Los pueblos indígenas mesoamericanos de América del Norte y Central practicaban el cultivo de la milpa o las Tres Hermanas. Consiste en la siembra de tres especies diferentes:

• El maíz
• Las habas
• Las calabazas

Todas ellas forman parte de un sistema agrícola tradicional y familiar que perduró durante generaciones.

La milpa es una técnica de cultivo que no agota los recursos del suelo, dado que estos cultivos crecen en una asociación benéfica. Por ejemplo, el tallo del maíz sirve como soporte para que la planta de las habas ascienda y se desarrolle por él, mientras que ésta fija más nitrógeno en el suelo y, al compartir espacio, ambas especies se benefician de esta disponibilidad de nutrientes.

Las investigadoras de la Universidad de Sevilla Cristina Úbeda, María del Pilar Segura y Mª Lourdes Morales.

Similar a este sistema de cultivo ecológico es el que propone un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla y la Universidad Pablo de Olavide en colaboración con el IFAPA ‘Rancho de la Merced’ (Jerez de la Frontera, Cádiz) aplicado a la vid. Las expertas han confirmado que la cubierta vegetal de una leguminosa sobre vides de la variedad Syrah mejoran las cualidades aromáticas del vino. 

Además, añaden que factores como el clima influyen más en el aroma del caldo que el tipo de cultivo o el uso de cubiertas vegetales. Con estos resultados, las expertas confirman que las prácticas agrícolas más respetuosas con el medio ambiente no reducen la calidad aromática del vino.

Beneficio mutuo

Se trata de la primera vez que se confirma que la cubierta vegetal de Zulla, una planta leguminosa que crece con frecuencia en los viñedos gaditanos, junto a factores como un clima cálido, lluvias moderadas, favorecen las cualidades aromáticas de los vinos producidos con la variedad Syrah.

La investigadora del IFAPA de Jerez de la Frontera, Belén Puertas.

En el artículo publicado en Scientia Horticulturae, las expertas explican que compararon mostos de la variedad de uva Syrah, procedentes de los viñedos de IFAPA ‘Rancho de la Merced’ (Cádiz). Para ello, se plantaron en dos parcelas: una de cultivo convencional y otra de ecológico. En esta última se dejó crecer una cubierta vegetal de Zulla, un recurso habitual en la agricultura ecológica que protege el suelo de la erosión, mejora el balance hídrico, la calidad del aire y la resistencia vegetal ante plagas, entre otros beneficios. 

Competencia

Del mismo modo que ocurre con la milpa, donde algunas de las especies compiten por los recursos, las expertas explican que esta mejora de las cualidades aromáticas se debe a la competencia entre la Zulla y las vides, dado que la presencia de ambas especies en el mismo terreno hace que tengan menos recursos nutritivos e hídricos. Este estrés adicional favorece la producción de compuestos aromáticos en las uvas, enriqueciendo así su perfil sensorial.

La investigadora de la Universidad Pablo de Olavide, Eva Valero.

De este modo, el equipo investigador concluyó que los efectos de la Zulla dependen en gran medida de la climatología de cada cosecha, sugiriendo que su empleo podría ser favorable para variedades como Syrah. Estos resultados permiten que el agricultor elimine las tareas de laboreo y uso de herbicidas implantando cubiertas vegetales que enriquezcan el suelo, sin efecto contraproducente en el aroma de los vinos. 

Así, las investigadoras proponen un método de cultivo más sostenible de especies asociadas que, a pesar de competir por los recursos, se complementan y ayudan a los agricultores a producir uvas de mejor calidad. Un ejemplo de sistema agrícola eficiente y respetuoso con el entorno, que además se puede contar como anécdota al catar el vino.