Un equipo de investigación de la Estación Biológica de Doñana del CSIC ha confirmado que el tamaño de los granos que ingieren estas aves marinas determina la propagación y germinación de especies nocivas entre espacios muy alejados. Los resultados pueden ayudar a establecer estrategias de control de especies dañinas, como la aplicación de herbicidas en momentos clave, que eviten su proliferación fuera de su hábitat autóctono.
Juan Salvador Gaviota es una novela de los años 70 en la que su protagonista no se limita a vivir con las convenciones sociales impuestas siguiendo las pautas que marcan a todo ser vivo desde que nace. Él quiere volar, pero no como lo hacen los demás. No quiere subsistir. No se conforma con buscar comida, descansar y reproducirse. Para él no hay alturas ni distancias establecidas. Quiere ser libre.
En una época de transición en todo el mundo occidental, el incipiente desarrollo de la tecnología proponía nuevas metas y un mundo lleno de posibilidades en el que promover la creatividad y el ingenio y sobrevolar las costumbres más paralizantes de décadas y siglos anteriores.
Las gaviotas no hacen eso, Juan
Ya lo decías tú mismo: “Para la mayoría de las gaviotas no es volar lo que importa, sino comer”. Y así es. Comen en vertederos o humedales, descansan, vuelan a sus lugares de invernada o cría, descansan, comen… Pero en estos trayectos, las gaviotas van dejando huella, concretamente, malas hierbas, plantas invasoras, bacterias resistentes a antibióticos y contaminantes de diversa índole.
Así lo ha demostrado un equipo de investigación de la Estación Biológica de Doñana del CSIC, ubicado en el Parque Científico Tecnológico Cartuja (Sevilla), y las universidades de Sevilla, Granada y Cádiz y la Academia Húngara de Ciencias. Según un estudio que ha publicado en la revista Plants, las semillas ingeridas por gaviotas pueden germinar tras su paso por el tracto digestivo llegando a grandes distancias, y los granos de tamaño medio son los que tienen una mayor supervivencia.
Este proceso se llama endozoocoria y favorece la conexión y flujo génico entre poblaciones de plantas alejadas entre sí. Los expertos han cuantificado la proporción de semillas que sobreviven a la digestión. También, han analizado el tiempo que permanecen las semillas en el interior de las gaviotas y su potencial de germinación para conocer la distancia a la que podrían dispersarse. Han concluido que especies de plantas sin frutos carnosos pueden viajar más lejos que lo que se preveía según sus características.
De esta manera, conociendo previamente los movimientos de estas aves se pueden lograr distintos objetivos:
- crear un mapa que determine las distancias de dispersión de las semillas
- establecer estrategias para la aplicación de herbicidas que impidan su crecimiento en los momentos oportunos para evitar su proliferación y propagación.
De gaviotas y granos
Mediante un ensayo controlado en cautividad, los investigadores analizaron cinco especies consideradas como malas hierbas para los arrozales andaluces. “Los resultados apuntan a que las semillas más pequeñas tienen mayor supervivencia, pero un tiempo de retención más corto que las especies más grandes. Esto es importante para estimar la distancia a la que pueden ser dispersadas las semillas de forma efectiva”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Estación Biológica de Doñana del CSIC Marta Sánchez, autora del artículo.
El trabajo ha sido el primer estudio experimental en gaviotas sobre la dispersión de semillas no carnosas, es decir, aquellas que no tienen pulpa, específicamente, de malas hierbas. Los resultados demuestran que un 72% de este tipo de grano sobrevive a la digestión en las gaviotas y pueden germinar.
Semillas viajeras
La dispersión de semillas entre hábitats es fundamental para asegurar la evolución y supervivencia de las especies, siendo uno de los principales servicios que ofrecen los ecosistemas al ser humano. Los investigadores profundizan en quiénes son los agentes transportadores y el material que viaja con ellos. “En esta línea, las gaviotas han sufrido un importante incremento poblacional en Europa en las últimas décadas debido a la proliferación de vertederos a cielo abierto, y son un vector clave de dispersión desde el norte, donde crían, hasta Andalucía y el norte de África donde invernan”, indica la investigadora.
Durante estos trayectos, las gaviotas buscan lugares donde alimentarse y han encontrado en los vertederos de las ciudades una fuente inagotable de suministros durante todo el año. Posteriormente, descansan en humedales, donde depositan las semillas, bacterias y otros organismos que han consumido previamente.
Gaviotas con arroz
En los experimentos, se seleccionaron siete gaviotas en un vertedero y se las alimentó incluyendo en su dieta cinco semillas de especies consideradas invasoras y malas hierbas en campos de arroz. Durante casi dos meses analizaron las heces para cuantificar las semillas que habían permanecido intactas y confirmaron si germinaban y cuánto tardaban en hacerlo.
Que las aves dispersen semillas es crucial para la propagación de muchas plantas pero, a veces, puede ser causa de problemas ecológicos. Sin embargo, como Juan Salvador, no deben detenerse en medio del vuelo, sino que deben extender sus alas y seguir adelante. Su trabajo y el de los investigadores, de manera conjunta, propiciará que se encuentre la forma de minimizar el impacto de especies perjudiciales, asegurando que la libertad y las normas que construyen la diversidad y el equilibrio en nuestro ecosistema queden preservados.
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