El saber científico se asienta en el rigor de leyes universales. Prueba y error se suceden hasta dar con afirmaciones incontestables. Pero el paso a su puesta en servicio para resolver problemas de la ciudadanía se entrelaza al margen de dogmas, con debate y democracia. Tal combinación, que asustaría a cualquiera, lo abordan con valentía y conocimiento un grupo de jóvenes de 16 años gracias al Parlamento Científico, que acaba de culminar su sexta edición en la sede del Parlamento autonómico andaluz.
–Retoma la palabra la Comisión de Energía Eléctrica para que puede proceder a la lectura de su resolución.
Con un lenguaje formal y estricto, Ana, la presidenta del Parlamento Científico se comporta como la veterana que es a sus poco más de 20 años. Va dando el uso de la palabra a unos intervinientes que, con 16 y 17 años, muestran un respeto absoluto a las alocuciones de los demás. En el amplio salón de usos múltiples de la Cámara regional, delante de un gigantesco tapiz con el escudo de Andalucía, culmina mucho trabajo previo por parte de 14 institutos de Secundaria.
El VI Parlamento Científico lo impulsan la Fundación Descubre, la Sociedad Andaluza para la Divulgación de la Ciencia y la asociación Educa punto Ambiental. En esta ocasión el cambio climático es el eje de los cuatro temas que han debatido 56 alumnos: residuos plásticos; energía eléctrica y ciudad; movilidad y salud; y alimentación y cambio climático. La jornada final culmina un proceso que arrancó en los centros educativos, donde los jóvenes estudiaron el cambio global con el profesorado.
Uno de ellos es Juan Govantes, profesor en San Fernando. “Estos alumnos no representan a la media, se trata de los que destacan en asuntos de ciencia, pero es por los que debemos apostar ante el futuro”, afirma. Vanesa Sanchidrián llega desde La Puebla de Vícar (Almería), y explica con soltura su punto de vista ante la crisis energética, que incluye la apuesta por la nuclear como fórmula para una transición hacia las renovables. Tiene 16 años y quiere estudiar Farmacia.
Marta Reina y María García son de las profesoras, en su caso del Santa Ana, centro de Sevilla capital, que han ido trabajando con algunos estudiantes para que en esta mañana parlamentaria luzcan su capacidad. “Las nuevas tecnologías les ayudan y no; viven con un exceso de información, y la clave se halla en que consulten la que sea fiable”, afirma Reina entre el maremágnum de ‘señorías’ en el Salón de Pasos Perdidos, no en vano se trata de una jornada de final de ‘legislatura’.
El punto de vista que sostienen los jóvenes respecto a nuestra actual democracia se presenta con optimismo en este encuentro. Araceli García, 16 años y de La Puebla de Vícar, admite que la vida política es “difícil, la vemos como algo muy formal”. Las dos profesoras del Santa Ana coinciden en que el desapego también se produce, pero más la tensión de vivir a sus 17 años el preámbulo de la ciudadanía plena. “Les insistimos en escuchar, que es lo que más les cuesta, escuchar; y aunque su opinión hacia la vida política es regular, la actitud en general es buena”.
Govantes considera que esta generación sufre “apatía” en cuanto a debate y conocimiento de política y economía comparada con la de él. Eso sí, admite que cuando se trata de asuntos ambientales “algo ha cambiado en el último año; quizás por las noticias tan alarmistas el alumnado se plantea su papel en esta crisis” y participa, aunque con mayor voluntad de implicación desde los institutos urbanos que desde los rurales.
Alguien habla en los pasillos sobre la activista Greta Thunberg, de la misma edad que los participantes en el Parlamento Científico, mientras apura una golosina que le deja la lengua azul. Josetxu Ferreras, coordinador del Parlamento Científico de Jóvenes y presidente de Educa punto Ambiental, explica a los periodistas que, en efecto, se acrecienta la sensación entre los jóvenes de que el peligro aumenta, “hay una alerta” planetaria.
Ferreras indica que los cuatro temas elegidos se corresponden a los que más emisiones de efecto invernadero causan. Debe terminar rápido sus explicaciones porque la estricta presidenta –que se ha ganado sus galones con participaciones previas en la iniciativa- impone silencio para culminar la sesión de una idea que financia la Consejería de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad y la de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible; en colaboración con el Centro del Profesorado de Sevilla; el Parlamento de Andalucía; el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Pabellón de la Navegación.
En el plenario se suceden las intervenciones. La conveniencia de la energía nuclear, apoyada en las aparentes bondades de los generadores de cuarta generación, motiva dudas entre los miembros que no pertenecen a la Comisión de Energía, pero dentro de una estricta cortesía que se calificaba como británica antes de los debates parlamentarios por el Brexit. Uno de los parlamentarios adolescentes afirma que “la electrificación total de la flota de transporte público se plantea en un plazo demasiado indeterminado dada la emergencia climática que vivimos”, reflexión que tendría perfecto acomodo en el salón de plenos real.
Es uno de los jóvenes en los que merece la pena confiar el futuro de Andalucía. Han sido elegidos por sus compañeros para esta fase final, y provienen de los institutos Botánico (San Fernando, Cádiz); La Puebla (La Puebla de Vícar, Almería); Fuentegrande (Alcalá del Valle, Cádiz); Averroes (Córdoba); La Madraza (Granada); La Orden (Huelva); y los centros sevillanos Colegio Aljarafe (Mairena del Aljarafe); Colegio Santa Ana (Sevilla); Al Andalus (Arahal, Sevilla); Fernando de Herrera (Sevilla); Hipatia (Mairena); Mateo Alemán (San Juan de Aznalfarache); Severo Ochoa (Sevilla) y V Centenario (Sevilla).
Termina la sesión y la experiencia se torna una auténtica fiesta de convivencia. Algún diputado autonómico camina por Pasos Perdidos con la mirada envidiosa ante la actitud y la aptitud de estos 56 jóvenes. Las cuatro resoluciones fueron aprobadas en sendas votaciones con amplias mayorías. Las que todos esperan por parte de los adultos.
Mociones aprobadas
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