La representación del agua en la arquitectura andalusí
El agua impregna la arquitectura andalusí. Soporta la vida, como en cualquier sociedad, pero su valor no termina ahí; el agua tiene además en Al-Ándalus un sentido utópico y religioso.
Es un elemento fundamental en el Corán, donde se cita expresamente con énfasis (22.63): “¿No ves cómo hace Dios bajar agua del cielo y la tierra verdea?”. El libro sagrado de los musulmanes sitúa al agua como elemento quimérico, quizá marcado por su evidente escasez en los países de origen. Así relata lo que Dios promete para los fieles: “… Los introducirán en jardines por cuyos bajos fluyen ríos, en los que estarán eternamente …” (4.13). También señala que: “habrá en él (Paraíso), ríos de agua incorruptible, ríos de leche de gusto inalterable, ríos de vino, delicia de los bebedores, ríos de depurada miel …” (47.15).
No es de extrañar, pues, que en la fascinación por el agua, esta cobre una importancia crucial tanto en la arquitectura islámica como en la sociedad andalusí. Fuentes y estanques que refrescarán y harán una arquitectura áulica, asociada al poder y mitológica. Acequias que recorrerán las montañas y campos para fertilizar la tierra; minas de agua y aguadores, con reglamentos estrictos para garantizar la calidad y suministro a la población. Y los hammam, los conocidos complejos hidráulicos de uso público, que se multiplicaban por las ciudades. Incluso en el menaje doméstico adquieren gran importancia las jofainas y los aguamaniles, que atestiguan el valor central de un elemento que, por su relativa abundancia, debía otorgarle a estas tierras peninsulares el carácter de regalo del cielo. Así lo reflejaba Ibn Jafāŷa, apodado el jardinero, al-ŷannān, por sus poemas dedicados a la naturaleza, en los que, comparando al-Andalus con el Paraíso, dice:
¡Oh, gente de al-Andalus,
qué dichosos sois!
Agua, sombra, ríos y árboles.
El paraíso de la Eternidad
no está más que en vuestra patria
(…)
El zigzag grabado en la piedra: de la función a la forma
El agua se incorpora a la arquitectura andalusí. Su importancia hace que pase a representarse como un símbolo específico en la decoración geométrica. Cuando la arquitectura esta impregnada de geometría, esta adapta el discurso del agua, reflejándolo de forma expresa. Resulta notable que esta representación geométrica comience siendo funcional y no solo decorativa.
Así, en la Sala de la Justicia del Real Alcázar de Sevilla, una qubba configurada hacia 1340 bajo el reinado de Alfonso XI, aunque siguiendo la lógica evolutiva de las formas andalusíes, en donde se inserta en un conjunto de palacios almohades más antiguos. De la fuente de su centro mana un chorro de agua que se dirige, por una canaleja, hasta desembocar en el estanque del contiguo patio del Yeso. Es significativo que esta conducción en mármol esté labrada en el fondo con unas hendiduras en zigzag. Con ellas, la ingeniería hidráulica andalusí consigue que al desplazarse el fluido, se produzca el efecto de una pequeña turbulencia.
Sin duda, este serpenteo debía ser muy familiar en una cultura que conocía bien las orillas del gran lago salado del Sahara, Chott-El–Djerid, en Túnez, cuyos depósitos de sal favorecen esas mismas ondulaciones sobre su superficie. Un efecto parecido podría apreciarse siglos atrás en el lago Iriki, donde desaparece el gran río de Marruecos, el Oued Drâa.
Las hendiduras en zigzag no solo se utilizaron en la piedra con la función de producir estas ondulaciones perceptibles, gratas a los sentidos. También las aplicaron a las conducciones subterráneas de agua, probablemente con el propósito de controlar mejor su velocidad y capacidad de arrastre, al disminuirla gracias a la rugosidad de la pared. Así aparecen en Granada, en el túnel de conducción que se dirigía desde el Albercón del Negro hacia el Palacio de los Alixares, Qasr al-Disar. Esta almunia, construida en el siglo XIV por Mohammed V como lugar de recreo, disponía de una alberca con zona de decantación, donde se recogía el agua suministrada para su consumo.
Este zigzag esculpido en el mármol pasó a la decoración. Ya sin ninguna función sobre la percepción del agua, más que la de su representación figurada. Transita así de la función a la forma, un proceso muchas veces repetido en la arquitectura histórica. Y como forma ahora geométrica, se repite en tazas de fuentes, estilizando sus ángulos y duplicando sus líneas de borde, para subrayar su presencia. Así ocurre en la taza (reutilizada) de la fuente del Patio de Lindaraja, hoy expuesta en el Museo de la Alhambra de Granada, y de la que copian varias fuentes restituidas recientemente, o en otras tazas de fuentes andalusíes.
Y también, mucho antes, en la Sevilla almohade del siglo XII, en los baños de García Jofre, recién descubiertos en la calle Mateos Gago, frente a la Giralda. Los baños, hoy integrados en un conocido bar de la ciudad, exhiben este motivo en zigzag en pintura realizada en el intradós de unos arcos de medio punto. Los arcos soportan una bella y sencilla cúpula semiesférica de base octogonal, que cubría la sala templada, al-bayt al-wastani. Esta sala era la de mayor concurrencia de los baños, donde se conversaba y establecían relaciones sociales en medio de nubes de vapor que escapaban por los tragaluces estrellados del techo.
Este proceso de representación geométrica es primero puntual, destinado a rellenar con decoración una parte u objeto. Mas adelante toma la medida de la infinitud en una dimensión (friso) o en dos (mosaico), y mediante la técnica del alicatado con azulejos vidriados se convierte en motivo decorativo. Estos motivos en zigzag ya no están necesariamente presentes donde está el agua, pero siguen asociados a los lugares por donde discurre, como rodapiés o pavimentos de suelos.
Así ocurre en el Palacio de Pedro I, un espléndido palacio mudéjar levantado entre 1356 y 1366 en el alcázar de Sevilla. Pedro I, que era llamado sultán por el gran visir Al-Jatib, por su cercanía al reino nazarí y a la cultura islámica, tomó de ella no solo sus formas arquitectónicas, sino también sus costumbres y hasta vestimentas. Decoró su palacio con alicatados exquisitos que emulaban a los almohades y a los del reino nazarí, con el que mantenía relaciones frecuentes, y del que también trajo artesanos y alarifes. En algunos rodapiés, que limitan paños de alicatado de su palacio en Sevilla, se instalaron frisos en zigzag que repetían el motivo del agua. En el propio reino nazarí de Granada, en el palacio de los Leones, al-Riyāḍ al-Saʽīd o “el Jardín Feliz”, construido por Muhammad V hacía 1380, aparece también este motivo como mosaico, en un suelo en la qubba de Abencerrajes, en la que una gran fuente vierte agua hacia el centro del patio.
Este mosaico en el suelo tiene una estructura matemática poco repetida en otros lugares. Sólo con giros de orden 2 (180o, punto amarillo en Imagen 9), y reflexiones con deslizamiento (una reflexión de eje discontinuo, seguida de una traslación con un vector paralelo a ese eje), que da lugar a una isometría del plano (el dibujo se mueve de forma coincidente con el que ya existía), se obtiene un grupo de movimientos, o grupo cristalográfico en dos dimensiones, conocido como pgg. Sin embargo, hay que hacer notar que esta clasificación tiene en cuenta la rotura de una simetría central por la disposición en espiga de las piezas, lo cual no tiene intencionalidad decorativa y es solo producto del empleo de una técnica de construcción de suelos basada en la utilización de azulejos de igual dimensión. Así, si consideramos que la banda en zigzag es continua, esta tendría una simetría central (Imagen 9, línea amarilla continua) y una con deslizamiento (línea amarilla discontinua) y el grupo resultante sería pmg. La alternancia de color verde y blanco no cambia por estos movimientos del plano.
La nueva representación del agua: un mosaico ondulatorio
Sin embargo, para los nazaríes, este zigzag no era la única forma de referencia geométrica al agua. En la construcción del Palacio de Comares, que comenzó, Ismail I (1314-1325), continúo Yusuf I (1333-1354) y terminó su hijo Muhammad V en 1370, hace su aparición un dibujo sorprendente, por ser el único de trazos muy sinuosos que hay en los alicatados de la Alhambra: la pajarita nazarí. Este motivo parte de tres brazos curvos, que girados 120o, vuelve a dar una coincidencia con la posición de partida. Este es el único movimiento permisible para ese patrón, aparte, naturalmente, de las traslaciones en dos direcciones para conseguir el recubrimiento de un plano, conceptualmente infinito. No hay simetrías, ni reflexiones con deslizamiento, solo los giros de orden 3. El resultado es una estructura matemática simple, conocida como grupo p3, que evoca con sus curvas la naturaleza ondulatoria del agua, perturbada por cualquier movimiento.
El mosaico de la pajarita se encuentra en el Patio de los Arrayanes, donde un gran estanque flanqueado por un jardín nazarí, anuncia la grandiosidad del palacio al que precede, en la aceptación de que el tamaño de la alberca y el acumulo de agua es proporcional al poder del soberano y la excelencia del palacio. Y también hace su presencia en el Baño Real de Comares, el más suntuoso y completo de los 9 baños documentados en el recinto de la Alhambra, y que fue construido para disfrute de la familia real.
En estos baños, hace su presencia tanto en la sala caliente como en la sala fría, solo con una diferencia: el cromatismo de las pajaritas que lo componen. Mientras en la sala caliente las hiladas de pajaritas son de un solo color y se alternan en su cromatismo ordenadamente, en la sala fría están colocadas desordenadamente, saltando en la misma fila de uno a otro color y combinándose de manera aparentemente caprichosa. Según Emparán [2], esta colocación es deliberada, y debe interpretarse junto con los poemas que adornan las respectivas salas. En el caso de la sala caliente, al-bayt al-sajun, sería reflejo simbólico de la combinación precisa de calor y frio, de dos opuestos lo que produce el orden en el agua de la sala. En la sala fría, al-bayt al-barid, la falta de equilibrio resulta en esa aleatoriedad cromática. Esta dualidad, por otra parte, también se dio en el reinado de Yusuf I, constructor del baño, una metáfora, como en otros motivos decorativos y epigráficos, del equilibrio y cualidades del soberano en el poder.
El agua y la poesía
Y la poesía, acreedora de tantas representaciones, también acoge la del agua en algunos de los muchos poemas epigrafiados en la Alhambra. Es el caso de la mas famosa instalación del monumento, la fuente del patio de los Leones. Una representación tan icónica de poder y exaltación no podía dejar de tener un bello poema, que está tallado sobre el tazón de la fuente, sustentado por los doce leones pétreos. El poema, debido a Ibn-Zamrak, puede leerse, según Emilio García-Gómez, como:
3. Al diáfano tazón, tallada perla,
El agua y la piedra, que empezamos a verlos trenzándose en los palacios de la Sevilla almohade, son una constante en la arquitectura de al-Andalus. Función y forma, soporte pétreo en una cultura que usaba de construir con ladrillo y yeso, elemento imprescindible del jardín prometido, símbolo de lo que siempre mana, el agua y sus representaciones geométricas y el mármol, del que están hechas las fuentes imperecederas del palacio, se funden en tan solo un verso: tan afín es lo duro a lo fluyente.
Referencias
[1] Bodner, B. L. The Planar Crystallographic Groups Represented at the Alhambra. Proceedings of Bridges 2013: Mathematics, Music, Art, Architecture, Culture, ed. George W. Hart y Reza Sarhangi, Phoenix, Tessellations Publishing, 2013 (pp. 225-232). http://archive.bridgesmathart.org/2013/bridges2013-225.pdf
[2] Castillo Castillo, C. El jardín islámico y su simbolismo. Cuadernos del CEMyR, 21; pp. 77- 88. 2013.
[3] Emparán, M. A. Relaciones simbólicas en los alicatados de la Alhambra bajo la simetría del plano euclidiano. Doble metáfora en el Baño de Comares. INTUS-LEGERE HISTORIA, vol. 11, n° 1, pp. 121-144 (2017). DOI:10.15691/07176864.20017.006
[4] García Cómez, E. Poemas árabes en los muros y fuentes de La Alhambra. Publicaciones del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos de Madrid. Madrid, 1985.
[5] Grabar, O. La Alhambra: Iconografía, Formas y Valores, Alianza Forma, Madrid, 1978.
[6] Grünbaum, B., Grünbaum, Z. and Shephard, G. C. Symmetry in Moorish and Other Ornaments. Comp. & Maths with Applications, vol. 12B, nº. 3 / 4, pp. 641 – 653, 1986.
[7] López Guzmán, R. Relaciones artísticas entre el Sultanato Nazarí y el Reino de Castilla. En El intercambio artístico entre los reinos hispanos y las cortes europeas en la Baja Edad Media. León: Universidad de León, pp. 83-102. 2009.
[8] Rodríguez Estévez, J. C. El espejo y la serpiente. Una aproximación al jardín islámico. En Al-Andalus y Oriente Medio: pasado y presente de una herencia común. Sevilla. Fundación El Monte, pp. 167-193/205-211. 2006.
[9] Tabales Rodríguez, M. A. El Alcázar de Sevilla. Reflexiones sobre su origen y transformación durante la Edad Media. Memoria de Investigación Arqueológica 2000-2005. Sevilla: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. 2010.
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