Si estuvieras observando pájaros y tu guía te pidiera que identificaras un flamenco, probablemente señalarías esa ave rosa, grande y con patas largas como zancos que se sostiene en una charca, cerca de sus congéneres. El guía, tras asentir, volvería pedirte que mirases por los prismáticos, esta vez, a un nido… con crías de color blanco.

Al ver tu rostro atónito, el guía te explicaría que el color de los flamencos se debe a su alimentación, a base de crustáceos y algas ricas en compuestos naturales denominados carotenoides. Una cría de flamenco aún no ha tenido tiempo de consumir esta dieta y, por tanto, no ha adquirido ese color rosáceo que destaca a los flamencos del resto de aves.

Aportar color a aves como los flamencos es una de las múltiples funciones de los carotenoides.

Pero aportar color a aves como los flamencos, pescados como el salmón o alimentos vegetales como la zanahoria o el tomate es tan sólo una de las múltiples funciones de los carotenoides.

Aportar color

En estos compuestos se centra el trabajo de un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla y la Universidad de Huelva ha diseñado un método para acelerar la extracción y obtención de un compuesto beneficioso para salud procedente de la microalga Chlorella sorokiniana.

En concreto, los investigadores se centraron en el fitoeno, carotenoide incoloro que es precursor del resto de carotenoides y puede tener distintas acciones en el organismo: 

• Acción fotoprotectora.
• Acción antioxidante.
• Acción anticarcinogénica.
• Acción antiinflamatoria.

Los expertos explican que, aunque muchos estudios exploran las funciones y beneficios de los carotenoides, existen pocos que se centren en el fitoeno y su obtención, dado que hasta hace poco tiempo los métodos analíticos clásicos con frecuencia no lo detectaban.

La investigadora de la Universidad de Sevilla, María Morón.

 “Hay estudios que demuestran que se acumulan en la piel y que pueden absorber rayos ultravioleta, es decir, ejercen una función fotoprotectora, como la que ejercen algunas cremas solares. También existen otros estudios en roedores y cultivos de células que indican que podrían tener actividad anticancerígena, antiinflamantoria y antioxidante”, explica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Sevilla Antonio Jesús Meléndez.

Acumular y extraer

Tal y como explican en el artículo publicado en Food Chemistry, normalmente, este carotenoide no es el mayoritario en los alimentos, al transformarse finalmente en otros. Por este motivo, los expertos han elaborado un procedimiento con un doble objetivo: por un lado, producir más cantidad de fitoeno en la microalga Chlorella sorokiniana y, por otro lado, bloquear el proceso de transformación a otros carotenoides. “De este modo, conseguimos que se acumulen altas concentraciones de fitoeno en las microalgas para luego extraerlo”, señala la investigadora de la Universidad de Sevilla Ángeles Morón.

Equipo de investigadores que han participado en el proyecto en las Marismas.

De este modo, la propuesta de los investigadores no sólo serviría a las industrias cosmética, farmacéutica y agroalimentaria, sino que cumpliría con los principios de la economía circular. “La biomasa de las microalgas sobrante tras la extracción puede emplearse como biocombustible o para elaborar pienso para animales, entre otros usos”, comenta la investigadora de la Universidad de Huelva Rosa León.

Al comprender cómo se transforma el fitoeno en carotenoides coloreados, se entiende cómo estos compuestos influyen no sólo en la coloración de los flamencos, también en su vitalidad y salud. De igual modo, perfeccionar los métodos para extraer y obtener fitoeno podría impactar de forma positiva en el bienestar humano. Eso sí: sin adquirir ese distintivo color rosáceo en nuestra piel. Ese es un beneficio para flamencos y crustáceos.

Más información en #CienciaDirecta: Diseñan un método rápido que extrae de una microalga compuestos beneficiosos para la salud