Dos bolas de fuego se pasean por los cielos andaluces
Si una roca desprendida de un cometa choca en el cielo que cubre la provincia de Jaén contra la atmósfera a una velocidad de 75.000 kilómetros por hora, una brillante bola de fuego como resultado de esa colisión se paseará poco después por el firmamento de las vecinas Granada y Málaga. Eso es lo que ha sucedido esta pasada madrugada, según han divisado en los observatorios astronómicos de Calar Alto en Almería, La Sagra en Granada y un tercero en Sevilla. En concreto, dos bolas de fuego han cruzado los cielos andaluces, si bien una y otra son producto de eventos distintos que han iluminado el cielo la misma noche y casi a la vez si tenemos en cuenta la infinitud del tiempo astrofísico.
A las 2.08 horas ha irrumpido con brusquedad un asteroide en la atmósfera terrestre, sucedía a tan sólo 90 kilómetros de altura en las coordenadas de la provincia de Jaén. La bola de fuego ha iniciado entonces un descenso que se detiene a 42 kilómetros.
Mucho más alta, a 133 kilómetros en vertical y prácticamente a la misma distancia en horizontal, las cámaras de vigilancia del observatorio situado en Gérgal ha detectado cómo la provincia de Granada acogía en su bóveda celeste otra bola de fuego sólo dos horas y tres minutos después. En este caso vinculada a un cometa y con pretensión viajera se paseó entre Almuñécar en Granada y la malagueña zona de Antequera, donde terminó su trayectoria descendiendo hasta los 79 km.
¿Qué pasó después con ellas? ¿Ocasionan algún peligro? ¿Son habituales estos fenómenos aunque en algunos casos no los capten nuestros telescopios? Son preguntas a las que responden los científicos andaluces participantes en el proyecto Smart que lidera José María Madiedo desde la Universidad de Huelva. Y la respuesta es que no, no entrañan ningún peligro, en el caso de las de la madrugada de este 12 de noviembre se destruyeron por completo a una altitud considerable y no llegaron a estrellarse contra el suelo. Con respecto a la frecuencia con la que hacen su aparición estos visitantes brillantes en nuestros cielos, los investigadores afirman que en función de la época del año en la que nos encontremos es más habitual avistar fenómenos que implican estelas de luz en nuestro cielo.
Una curiosidad, si el brillo que alcanzan supera al de planeta Venus es cuando son denominadas bolas de fuego, y si acaba por estallar en el aire son catalogados como bólidos. Y es que no siempre se observa lo mismo cuando vemos esas bolas brillantes atravesar el firmamento, ¿cómo sabemos si estamos viendo un bólido, cuándo un meteoro? Y por supuesto, no podemos olvidarnos de otra de sus variantes, las estrellas fugaces.
Desde el punto de vista de lo que ofrecen, los bólidos son los que más tiempo dejan disfrutar de su luz, las bolas de fuego de las que se disfrazan pueden durar incluso varias decenas de segundos iluminando el cielo, frente los meteoros, que sólo nos dan unos segundos de apagado brillo al pasar, si bien se desintegran mucho más lentamente.
En cuanto a las estrellas fugaces, su duración es escasa. Si tienes la suerte de que en ese segundo tu vista alcance el horizonte y por un ángulo de tu campo de visión se cuele un leve resplandor, podrás sonreír sintiéndote el elegido, tu estrella fugaz ha pasado a saludarte. Lo hacen todos los años, se dejan ver además en fechas determinadas para que las encontremos, por ejemplo, cada agosto tenemos una cita con las Perseidas, ¿la razón? Siempre, aproximadamente en las mismas fechas, la Tierra atraviesa lo que se conoce como enjambres de meteoroides procedentes de cometas o asteroides como en el caso de esta madrugada.
¿Qué peligro entrañan?
Para los investigadores de la Universidad de Huelva, en el caso de los meteoroides sí suponen un importante riesgo, especialmente para las naves espaciales que, aunque están protegidas para aminorar las consecuencias de un impacto, pueden sufrir daños en el impacto si se trata de partículas pequeñas. Este otro tipo de objetos acumulan además una energía cinética enorme debido a las altísimas velocidades que alcanzan pudiendo ocasionar cráteres importantes.
La estación de detección de bólidos de Calar Alto (CAHA), junto con la estación que el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) tiene en Sierra Nevada y otras situadas en diferentes puntos de España forman parte del proyecto ‘Smart’ que permite a los científicos observar y estudiar este tipo de objetos.
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