Un ‘matrimonio’ de proteínas contra el desarrollo tumoral
Un equipo de investigación de las universidades de Granada y Miguel Hernández de Elche ha confirmado que la unión de dos moléculas asociadas con diversos tipos de cáncer actúan como freno a la diseminación de células cancerosas. Este estudio, realizado con células en el laboratorio, abre nuevas vías para el desarrollo de fármacos que impacten en la progresión de la enfermedad.
Las uniones de parejas, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, no solo se dan entre personas. Dentro del organismo, se producen multitud de enlaces entre compuestos que hacen que el organismo funcione como debe ser para que dure todo lo posible en orden hasta que la muerte los separe.
En ocasiones, hay uniones que provocan una relación tóxica que conduce a la muerte celular y al desarrollo de enfermedades, como el cáncer. Sin embargo, en otros momentos, la interrelación permite que el organismo mantenga una buena convivencia y que los problemas que la cotidianeidad presenta, sean resueltos.
Es el caso de la relación que han descubierto unos investigadores de las universidades de Granada y Miguel Hernández de Elche entre dos moléculas capaces de reducir la movilidad celular y frenar potencialmente la diseminación de tumores:
- La llamada RYBP, tiene un papel protector frente al cáncer y limita tanto el crecimiento como la propagación de las células malignas.
- PKP1 ha sido recientemente relacionada con la aparición de metástasis, es decir, con la propagación del cáncer a otros órganos.
Terapia matrimonial contra el cáncer
El estudio, en el que también han participado la Universidad de Zaragoza, la fundación FISABIO de la Comunidad Valenciana, la Universidad de las Américas de Ecuador y los Consejos Superiores de Investigaciones Científicas de España y de Italia, se ha realizado en laboratorio con líneas celulares y en modelos computacionales. En él, los investigadores han analizado la relación de estas dos proteínas y han descrito cómo interactúan entre sí. En un artículo publicado en la revista Biomolecules, sugieren que nuevas terapias basadas en esta unión podrían actuar como freno en el cambio de las células cancerosas y, por lo tanto, dificultar que se diseminen por el cuerpo.
En algunos tipos de cáncer, se produce un proceso llamado de transición epitelio-mesenquimal. En él, las células epiteliales, que normalmente están bien organizadas y fijas en su lugar formando tejidos, cambian su comportamiento y se transforman en células mesenquimales, con mayor capacidad para moverse y migrar a otras partes del cuerpo. Esta evolución facilita la metástasis.
La molécula PKP1 está presente en las células en grandes cantidades cuando existen procesos cancerígenos. Esta sobreexpresión ejerce un efecto a distintos niveles, como facilitar que las células malignas se vuelvan más móviles y se propaguen. El equipo de investigación ha observado que cuando se une a RYBP disminuye el número de células que sufren la transición epitelio-mesenquimal. “PKP1 es una proteína que ayuda a mantener las células unidas entre sí, funcionando como un pegamento en los tejidos. Mientras que RYBP actúa como un regulador de los genes, controlando la expresión de ciertas instrucciones dentro de la célula”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Granada María Esther Fárez-Vidal, autora del artículo.
Al reducir el número de células implicadas en estos procesos de transición, la unión de RYBP y PKP1 podría ser una buena diana terapéutica para evitar la migración de las células tumorales a otras partes del organismo e impedir la metástasis. “Además, este estudio podría llevar al desarrollo de nuevos medicamentos que bloqueen la progresión del cáncer al aprovechar esta interacción”, explica la investigadora Camino de Juan Romero de la fundación para el fomento de la Investigación Sanitaria y biomédica de la Comunidad Valenciana, también autora del artículo.
Un enlace que echa el freno
Para analizar si las proteínas PKP1 y RYBP interactúan dentro de las células en condiciones normales y patológicas, los investigadores usaron líneas celulares, tanto de cáncer de mama como no cancerosas de pulmón, para ver dónde se encuentran y se unen. Al mismo tiempo, mediante programas de simulación por ordenador, los expertos replicaron diferentes situaciones en el desarrollo de distintos tipos de cáncer para observar cuál era el comportamiento de estas moléculas.
También las estudiaron aisladas, es decir, sin la presencia de otros componentes celulares, para medir su afinidad y determinar cómo de fuerte era la unión. “Aunque hemos localizado la zona de PKP1 que se une a RYBP, aún se debe identificar con precisión cuál es la parte correspondiente de RYBP”, matiza el investigador José Luis Neira.
De esta manera, destacan la flexibilidad que esta última proteína aporta en la unión y las múltiples posibilidades que ofrece. Además, han confirmado que se unen tanto en el citoplasma como en el núcleo de la célula, lo que podría ser relevante para su función en la progresión del cáncer.
Y como en cualquier matrimonio, existen otros factores que pueden afectar a la relación. Así, han detectado otros compuestos dentro de las proteínas, llamados residuos clave, que pueden tener cierta importancia en la manera en la que se comunican ambas. Los expertos continúan sus investigaciones en esta línea para conocer quiénes pueden ser esas terceras personas o situaciones que estén afectando a la pareja.
PKP1 y RYBP se confirman así de manera estable en los estudios contra el desarrollo tumoral, aunque aún mantengan secretos que deben salir a la luz para que sean una realidad completa en las terapias oncológicas.
Más información en #CienciaDirecta: Identifican una proteína que interfiere en el desarrollo tumoral
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