Almería, Sevilla /
11 de mayo de 2020

Cómo debe crecer una ciudad para no caer tras un terremoto

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca / Fundación Descubre

Un equipo de investigación de las universidades de Sevilla y Almería aplica un sistema matemático para anticiparse a los daños que se producirían en una catástrofe y así tener datos válidos en la toma de decisiones de planes urbanos. Podría utilizarse también en la gestión de riesgos y del cambio climático y en casos de inundaciones y otros desastres naturales.

Uno de los terremotos más fuertes que se ha producido en el mundo, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos, fue el que sufrió Japón en el año 2011. Las consecuencias de este seísmo de 9 grados en la escala de Ritcher, acompañado de una ola gigante, las consecuencias personales fueron devastadoras. Se destruyeron, además, 45.700 construcciones y 144.300 se dañaron.

Los investigadores confirman que las consecuencias negativas de los terremotos se minimizan si se refuerza la reforma de las construcciones, frente a la creación de nuevos núcleos de edificios.

Un año antes, Haití vivió también un devastador terremoto de 7,3 grados y un tsunami. El gobierno de Haití anunció el número de víctimas, diez veces más que las de Japón y, prácticamente, no quedó ninguna construcción pie.

¿Por qué en Japón las consecuencias de un terremoto mayor fueron de menor envergadura que en Haití? Las variables de esta diferencia son muchas entre ambos países, pero expertos de diferentes lugares plantearon inmediatamente sus análisis para preparar a las ciudades ante este tipo de sucesos de la mejor manera posible y que los daños se minimicen. Una de las razones de los daños personales en Haití fue el derrumbe generalizado de los edificios.

Con esta perspectiva, un equipo de investigación de las universidades de Sevilla y Almería ha desarrollado en un artículo publicado en la revista European Planning Studies un simulador del perjuicio que ocasionan los movimientos sísmicos en los edificios de las ciudades. De esta manera, se podrá evaluar qué modelo de expansión urbana es la más segura para la población. Además, confirma que las consecuencias negativas disminuyen si se refuerza la reforma de las construcciones, frente a la creación de nuevos núcleos de población.

La novedad del estudio radica en abordar la ciudad combinando la evaluación del riesgo sísmico de la zona y los modelos de autómatas celulares. “Estos sistemas matemáticos simulan el desarrollo urbano y la distribución de los usos del suelo y producen escenarios futuros. Además, permiten comprender la evolución y proporcionar el conocimiento necesario a quienes toman las decisiones para anticipar nuevas posibilidades en el futuro”, afirma a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Sevilla Daniel Navarro, autor del artículo.

El investigador de la Universidad de Sevilla Daniel Navarro, autor del artículo.

El objetivo del estudio es evaluar cuál de los escenarios tras un seísmo tendría un menor peligro para la población con el fin de elaborar políticas más acertadas en la gestión del suelo.

Calcular los riesgos con diferentes estrategias

Los ensayos se han realizado en Adra (Almería), donde existen dos zonas en las que se han simulado seísmos de una intensidad de 7 y 7.5 respectivamente planteando la evolución para 475 años. Por otro lado, han caracterizado los edificios considerando cuatro clases de vulnerabilidad. Desde estructuras de mampostería, las más débiles, hasta las de hormigón armado, más fuertes.

Además, la edad de un edificio determina cómo se construyó según las técnicas, los materiales y los códigos de construcción, que junto a una legislación más restrictiva, hace que los edificios más nuevos sean más resistentes que otros antiguos. Así, los más vulnerables se concentran en la parte histórica de la ciudad, mientras que los más fuertes se encuentran en la periferia donde se levantan nuevos.

Después de calcular el riesgo sísmico actual, se obtuvieron dos escenarios futuros diferentes con el modelo de autómata celular. El primero corresponde a una situación de ‘negocio como siempre’, es decir, lo que sucedería si el desarrollo urbano continuara como en años anteriores, considerando tasas similares de renovación urbana frente a la expansión y la misma cantidad de inversión. El segundo entorno corresponde a una situación de ‘apoyo a la renovación’. Este modelo considera una mayor preferencia por los edificios nuevos que en el escenario anterior.

Crecimiento de la ciudad de Adra desde 1956 a 2010.

Además, esta metodología puede aplicarse a  una ciudad más grande, con un mayor riesgo de seísmo o a otras que son proclives a otros peligros diferentes, como inundaciones u olas de calor.

No se puede luchar contra las catástrofes naturales, pero sí se pueden hacer los ‘deberes’ necesarios para estar bien preparados cuando llegue la hora. Este equipo de investigación andaluz propone una herramienta para que lo ocurrido en Haití, hace ya diez años, no tenga que repetirse en los próximos siglos.

Más información: Desarrollan un simulador urbano que estima el riesgo sísmico futuro 


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