Ser adolescente es compatible con sentirse bien, con estar satisfecho con el contexto en el que se vive y con las relaciones personales. Puede decirse que se trata de una etapa de la vida en la que el nivel de felicidad es alto y, en líneas generales, los individuos se sienten bien. Estas afirmaciones suenan extrañas si se tiene en cuenta que la etapa de la adolescencia suele relacionarse con el afrontamiento de múltiples riesgos e inseguridades, y en la que los jóvenes se sienten “peleados con el mundo” y que suelen repetir que “nadie les entiende”.
Precisamente desenmascarar ese mito de que la adolescencia es una etapa que se identifica únicamente con preocupaciones, malestar y retos difíciles a los que enfrentarse es el objetivo de un grupo de tres investigadoras de la Universidad de Córdoba, Rosario Ortega Ruiz, Carmen Viejo y Mercedes Gómez López.
Los últimos resultados de su investigación han hecho posible el desarrollo de un instrumento de medición, bajo el paradigma teórico de la psicología positiva, que analiza los niveles de bienestar psicológico de los adolescentes andaluces. Las posibilidades estadísticas que ofrece esta nueva herramienta han sido publicadas recientemente en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, con la que se desvela que los adolescentes tienen un nivel alto de bienestar y no son los eternos rebeldes.
Investigadoras de la UCO responsables de este estudio.
Este equipo de investigadoras explica que hasta el momento existía literatura sobre instrumentos para medir el bienestar, pero estaban fundamentalmente dirigidos a la población adulta e incluían un amplio listado de cuestiones.
Esta situación hacía necesario el desarrollo de una herramienta de medida que permitiera estudios más concretos y, sobre todo, adaptada la población adolescente, y que facilitara su combinación con la medida de otras variables necesarias para obtener una visión científica y completa de este complejo fenómeno objeto de estudio.
Para la puesta en marcha de este instrumento, se ha trabajado con una muestra de 1590 adolescentes andaluces, de los que el 51% eran chicas, con edades comprendidas entre los 13 y los 19 años.
El análisis de los datos identificó cuatro dimensiones que responden a los aspectos fundamentales del bienestar. Estos son: la autoaceptación, las relaciones interpersonales, la autonomía y capacidad para tomar decisiones, y el desarrollo vital, es decir, el sentido que el adolescente da a su vida y la autopercepción del entorno y del futuro.
El instrumento logrado con este trabajo se materializa en un cuestionario de 20 ítems validado estadísticamente y reconocido científicamente por sus propiedades psicométricas. Al ser un cuestionario de formato corto, esta herramienta permitirá valorar el nivel de bienestar de los adolescentes y medirlo en relación con variables como las relaciones de pareja, el éxito personal o el consumo de drogas, entre otros ejemplos.
Del estudio se concluye, según explica una de sus autoras, Mercedes Gómez, quien está realizando su tesis doctoral en esta línea, que los adolescentes “tienen un nivel de bienestar alto, una percepción positiva de sí mismos y de sus relaciones sociales, y son capaces de controlar su comportamiento y de tomar decisiones importantes”. Por todo ello, aunque en esta etapa del desarrollo los jóvenes se enfrentan a numerosos cambios y riesgos presentes en la sociedad, no todo termina ahí, y es un “periodo vital de transición a la adultez muy positivo, con muchas potencialidades”.
Disponer de un instrumento validado permitirá avanzar en esta línea de trabajo desarrollando nuevas investigaciones no sólo para equipos de investigación del país, sino también a nivel internacional y con estudios cross-culturales, comprobando, por ejemplo, si el bienestar es entendido de la misma manera por los adolescentes en diferentes lugares y culturas.