Miembros de un equipo de investigación de la Universidad de Cádiz han desarrollado un método para analizar los posibles aditivos incluidos en este edulcorante natural, uno de los diez alimentos más adulterados del mercado. Los resultados obtenidos demuestran que la aplicación de este modelo de selección podría ser una herramienta útil para un análisis de calidad en laboratorios de rutina.
A pesar de que la normativa existente impide la adición de cualquier sustancia a la miel, los estantes están llenos de marcas que incluyen jarabes, siropes, almidón o que no tienen correctamente etiquetado el origen de obtención y envasado. Los actuales métodos de análisis para detectar la presencia de azúcares externos son limitados, ya que el producto modificado puede mostrar propiedades físico-químicas muy similares a la miel no adulterada.
Esto se debe a que distintas colonias de abejas pueden tener una alimentación muy diversa y la miel que producen depende del tipo néctar de las flores, su concentración y la cantidad que toman. Por eso, es particularmente difícil distinguir entre aquellos azúcares que se producen naturalmente de los que se han añadido a posteriori.
Un grupo de investigadores del departamento de Química Analítica de la Universidad de Cádiz han publicado en la revista Talanta el desarrollo de un nuevo método que determina con un 100% de fiabilidad los componentes y cantidades que se añaden a la miel. De esta manera será mucho más fácil y económico establecer los tipos de aditivos que se agregan para que no lleguen a la cadena de venta.
Según afirma a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Cádiz, Marta Ferreiro, una de las autoras del artículo era necesario desarrollar un método analítico rápido y sencillo para garantizar la autenticidad alimentaria. Y añade: “Una metodología parecida había sido validada por nuestro grupo con muestras de aceite con similares resultados. Así, pensamos en adaptarla a otros productos que encontramos con demasiada frecuencia adulterados en los supermercados, como es el caso de la miel”.
Made in Granada (China)
Los investigadores e investigadoras se han centrado en el análisis de miel con denominación de origen protegida de Granada sabiendo que son puras desde la recolección, y ellos mismos la han adulterado a distintos niveles con edulcorantes artificiales comúnmente utilizados. Es frecuente, por ejemplo, encontrar etiquetados de procedencia española y, sin embargo, están mezcladas con otras mieles de origen asiático.
Con este nuevo modelo, a través de la espectroscopía infrarroja cercana visible, una técnica común en análisis de alimentos, y la quimiometría, que aplica matemáticas o estadística sobre datos químicos, han logrado conocer tanto las cantidades como las sustancias que se han añadido posteriormente al producto. Además, el modelo es capaz de reducir los tiempos de análisis y no hace necesaria la destrucción de las muestras, por lo que su aplicación a los laboratorios de calidad agroalimentaria podría ser inmediata. Además se trata de una técnica que tiene dispositivos portátiles, por lo que el análisis podría llevarse a cabo in situ, sin necesidad de llevar la muestra al laboratorio.
En la actualidad, el grupo centra su actividad en el desarrollo de nuevas técnicas para la detección de sustancias en diversos entornos, además del agroalimentario. En esta línea, han desarrollado una nueva estrategia para la toma de huellas dactilares de productos derivados del petróleo en muestras de agua tanto dulce como de mar para una rápida y fácil identificación de derrames de combustibles. Así podría conocerse no sólo el origen de un residuo sino también el nivel de riesgo o el procedimiento de limpieza apropiado.
Suscríbete a nuestra newsletter
y recibe el mejor contenido de i+Descubre directo a tu email