Almería /
22 de octubre de 2018

Residuos plásticos: del embalaje a la comida

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca

Fuente: Fundación Descubre

Un equipo de investigación de la Universidad de Almería ha determinado los componentes que se transfieren de manera involuntaria a los alimentos desde los envases. Los resultados del estudio han permitido desarrollar un método de detección de sustancias más rápido y eficaz. Al mismo tiempo, propone cuáles son los más idóneos para evitar efectos adversos a largo plazo.

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En Europa, los materiales en contacto con los alimentos se rigen por un reglamento marco del derecho comunitario. Sólo los incluidos en una lista aprobada por la UE se pueden agregar intencionalmente en la fabricación de plástico utilizado para contener o recubrir los alimentos que consumimos día a día. Estos compuestos que forman parte de estos envases, deben ser probados para asegurar que no existen niveles perjudiciales para la salud humana.

Ya se sabe que algunos compuestos, como el ftalato o el bisfenol-A, de los que ya se conocen los efectos nocivos en la salud, no pueden usarse para contener comida o bebida ni en productos como chupetes, biberones o juguetes. Sí es cierto que muchos tipos de materiales utilizados para estar en contacto con alimentos pueden incluir aditivos funcionales y productos químicos orgánicos con diferentes características como antioxidantes, antimicrobianos, antiestáticos, antivahos, clarificadores o estabilizadores.

Grupo de investigación ‘Residuos de plaguicidas’ de la Universidad de Almería, responsable del estudio.

Grupo de investigación ‘Residuos de plaguicidas’ de la Universidad de Almería, responsable del estudio.

Un estudio realizado por el grupo de investigación de Residuos de Plaguicidas de la  Universidad de Almería, junto al Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (INIA) de Madrid y el Instituto de Polímeros, Compuestos y Biomateriales (IPCB) de Italia, demuestra cómo los envases a los que se añade algún aditivo que prolonga la vida útil del producto transfieren otras sustancias que hay que tener en cuenta para evitar consecuencias imprevistas sobre la salud tras su consumo. A través de la combinación de distintas técnicas, han logrado detectar partículas nanométricas, imperceptibles hasta el momento con otros métodos que podrían tener consecuencias en los alimentos.

La investigación, dirigida por el profesor de la Universidad de Almería, Amadeo Rodríguez Fernández-Alba y publicada en la revista Talanta, incide en la necesidad de analizar y determinar cualquier compuesto en el que puedan derivar los embalajes durante su uso y de los que aún no se conocen las repercusiones a largo plazo.

Según indica la investigadora del proyecto, Mª Jesús Martínez Bueno, el estudio de la migración no debe limitarse a los productos químicos esperados únicamente, ya que el traspaso de otros compuestos también puede ocurrir de manera no intencionada. Esto dependerá del tipo de polímero utilizado, el proceso de fabricación y la complejidad de los alimentos, debido a que el material utilizado puede deteriorarse por procesos de degradación, interacciones entre los distintos componentes o por las impurezas de la materia prima.

Materiales más seguros

El nuevo sistema que propone el equipo de investigación consiste en la combinación de distintas tecnologías y métodos analíticos que ofrecen información más detallada y precisa sobre la evolución de los envases tras su uso.

Concretamente, han combinado la espectrometría de masas con plasma acoplado inductivamente (ICP-MS), para determinar de forma cuantitativa los elementos inorgánicos liberados desde los materiales de envasado estudiados, y técnicas de cromatografía líquida y de gases acopladas a sistemas híbridos de espectrometría de masas Q-Orbitrap para la identificación, caracterización y determinación de los compuestos orgánicos. Estos sistemas permiten obtener espectros moleculares completos en microsegundos. De esta manera, se obtienen todos los componentes de una manera más rápida y eficiente que con otros métodos utilizados anteriormente.

Así, pueden predecir qué compuestos serán liberados según el tipo de polímero utilizado y analizar las consecuencias que puedan tener sobre la salud. Además, la investigación ha determinado que los envases más adecuados para contener los alimentos son los fabricados con nanopolímeros compuestos de polipropileno, polilimoneno y óxido de zinc.


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