Vierto la red, esparzo la semilla

entre ovas, aguas, surcos y amapolas,

sembrando a secas y pescando a solas

de corazón ansioso y de mejilla.

Espero a que recaiga en esta arcilla

la lluvia con sus crines y sus colas,

relámpagos sujetos a olas

desesperando espero en esta orilla.

Pero transcurren lunas y más lunas,

aumenta de mirada mi deseo

y no crezco en espigas o en pescados.

Lunas de perdición como ningunas,

porque sólo recojo y sólo veo

piedras como diamantes eclipsados.

Miguel Hernández empleaba a menudo el paisaje que lo rodeaba como metáfora para establecer relaciones entre la naturaleza y la experiencia humana. En su obra, exploró temas como el amor, la vida, el desasosiego, la frustración, la libertad y la justicia. Los distintos elementos que lo rodearon en su día a día, desde el vergel a sus pies hasta los astros del cielo, enriquecieron el significado de sus poemas.

Ejemplo de ello es ‘Vierto la red’, del poemario el ‘El rayo que no cesa’ (1936), donde retrata de forma simbólica la frustración de una búsqueda, la sensación de que, a pesar del paso del tiempo y una firme persistencia, los deseos y esperanzas no se cumplen. Las redes no recogen peces, las semillas no germinan.

Plántulas de encina.

Puede que esta sea la misma frustración que sienten muchos gestores y propietarios del territorio con la regeneración del arbolado de las dehesas, dado que son sistemas agroforestales que, a diferencia de otros sistemas agrarios, requieren de la intervención humana para para superar desafíos como el envejecimiento y muerte del arbolado, la competencia con otras especies vegetales, el exceso de herbivoría, y las plagas y enfermedades. Y a pesar de sus esfuerzos, no siempre consiguen que cada árbol que plantan sobreviva.

Para poner solución a este reto, un equipo de investigación del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA) Centro ‘Camino del Purchil’ (Granada), junto al de ‘Hinojosa del Duque’ (Córdoba) y la UGR ha demostrado que la mejor época del año para repoblar las dehesas es el otoño. Los expertos confirman que el mes de octubre o primeros de noviembre es la época más recomendable para plantar encinas. Otros factores que favorecen la supervivencia de las plántulas son la humedad en la tierra y el control de otras especies en la zona. Con esta información, los gestores y propietarios de las fincas pueden planificar la regeneración del arbolado de este agroecosistema con mayor éxito y los ganaderos se podrán beneficiar del reabastecimiento de bellota para el cerdo ibérico. 

El investigador de IFAPA Francisco Bruno Navarro.

Los expertos afirman que hasta ahora no se habían establecido datos concretos sobre la época más conveniente para la restauración de encinas teniendo en cuenta la localidad de plantación. Normalmente, el éxito de su regeneración depende de cuestiones como el tipo de suelo y el clima, y los estudios realizados hasta ahora no eran extrapolables a otras zonas. “El objetivo de este estudio fue comprobar de qué forma podemos mejorar el crecimiento y supervivencia de las encinas en las dehesas para que sean productivas lo antes posible y que los ganaderos también se beneficien del reabastecimiento de bellota para el ganado, como el cerdo ibérico”, explica a la Fundación Descubre el investigador de IFAPA, Francisco Bruno Navarro.

Sembrando a secas

En el artículo publicado en Forest Ecology and Management, los científicos del área de Recursos Naturales y Forestales del IFAPA establecieron tres bloques de parcelas de 200 plántulas de encina de un año de edad y procedentes de vivero en cuatro localizaciones de Andalucía con diferente clima y suelo: 

• Becerra (Granada).
• Mágina (Jaén).
• Jarosa (Córdoba).
• Hinojosa (Córdoba). 

El equipo científico eliminó las malas hierbas y otras especies vegetales de la mitad de las parcelas para evitar la competencia por el agua, luz y nutrientes del suelo, y la otra mitad se dejaron como parcelas control. De este modo, se plantaron un total de 2.400 plántulas de encina, la mitad en octubre de 2019 y la otra mitad en febrero de 2020 en cada parcela (desbrozada o no), que los investigadores monitorizaron durante dos años en todas las localidades.

Se analizaron la mejor fecha y forma de repoblar la encina con plantones de un año provenientes de vivero.

Aunque el poema de Miguel Hernández habla sobre la frustración de no obtener los resultados deseados, también habla de persistencia. La misma que han demostrado los expertos, que a pesar de una pandemia y los años que duró el ensayo, han logrado obtener resultados útiles para los gestores del territorio y los ganaderos. 

Ahora saben que acometer plantaciones en otoño y controlar la competencia de la hierba, puede ser sinónimo de éxito.