Huelva /
10 de abril de 2024

Cultivar arándanos con buenas raíces

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Alba Madero Milla

Fuente: Fundación Descubre

Un equipo de investigación de la Universidad de Huelva ha analizado la estructura física y los factores bioquímicos que influyen en la capacidad que tiene este fruto para enraizar. Con esta información, podrían desarrollarse biofertilizantes específicos que estimulen el crecimiento vegetal, que habitualmente presenta dificultades para prosperar. 

El concepto de raíz evoca la sensación de pertenencia, familia y tradición, elementos que nos atan emocionalmente a un lugar. Esta metáfora del arraigo a la tierra se utiliza comúnmente en la literatura para expresar el profundo lazo emocional entre una persona y su hogar.

Un símil procedente del mundo vegetal, ya que las plantas utilizan sus raíces para establecer una conexión física con el suelo que las sustenta. Esta unión, similar a la tinta sobre el papel, no se basa en sentimientos, pero proporciona estabilidad, seguridad y nutrición, aspectos fundamentales para la supervivencia y el crecimiento de las plantas.

Sin embargo, echar raíces no siempre es sencillo, ya sea para las personas o para muchas especies vegetales. Un ejemplo claro lo encontramos en el cultivo del arándano, que a menudo enfrenta dificultades para prosperar, a pesar de los esfuerzos de los agricultores por crear ese ‘vínculo’ con la tierra.

Esquejes de arándano en condiciones controladas.

Para facilitar su establecimiento, un equipo de investigación de la Universidad de Huelva ha confirmado que una mayor presencia de fenoles, compuesto biológico antioxidante y beneficioso para las plantas, aumenta la capacidad de enraizamiento del arándano y su supervivencia. Con esta información, los agricultores:

  • Podrían emplear biofertilizantes ricos en estos compuestos para estimular el crecimiento vegetal. 
  • Adquieren un nuevo recurso para gestionar este cultivo, que habitualmente presenta dificultades para prosperar. 

Dos variedades

Los expertos analizaron dos de las variedades de arándanos comerciales más frecuentes: Jewel y Violeta, para comprobar qué factores influían en su correcto enraizamiento. En su estudio, publicado en Scientia Horticulturae, los investigadores señalan este estudio proporciona una nueva perspectiva sobre cómo factores anatómicos, morfológicos y bioquímicos pueden influir en el éxito del cultivo de arándanos, abriendo así el camino para futuras investigaciones en este campo.

En concreto, los expertos identifican los parámetros específicos que favorecen su supervivencia, como el diámetro del tallo del esqueje, y la presencia de ciertos compuestos biológicos y antioxidantes, llamados fenoles, que sirven para predecir el éxito en el cultivo de cada tipo de arándano. “Además, comprobamos que la variedad Jewel poseía un mayor éxito de enraizamiento”, explica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Huelva Antonio Santos.

Antonio Santos, investigador de la Universidad de Huelva y autor del estudio.

De este modo, el equipo investigador fue extrayendo muestras a lo largo de un mes y recogieron estos parámetros en un programa informático, que relacionó los parámetros morfoanatomicos y bioquímicos de la planta con su capacidad de enraizamiento. “Concluimos, por un lado, que el tallo debía ser grueso y, por otro, que la planta debía ser rica en ciertos compuestos fenólicos para que su supervivencia fuera un éxito. Con este conocimiento, pueden emplearse hormonas o biofertilizantes que estimulen la segregación de fenoles y mejorar así la capacidad de los esquejes de arándano para echar raíces”, detalla Antonio Santos.

Así, aunque no se produce una conexión emocional entre la planta y la tierra, lo que sí consiguen los investigadores es identificar los factores que facilitan que las plantas de arándano logren echar raíces y prosperar.

Con esta información, los agricultores podrían emplear biofertilizantes ricos en estos compuestos para estimular el crecimiento vegetal.

¿Quién sabe? En la literatura podría emplearse la metáfora de las raíces del arándano para expresar cómo una persona logra encontrar su lugar en el mundo tras muchas dificultades y tribulaciones. Un final feliz para una planta que logra encontrar un suelo en el que crecer.


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