El patio del colegio, un espacio de encuentro entre la biodiversidad y 1.500 alumnos de toda España
El Centro de Investigación de Colecciones Científicas de la Universidad de Almería ha coordinado una iniciativa sobre Biodiversidad Urbana en 33 centros educativos de 21 provincias de todo el país. Su principal objetivo es realizar una serie de estudios sobre flora, aves e invertebrados en sus escuelas que permita al alumnado tener un primer contacto real con la ciencia. El CEIP Nuestra Señora del Carmen de Isla Cristina es uno de los participantes de las actividades de este programa, que han contribuido a la mejora del conocimiento sobre biodiversidad y conservación, y al fortalecimiento de las relaciones personales y emocionales en el ámbito escolar.
El patio del CEIP Nuestra Señora del Carmen de Isla Cristina (Huelva) está repleto de sensaciones, olores y sonidos. El canto de los pájaros, el aroma de las flores son un deleite para los sentidos y proceden en gran parte de su biodiversidad. Plantas y animales que a veces pasan desapercibidos, ya que, normalmente, se desconocen muchas de sus características y funciones biológicas pero que conviven con los humanos. Cuanto más se conozcan, más se apostará por su conservación.
Por ejemplo, lo que la mayoría conoce como mariquitas, para los vecinos de Isla Cristina, son gorgoritas y pertenece a la familia de insectos coleópteros Coccinellidae. Estos insectos rojos con sus características manchas negras han pasado de ser unas extrañas compañeras del patio isleño, a convertirse en el coleóptero que más curiosidad ha despertado entre el alumnado. ¿Cómo se han convertido en compañeras de juegos? Gracias al proyecto Biodiversidad Urbana en los Centros Educativos de España (BUCES) en el que participan simultáneamente alrededor de 1.500 escolares de 33 centros educativos de 21 provincias de todo el país.
Se trata de un programa coordinado por el Centro de Investigación de Colecciones Científicas de la Universidad de Almería en colaboración con la Fundación Descubre, la Universidad de Granada y el Real Jardín Botánico de Madrid. Este proyecto persigue, como cualquier otro de ciencia ciudadana, involucrar a los ciudadanos de forma directa en el transcurso de una investigación. Para ello suelen realizar un trabajo científico, normalmente de campo, con la ayuda de expertos, que genera información y datos que son utilizados posteriormente por los investigadores.
En este caso concreto, el programa BUCES tiene el objetivo de inculcar en los alumnos el valor de la conservación medioambiental a través de la toma y el análisis de datos sobre flora, insectos y aves presentes en sus colegios. Una de las metas es realizar una serie de estudios de biodiversidad en centros educativos a nivel nacional teniendo en cuenta las diferencias entre zonas con climas y suelos distintos, lo que proporcionará información muy diversa. No obstante, esta iniciativa, según señala la coordinadora técnica del proyecto, Azucena Laguía, pretende generar en el alumnado una vocación científica a través del trabajo basado en la experiencia directa y cercana.
Con la ayuda que han proporcionado investigadores del CECOUAL, como José Luis Molina, a través de charlas, tutoriales y materiales didácticos, estos pequeños científicos han realizado a lo largo de todo el curso diferentes inventarios sobre las plantas presentes en el colegio, lo que les ha permitido incluso, construir su propio herbario. Además, han podido identificar insectos tanto terrestres como voladores gracias a unas trampas hechas a mano por los propios alumnos. También observar las aves que se acercaban cada día a los comederos preparados en el patio de los colegios.
Todas estas mariquitas y otros insectos han pasado a formar parte de la red del colegio y se han convertido en los nuevos amigos a los que observar. De hecho, tal y como indica la secretaria del centro de Isla Cristina, María José Martín, el programa ha generado una serie de experiencias que han valido no solo para la mejora del conocimiento de la especies que les rodean, sino también para el fortalecimiento de las relaciones personales entre compañeros. Esta convivencia ha estado motivada por la observación en grupo de los comederos de las aves o la recogida de algunas plantas que han identificado en común. “De hecho entre ellos mismos han comenzado a darse cuenta de las especies que no están recogidas todavía en el herbario”, comenta Martín.
El proyecto, que ha sido financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología perteneciente al Ministerio de Ciencia e Innovación, además ha valido para sacar a luz temáticas desconocidas para los alumnos, como pueden ser la biología, la botánica o la zoología. Asimismo, han sido muchas las niñas que, gracias también a otras actividades relacionadas con la presencia de la mujer en la ciencia, han empezado a interesarse por la carrera científica, en una localidad eminentemente agrícola y pesquera.
De hecho muchos de estos futuros científicos han comenzado a “impartir clases” en horario no lectivo, algo que ha sorprendido tanto al equipo docente como a los familiares. Estas clases improvisadas están protagonizadas por los escolares, que señalan con soltura especies que han identificado y que están presentes en las zonas de la localidad por las que pasean, juegan o se divierten a diario.
Exposición de resultados
Finalmente, como si de un congreso científico se tratara, los diferentes colegios que han participado y los investigadores pondrán en común todos los resultados alcanzados en un encuentro on line que se realizará el próximo mes de junio con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente. Todo el alumnado podrá conocer lo que han conseguido analizar otros compañeros y ver las diferencias entre las distintas zonas.
Los escolares participantes han entrenado y agudizado sus sentidos con el objetivo de conocer diferentes especies a las que antes no prestaban atención. Ahora reconocen los sonidos, los colores, olores y mil formas llamativas que proporciona la naturaleza. Este proyecto les ha permitido, gracias al análisis directo, descubrir temas alejados de su realidad que servirán, en algunos casos, como inspiración vocacional, y en otros, para seguir manteniendo el interés por conservar la biodiversidad que les rodea.
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