Un equipo de investigación del Centro Superior de Investigaciones Científicas de la Estación Experimental del Zaidín ha confirmado en laboratorio con cultivos celulares de intestino que una dieta suplementada con este mineral previene el daño producido por el calor ambiental, por su alta actividad antioxidante.
De entre las consecuencias que devienen con el cambio climático se encuentra el aumento de temperaturas, tormentas más intensas y olas de calor más fuertes. Somos testigos de lo que ocurre al observar el derretimiento de los glaciares, viendo cómo los huracanes son más peligrosos y cómo crece el nivel del mar cada año. Estos fenómenos originan modificaciones en los ecosistemas, pero también en el organismo, tanto de animales como de humanos. Especialmente, su acción sobre los órganos más sensibles a los cambios térmicos podría derivar en la desaparición de ciertas especies.
Es el caso de la mucosa intestinal, muy sensible al aumento de temperatura. Es la mayor barrera protectora del cuerpo humano con el exterior. A diferencia de la piel, que tiene varias capas, ésta sólo presenta un nivel. Si esta envoltura se vuelve permeable, ciertas sustancias que deben desecharse pueden pasar al torrente sanguíneo produciendo problemas en otras partes del organismo.
En un trabajo publicado en la revista Journal of Functional Foods dos investigadoras del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-Granada) han confirmado los efectos negativos del calor sobre el intestino y cómo el zinc puede ayudar a prevenirlos. El aumento de la permeabilidad y la muerte celular provoca no solo problemas relacionados con la propia digestión, sino que pueden desarrollarse otra serie de dolencias derivadas de una mala absorción de nutrientes.
Así, han confirmado en ensayos de laboratorio sobre líneas celulares de intestino humano que el zinc previene el estrés oxidativo e incluso revierte el daño inducido previamente por el calor en ellas. ”Hemos determinado que este mineral juega un papel esencial como activador de enzimas antioxidantes, que son fundamentales en la protección de las células contra elementos que provocan la liberación de radicales libres de oxígeno, causantes de daños significativos en las estructuras celulares”, indica a la Fundación Descubre la investigadora del CSIC Isabel Seiquer, autora del artículo.
Minerales contra el calor
Aunque este trabajo se sitúa en el plano del laboratorio, las expertas proponen el zinc como uno de esos elementos que pueden neutralizar los daños producidos por estrés térmico en los animales y en humanos. Actualmente, están analizando los datos de otros estudios complementarios a este que permitirán conocer el efecto de la suplementación de la dieta con zinc en cerdos ibéricos y así conocer si el posible beneficio se podría extrapolar a los humanos. También desarrollan trabajos paralelos sobre los beneficios de otros minerales en la dieta como el magnesio.
Concretamente, las investigadoras han confirmado la viabilidad de las líneas celulares intestinales en los distintos tratamientos ensayados. En principio, alimentaron a unas células con su dieta normal y a otras con una dieta suplementada con zinc. A continuación, las sometieron a distintas condiciones de temperatura. Por una parte, su temperatura habitual (37 grados centígrados) y por otra, a temperaturas más elevadas (41 y 42 grados centígrados) para estudiar cómo se comportan en las distintas pruebas de laboratorio.
El pretratamiento con zinc redujo la liberación de lactato deshidrogenasa, una enzima que refleja el daño de la membrana celular. La suplementación con este mineral redujo la generación de sustancias oxidativas en las células expuestas al estrés por calor y estimuló la actividad de las enzimas antioxidantes. Además, atenuó parcialmente el daño inducido por calor en la integridad de la mucosa y en su permeabilidad.
De esta manera, la lucha contra el cambio climático no solo se centra en cuidar del planeta con acciones como la tan necesaria reducción de la huella de carbono o el control de los recursos que se consumen, sino que también debe enfocarse en el análisis de los elementos que contribuyan a mejorar los efectos negativos que se producen en los seres vivos y que no son tan evidentes.
Más información en #CienciaDirecta: Confirman la capacidad regenerativa del zinc en células intestinales humanas
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