluso asma. Con el objetivo de combatir estas sustancias y sus síntomas se funda ‘Allergenome’, una empresa granadina dedicada al desarrollo de vacunas a partir de extractos de polen de distintas variedades de olivo.

En 1906, el médico austríaco Clemens Von Pirquet utilizó por primera vez el término ‘alergia’ para referirse a un tipo especial de respuesta inmunológica o defensiva ante sustancias que, de manera habitual, no provocan reacción en la mayoría de las personas. Utilizó para ello dos palabras griegas: allos, que significa ‘otro’, y ergon, que quiere decir ‘trabajo’. Según su autor, alergia equivaldría a algo así como otro trabajo, forma distinta de trabajar o, en este caso, de reaccionar.

De esta definición, el galeno centroeuropeo también dedujo que el origen de una reacción alérgica no está tanto en la sustancia que la provoca, como en el propio individuo que emite una respuesta exagerada o hipersensible ante un agente, normalmente inofensivo –ya sean ácaros, pelo de animal, alimentos, medicamentos, picaduras de insectos y un largo etcétera- , que se denomina alérgeno.

Fotografía de Juan de Dios Alché Ramírez.

Juan de Dios Alché Ramírez / Fuente: Estación Experimental del Zaidín

Uno de esos elementos reactivos es el polen del olivo. Este polvo amarillento, más o menos grueso, está formado por estructuras vegetales en forma de partícula, con un gran contenido de proteínas. Cada una de ellas tiene nombre y apellidos y cumple una función. Una de estas moléculas se llama Ole e 1 y ostenta los títulos de primer, y mayoritario, alérgeno conocido de este polen. Juan de Dios Alché Ramírez es investigador y uno de los fundadores de ‘Allergenome’, empresa derivada, o spin off, de la Estación Experimental del Zaidín del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (EEZ-CSIC), especializada en la elaboración de vacunas contra la alergia del polen del olivo basadas en las distintas variedades de este árbol.

De hecho, los investigadores de ‘Allergenome’ fueron los primeros en descubrir, en la década de los 80-90, que esta proteína, Ole e 1, además de participar en la reproducción de la planta, era la que provocaba más alergia o sensibilizaciones. Acababan de identificar el primer alérgeno del olivo. Pero los expertos también comprobaron que no todos los árboles tienen la misma cantidad de proteína sino que ésta varía en función de las especies de olivo: picual, arbequina u hojiblanca, por ejemplo. E incluso que Ole e 1 tiene variantes, según su composición.

Con estos datos, los especialistas tenían en sus manos los elementos necesarios para formular las primeras vacunas basadas en extractos de proteínas de polen de distintas variedades. Desde aquel entonces, año 2003, han identificado y caracterizado 12 proteínas de esta flor –Ole e 2, Ole e 3, y así sucesivamente hasta llegar a la última conocida- que provocan alergias, pertenecientes a distintas variedades de olivo. “Como mínimo, trabajamos ya con unos 30 ó 40 tipos, de las 250 que puede haber en España”, explica el investigador.

El kit del alergólogo para detección de alergias

Junto a las vacunas, ‘Allergenome’, en colaboración con algunas empresas del ámbito sanitario, también ha sido pionera en el desarrollo de una serie de kits con todos los utensilios necesarios para que los alergólogos detecten la alergia mediante el prick test o método de pápulas. “El lote incluye extractos de polen de olivo de distintas variedades y alérgenos control. Ya hemos comprobado que la carga alergénica del polen varía, en cantidad y en composición, según el árbol”, afirma. Con este nivel de especialización, se consigue ajustar el diagnóstico del paciente y, a partir de ahí, fabricar vacunas personalizadas según la reactividad de cada persona. “El objetivo es que sean más eficaces”, precisa Juan de Dios Alché.

Imagen de granos de polen de olivo observados mediante microscopía de barrido láser confocal.

Granos de polen de olivo observados mediante microscopía de barrido láser confocal.

Elaboración de vacunas contra el polen del olivo: extraer y medir

Para elaborar la vacuna, los expertos extraen polen del olivo, analizan sus proteínas y cuantifican el contenido de los alérgenos más relevantes de los 12 conocidos. La variedad del agente reactivo –alérgeno– empleado debe mantenerse inalterable, en la medida de lo posible, a lo largo de un tratamiento contra la alergia, que suele durar entre tres y cuatro años. “No se puede administrar un extracto de un tipo de polen los doce primeros meses y cambiar al segundo año. Las vacunas deben estar muy bien estandarizadas”, comenta.

De la misma forma, la proporción de alérgeno debe ser estable durante todo el proceso, es decir, además de administrar el mismo tipo repetidamente, es necesario hacerlo en iguales cantidades, hasta conseguir éste sea tolerado por el organismo. “La modificación de la dosis conlleva muchos problemas adversos. Tan grave es proporcionar mucha cantidad como poca”, asegura el investigador. En el primer caso, continúa, se puede provocar un choque anafiláctico, una reacción alérgica generalizada con consecuencias mortales: “O inconvenientes de sensibilización secundaria, esto es, que la persona reaccione ante un alérgeno al que no era sensible”, asegura el investigador.

Por el contrario, la escasez de sustancia reactiva produce el efecto contrario. “El paciente sigue siendo alérgico. No se desensibiliza”, sentencia. Con el tiempo y el avance de las técnicas de investigación, los extractos son menos complejos ya que, según el experto, se han eliminado aquellos alérgenos que no producían actividad en el individuo. “Se vacuna en función de lo que reacciona”, aclara.

El futuro de la vacuna contra el polen del olivo está… en el polen

La especialización de los extractos conlleva un incremento de la eficacia y la seguridad de los tratamientos. Como indica Juan de Dios Alché, ya no se producen casos de anafilaxia por sobredosis y el porcentaje de personas que mejora supera el 70 por ciento.

Sin embargo, afirman los especialistas, aún queda mucho por hacer. En este sentido, una de las líneas de investigación del grupo de Alché se centra en descubrir otros alérgenos del polen del olivo, aún desconocidos. “Queremos profundizar en aquéllos sobre los que se tiene poca información”, manifiesta.

Fotografía (de izquierda a derecha) de Antonio Jesús Castro, Juan de Dios Alché y Víctor Alché, fundadores de 'Allergenome'.

Fundadores de ‘Allergenome’. De izquierda a derecha: Antonio Jesús Castro, Juan de Dios Alché y Víctor Alché.

Es el caso Ole e 7, una proteína difícil de trabajar, según el experto. “Está relacionada con una mayor probabilidad de reacciones adversas durante la administración de la vacuna. Pero hay comportamientos diferentes entre los pacientes: unos se muestran muy sensibles al alérgeno y otros menos”, asegura. “Esto es una fuente de información relevante a la hora de la prescripción y el tratamiento. Los trabajos actuales se centran en identificarla y diferenciarla entre las variedades del olivo”, añade.

Al final, apuntan los especialistas, el objetivo de las investigaciones siempre es mejorar la salud. “Y el camino para lograrlo es la especialización. A todos los niveles: en el polen del olivo, descubriendo nuevos agentes alérgenos; y en las vacunas, diseñando y fabricando tratamientos a medida de cada paciente. Vamos a intentar que la primavera altere lo menos posible a los alérgicos…”, concluye.


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