Un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla ha confirmado que el aceite de acebuchina reduce las alteraciones del ojo provocadas por los niveles elevados de la presión sanguínea. Los resultados del estudio con células y animales validan su potencial uso terapéutico en enfermedades oftálmicas.
En la antigua Grecia, en la zona donde hoy se ubica su capital, hubo un enfrentamiento entre el dios del mar, Poseidón, y la hija de Zeus, Atenea. El primero había tomado posesión de esos terrenos clavando su tridente sobre una roca y haciendo brotar de ella agua salada. Por su parte, la diosa tomó las tierras de forma pacífica haciendo brotar un olivo silvestre tras hincar su lanza.
Los dioses del Olimpo lo sometieron a juicio dando a Atenea el gobierno de la ciudad, que en ese momento pasó a llamarse Atenas. Determinaron que la cazadora había dado a los atenienses el mejor de los regalos, algo que les proveería de alimento, madera y aceite. Comenzaron a venerar al olivo, símbolo de la victoria, de la paz y la sabiduría, pero sería quemado siglos después por Jerjes. La destrucción del ejército persa sobre los atenienses no venció al árbol sabio, ya que pronto volvió a crecer y a simbolizar la fuerza, la fertilidad, la recuperación y la renovación ante las adversidades.
Ya sabemos que del mito a la ciencia hay un gran salto, pero en esta ocasión, los atenienses dieron en el clavo con el olivo silvestre. El fruto de una variedad llamada acebuche, la acebuchina, produce un aceite del que se conocen múltiples propiedades terapéuticas. Una de ellas es la de ser regenerador de la retina en los daños provocados por la hipertensión arterial.

Equipo de Fisiopatología Cardiovascular de la Facultad de Farmacia de la US, responsable del artículo.
Así lo ha demostrado un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla y el Karolinska Institutet de Suecia. Este hallazgo, publicado en la revista The Journal of Physiology y derivado de estudios celulares y animales, revela los mecanismos moleculares en los que ejerce una acción antioxidante, antiinflamatoria y antifibrótica, es decir, reduce la formación de cicatrices. Así, se abren nuevas vías terapéuticas para enfermedades oculares, como el glaucoma, la degeneración macular asociada a la edad o algunas retinopatías.
En un universo microscópico, han observado cómo es el proceso donde diminutas vesículas extracelulares, que actúan como mensajeros, viajan a través de la sangre con antioxidantes, compuestos antiinflamatorios y sustancias que frenan la fibrosis. Esos ‘paquetes biológicos’ son entregados donde más se necesita. En este caso, la retina dañada por hipertensión. “La acebuchina podría ser una forma natural y efectiva de cuidar la salud visual en personas con riesgo de enfermedades oculares por problemas de presión arterial”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Sevilla Carmen M. Vázquez, coautora del artículo.
Así, han demostrado que el aceite de acebuchina:
- Ayuda a reducir el daño causado por la acumulación de sustancias dañinas, como los llamados radicales libres.
- Mejora la circulación de la retina.
- Disminuye la inflamación.
- Evita la fibrosis, un proceso por el que se forman cicatrices internas que pueden afectar a la visión.
El estudio muestra cómo las vesículas extracelulares trasladan el efecto beneficioso del aceite de acebuchina. Esto supone un avance en la caracterización de los mecanismos moleculares en la reducción del daño causado por la hipertensión arterial. Los expertos concluyen que el uso terapéutico del aceite de acebuchina abre una vía muy precisa y segura para tratar directamente los órganos afectados, como es el caso de la retina en personas con enfermedades oculares.
Mensajeros contra la hipertensión
Las vesículas extracelulares funcionan como pequeños paquetes o mensajeros que las células liberan al exterior para comunicarse con otras. Son microscópicas y están formadas por una envoltura parecida a la de la célula misma. En su interior, incluyen distintos tipos de sustancias, como proteínas, grasas o fragmentos de material genético, que pueden influir en el comportamiento de otras células.
Así, cuando las propias células son incubadas o los animales son alimentados con este aceite, liberan al torrente sanguíneo las vesículas que incluyen sus componentes beneficiosos, como los polifenoles, ácidos grasos saludables y otros compuestos naturales con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Estas viajan por el cuerpo y pueden llegar a otras células, como las de la retina. Al unirse a ellas, descargan su contenido y ayudan a protegerlas o a regular su funcionamiento.

El estudio muestra nuevas vías terapéuticas para enfermedades oculares, como el glaucoma, la degeneración macular asociada a la edad o algunas retinopatías.
En este estudio, los investigadores combinaron experimentos in vitro con cultivos celulares y estudios in vivo usando animales para la obtención de las vesículas extracelulares. Así, descubrieron que cuando los ratones consumían aceite de acebuchina, sus células producían vesículas que contenían sus compuestos beneficiosos. Una vez extraídas del plasma sanguíneo, se aplicaron directamente a células de retina en las que se había reproducido la condición de hipertensión arterial.
Los estudios moleculares realizados confirmaron que las vesículas actuaban como elementos portadores de compuestos beneficiosos del aceite de acebuchina, de modo que al descargar su contenido sobre el tejido enfermo, el daño se revertía.
Estos estudios se compararon con otros grupos de células que no recibieron estas vesículas o que recibieron otras de animales alimentados con distinto tipo de aceite, como un aceite de oliva virgen extra estándar. Además, analizaron distintos indicadores relacionados con el daño oxidativo y su relación con el óxido nítrico, potente vasodilatador y elemento clave para el buen funcionamiento vascular y la salud celular.
Una vez verificado el efecto en cultivos de células de la retina, los investigadores plantean validar estos resultados en trabajos in vivo mediante la inyección de estas vesículas en modelos animales que reproducen diversas patologías oftálmicas. Además, pretenden profundizar en el estudio de los compuestos del aceite responsables del beneficio y explorar su uso directo como vehículo terapéutico. “Estas vesículas podrían convertirse en una herramienta innovadora para transportar compuestos naturales a los tejidos dañados del ojo y abren la puerta para la combinación de la acebuchina con la tecnología farmacéutica en futuras aplicaciones clínicas”, indica la investigadora.
Así como el olivo de Atenea renació tras el fuego persa, la ciencia actual descubre en la acebuchina un aliado capaz de devolver vigor y claridad a los ojos castigados por la presión arterial elevada. Lo que en la mitología fue símbolo de resistencia y esperanza, hoy se traduce en diminutas gotas de aceite que, desde el corazón del Mediterráneo, portan un mensaje de vida para quienes temen perder la luz de su mirada.
Más información en #CienciaDirecta: Confirman que el aceite de acebuchina disminuye el daño ocular producido por la hipertensión arterial
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