Una proteína para identificar peces ‘estresados’ en la acuicultura
Un equipo de investigación de IFAPA ‘Agua del Pino’ (Huelva) y la Universidad de Huelva ha identificado una proteína del riñón de las especies acuícolas que mide su bienestar en cautividad. Con este conocimiento, se podrían desarrollar métodos alternativos de evaluación a los habituales, como el análisis de sangre o de órganos, que no requieran el sacrificio ni la punción de especímenes
Sanos, cómodos, bien alimentados, seguros y expresando formas innatas de comportamiento. Sin sensaciones desagradables de dolor, miedo o desasosiego. Ésta es la definición de bienestar animal, según la Organización Mundial de la Salud Animal. Para la familia de Sofía, que se dedica por entero a la acuicultura, éstos preceptos son esenciales para mantener la supervivencia de los peces que nadan día a día en sus instalaciones, la seguridad alimentaria del consumidor, la sostenibilidad de la producción y la calidad de su granja de corvinas, unos pescados blancos, de cuerpo alargado y gris, cuya carne se caracteriza por su sabroso gusto.
Aunque existen métodos y pautas estandarizadas en las granjas de acuicultura para medir el bienestar de los peces, éstos suelen requerir la punción o el sacrificio de un ejemplar. Estas técnicas son necesarias para garantizar que el resto especies del estanque están en buenas condiciones o comprobar si necesitan fármacos, cambios en el agua o identificar ejemplares enfermos. El sacrificio de una ejemplar es “un mal necesario”, como siempre se plantea Sofía, pero le gustaría que existieran métodos no invasivos que le ofrecieran la misma información sobre el estado de salud de las corvinas.
En esta cuestión trabaja un equipo de investigación de IFAPA ‘Agua del Pino’ (Huelva) y la Universidad de Huelva ha confirmado la validez de una proteína del riñón para medir el estrés de los peces en cautividad. Con este conocimiento, los científicos podrían desarrollar técnicas alternativas a las habituales, que requieren el sacrificio o la punción de un espécimen, para analizar el bienestar de las especies acuícolas. En cambio, podrían aportar a los acuicultores como Sofía técnicas para detectar la presencia de esta molécula, cromogranina A, en las escamas, el mucus de la piel, o heces del pescado vivo.
Enfermedades
El estrés de los peces en la acuicultura o la pesca comercial se produce al estar expuestos a temperaturas muy altas o muy bajas, factores fisicoquímicos extremos, la concentración de animales en un espacio reducido y la presencia de redes de captura, entre otras cuestiones. Los resultados del estudio publicado en Aquaculture muestran que tras un periodo de estrés continuado, los peces incrementan sus niveles de cromogranina A en los riñones, lo que produce un menor crecimiento y, en consecuencia, perjudica su capacidad reproductiva y favorece la aparición de enfermedades. Además, estos factores generan:
1. Escaso bienestar animal.
2. Reducen la calidad del pescado.
3. Afectan económicamente al acuicultor a largo plazo.
Esta proteína, cuya presencia en altas dosis se relaciona con patologías como el estrés agudo y los tumores, ya se había analizado con anterioridad en el organismo de los animales mamíferos y los humanos. No obstante, es la primera vez que se analiza y se comprueba la eficacia de la cromogranina A como marcador biológico del estrés en los peces. “Se ha comprobado que las concentraciones de estas proteínas en vertebrados superiores como perros y gatos son más altas, por los que es más difícil de detectar en peces. Sin embargo, hemos identificado altas dosis de la misma en los riñones de estos animales tras periodos de estrés y cuáles son sus efectos en el organismo”, explica a la Fundación Descubre el investigador de IFAPA Marcelino Herrera.
Punción o sacrificio
Las técnicas habituales para medir el estrés de estos animales suelen ser invasivas, ya que implican la punción de un espécimen e incluso su sacrificio para obtener datos rigurosos sobre su estado de salud, que pueden extrapolarse al resto de peces del tanque. Entre los marcadores del estrés más comunes, están las hormonas como el cortisol o la adrenalina, también los niveles de glucosa y los desórdenes metabólicos -es decir, trastornos que afectan cómo el pez procesa los nutrientes y la energía-, que derivan en un debilitamiento del sistema inmune y una consecuente mayor propensión a infecciones víricas y bacterianas, entre otras enfermedades. “Hay ocasiones en las que, dependiendo del estado previo de salud del pez, estos indicadores no son eficaces para señalar el estrés de los peces. Por eso queríamos proponer otro marcador alternativo”, comenta Marcelino Herrera.
Aunque todavía no se ha desarrollado la técnica para detectar esta proteína en el mucus de la piel o las heces de los peces, investigaciones como esta ayudan a incrementar las buenas prácticas en el sector y suponen una propuesta innovadora, cuyo objetivo es mejorar las técnicas existentes.
De este modo, cuando empresas acuícolas como la de Sofía puedan disponer del método analítico que quieren desarrollar los científicos para detectar la cromogranina A, podrán comprobar el bienestar de los peces en todas las fases del proceso productivo sin necesidad de emplear pruebas analíticas complejas y, más importante aún, ningún sacrificio.
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