Granada /
09 de octubre de 2019

Carta a los Gobiernos europeos para que no retiren la madera muerta de los bosques ni reforesten a gran escala tras sequías o incendios

Fotografía ilustrativa de la noticia

En una carta publicada en la revista Science, los investigadores (entre ellos, un ecólogo de la Universidad de Granada) solicitan a las autoridades “un cambio radical” en su estrategia de manejo forestal. La retirada a gran escala de la madera muerta en los bosques ha demostrado tener efectos negativos considerables en la diversidad de insectos que dependen de la madera muerta.

Un equipo internacional de ecólogos forestales, entre los que se encuentra un investigador de la Universidad de Granada (UGR), ha pedido a los Gobiernos de los países de Europa central “un cambio radical” en la estrategia que actualmente siguen para manejarlos bosques tras eventos de mortalidad del arbolado, tales como los incendios, las tormentas o las sequías extremas.

El investigador de la UGR Alexandro B. Leverkus es uno de los autores de este trabajo publicado en ‘Science’.

En una carta publicada en la revista Science (una de las publicaciones científicas más prestigiosas del mundo), los investigadores Simon Thorn, Joerg Mueller y Alexandro Leverkus, de Julius-Maximilians-Universität (JMU) Würzburg en Baviera (Alemania) y la Universidad de Granada, defienden que la retiradade la madera muerta y la reforestación a gran escala no son la estrategia correcta.

Durante siglos, la silvicultura ha seguido una estrategia de retirada de madera muertay reforestación, que ha tenido como consecuencia una disminución constante de la diversidad biológica y la extinción de muchos hongos e insectos que dependen de la madera muerta.

Los investigadores advierten en su artículo de que una “limpieza” a gran escala en el bosque ha demostrado tener efectos negativos considerables en la diversidad de insectos que dependen de la madera muerta, y ponen como ejemplo las políticas implementadas por el Ministerio Federal de Alimentación y Agricultura de Alemania, cuya titular, la ministra Julia Klöckner, planea en los próximos años una limpieza a gran escala (tala de árboles muertos tras la gran sequía de 2018) seguida de un programa de reforestación, con fondos que podrían rondar los 800 millones de euros.

Los ecólogos defienden en Science que los subsidios públicos “deberían estar destinados a preservar la madera muerta creada por las perturbaciones forestales, para detener la dramática disminución de los insectos”.

“Es probable que laestrategia del Gobierno federal alemán, y de otros gobiernos de Europa central contra el “Forest Dieback 2.0″ cree extensos y homogéneos rodales forestales que sigan siendo particularmente vulnerables a los impactos del cambio climático futuro”, afirmaAlexandro B. Leverkus, investigador del departamento de Ecología de la Universidad de Granada. Como“Forest Dieback 2.0” se denomina la mortalidad de bosques por todo el centro de Europa ocurrida tras la grave sequía de 2018 (“2.0” para diferenciarla de la mortalidad por lluvia ácida de los años ’80).

Imagen de la zona afectada por el incendio de Las Peñuelas en el Parque Natural de Doñana, donde se ve una buena regeneración de muchas especies autóctonas sin necesidad de intervención.

Por lo tanto, los países europeos deberían reconsiderar sus esfuerzos estratégicos y financieros para generar bosques resistentes al cambio climático.

Las perturbaciones naturales como las tormentas, los brotes de escarabajos y la sequía crean huecos en los bosques, lo que permite el crecimiento de una amplia variedad de especies de árboles nativos. Según los científicos, esta diversidad aumenta la resistencia del bosque a los fenómenos meteorológicos extremos.

Por el contrario, la reforestación rápida conduce a grupos densos de árboles de la misma edad, que son altamente susceptibles a los fenómenos meteorológicos, los incendios y las plagas. Las subvenciones para la silvicultura deberían promover una diversificación de las especies y edades de los árboles, así como la presencia de huecos en el dosel. Esta estrategia beneficiaría a especies de árboles económicamente importantes y simultáneamente preservaría a numerosas especies de insectos en peligro de extinción.


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