Arturo Ruiz es un apasionado de la arqueología, tanto que declara que apenas tiene tiempo libre. “Acabas apresado por tu propia profesión. Muchas veces digo: pero si yo tenía mucho más tiempo libre antes que ahora. Se te abren muchos más campos y no quieres decir que no”. La Arqueología y los viajes son fundamentales en su vida, tanto que en sus desplazamientos, sean por ocio o por trabajo, no puede faltar la visita a colegas o yacimientos de la zona. Cuando puede, le acompaña su mujer, Matilde. Tiene una amplia lista de lugares que le han marcado personal y profesionalmente.
“América, el desierto de Atacama me parece una zona espléndida, no sólo para la arqueología, sino también para el disfrute por su excepcionalidad. México, la zona de Guanajato. La Habana, he estado por allí para algún congreso y me sigue pareciendo una ciudad espléndida- sigue enumerando- En Asia he estado en Turkmenistán, donde hicimos un proyecto cerca de la frontera de Afganistán en unos momentos muy conflictivos cuando estaba la guerra con los rusos. Se nos cruzaban los tanques de vez en cuando en las prospecciones pero no tuvimos grandes problemas”.
A lo largo de su trayectoria profesional ha realizado varias estancias en el extranjero. Para el investigador una de la más importante fue la que le llevó, en el año 87, a la Universidad de Peruggia (Italia). Allí conoció al arqueólogo Mario Torelli, al que considera maestro y amigo, experto en los etruscos y uno de los grandes cerebros de la arqueología europea. “Torelli me marcó porque me permitió acceder a fondos bibliográficos espléndidos, entrar en debates teóricos y conocer un marco amplio de expertos en arqueología antigua”, recuerda. Sus desplazamientos a Francia son constantes ya que colabora con varias universidades galas.
En los años 90 pasó por Chile, Argentina y México. La comarca mexicana de Oaxaca le impresionó. “Toda la estructura del patrimonio arqueológico de México está mucho más desarrollada de lo que la gente pudiera pensar y además es un modelo para muchos países europeos que se creen que tienen muy avanzados sus estudios del patrimonio y allí tienen donde aprender. Sobre todo en lo relacionado con la musealización y la valoración social del patrimonio” destaca.
Como arqueólogo recomienda la visita indispensable a Pompeya (Napoles, Italia): “para ver una ciudad arqueológica con las paredes levantadas. Es una cosa verdaderamente asombrosa y encuentras respuesta a muchas de las preguntas que te haces cuando estás excavando.En Francia, el templo celta de Bibracte”. Y continúa con sus recomendaciones: “los etruscos tienen algunos sitios arqueológicos espléndidos en la zona de la Toscana como los túmulos funerarios de Cerveteri. En todos encuentras elementos que te impactan”.
A sus 65 años no para de viajar. Como presidente europeo, actualmente, del itinerario cultural “La Ruta de los Fenicios” del Consejo de Europa en el que participan 18 países de la cuenca mediterránea, tiene que desplazarse a reuniones que le llevan a Grecia, Túnez, Italia…. “Ahora con motivo de la Ruta de los Fenicios estuve en Selinunte, en Sicilia, que tiene los mejores templos griegos del mundo”, y aquí termina su recorrido.
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