Un bioplástico es un tipo de plástico derivado de materiales naturales renovables, como plantas o residuos orgánicos, y puede ser biodegradable o no. Los primeros datan de finales del siglo XIX y principios del XX, siendo algunos de los más antiguos el celuloide y la galalita, que se utilizaron ampliamente en la fabricación de botones, bolígrafos, rollos de película y otros artículos de pequeño tamaño.

Estos primeros bioplásticos demostraron el potencial de los materiales naturales para crear alternativas a los plásticos sintéticos mucho antes de que los problemas ambientales derivados del plástico convencional se hicieran evidentes. 

En la actualidad, la ciencia continúa desarrollando bioplásticos que cumplan las mismas funciones que el plástico convencional y que, además, sean respetuosos con el medioambiente. En esto se centra la labor de un equipo de investigación del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (IHSM, UMA-CSIC)  en Málaga, que ha desarrollado un bioplástico elaborado con celulosa para envasar alimentos de consumo rápido. 

Equipo del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (IHSM, UMA-CSIC) en Málaga. Foto: IHSM.

Este material podría emplearse para recubrir bollería como pan, magdalenas o galletas, o como complemento a otros envases sólidos como los que se emplean en la carne o el pescado.

Ingredientes sostenibles

Para elaborarlo, los expertos han aplicado:

• Celulosa comercial, que es el principal componente de las plantas. 
• Glicerol, un alcohol con aspecto aceitoso que posee propiedades lubricantes y ablandantes. 

Tal y como explican en el artículo publicado en International Journal of Biological Macromolecules, este recubrimiento cuenta con las siguientes características: 

• Es inocuo para el medio ambiente.
• Repele el agua y a los microorganismos patógenos 
• Posee propiedades físicas muy similares al papel film, como su elasticidad, transparencia y maleabilidad.

Similar al plástico tradicional

Según los expertos, su objetivo era encontrar una manera sencilla de desarrollar un material que fuera transparente, resistente y biodegradable como alternativa a los plásticos de uso común, derivados de fuentes fósiles. 

Bioplástico de celulosa-glicerol, material con propiedades físicas muy similares al papel film. Imagen: IHSM.

Tras someter el material a una serie de pruebas, los expertos comprobaron que era inocuo y protegía los alimentos de forma similar al plástico tradicional. “Los ensayos de conservación de alimentos han demostrado que alimentos como la bollería se conservan mejor cuando son recubiertos por estos materiales”, explica a la Fundación Descubre la investigadora del IHSM ‘La Mayora’ Susana Guzmán.

De este modo, la propuesta de los investigadores sigue la estela de los primeros bioplásticos y permite integrarlos de forma sostenible en la economía circular. Esto es, el modelo económico que busca minimizar el desperdicio y maximizar la reutilización de recursos, así como diseñar productos  y procesos que mantengan los materiales en uso durante el mayor tiempo posible. Este enfoque les ha permitido encontrar una ‘receta’ alternativa para elaborar bioplásticos, con múltiples beneficios y con potencial para reducir la contaminación medioambiental. 

El material podría emplearse como complemento a otros envases sólidos como los que se usan en el pescado. Imagen: Pixabay.