Andalucía /
18 de noviembre de 2020

Resistencia a los antibióticos: una pandemia continua

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Ana Tamayo / Fundación Descubre.

Asesoría científica: Cristina Muñoz Madero, Rocío Fernández Urrusuno, Antonio López Navas, Hikmate Abriouel Hayani, José Miguel Mayor Moreno.

Cada año desde 2008, el día 18 de noviembre se celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos. Los expertos calculan que para el 2050 la resistencia a los antibióticos será la primera causa de muerte, superando al cáncer. Aún hay tiempo para revertir esta tendencia y en la lucha frente a esta amenaza sanitaria el papel de todos es fundamental.

La resistencia a los antibióticos provoca 33.000 muertes anuales en Europa y 3.000 en España.

Cuenta la doctora Ravina Kullar, investigadora estadounidense en enfermedades infecciosas y experta en el impacto de la resistencia bacteriana en la sociedad, que durante su primer año como médico residente en el hospital conoció a Jonathan, un paciente de 27 años que acababa de casarse e irradiaba felicidad mientras contaba historias sobre su luna de miel en las Islas Caimán. Poco después de regresar de ese viaje, mientras esquiaba, Jonathan se fracturó su fémur izquierdo, un accidente que requirió cirugía. La operación fue bien, pero pocos días después, mientras aún se recuperaba, despertó con un dolor terrible en la cadera, hinchado y con fiebre. El diagnóstico: infección en la sangre.

La doctora Kullar decidió comenzar un tratamiento con antibióticos de amplio espectro mientras esperaba los resultados del laboratorio de microbiología; este informe confirmaría el antibiótico más eficaz para tratar la bacteria concreta que le estaba causando la enfermedad. El mismo día que tuvieron noticias del laboratorio, la infección ya se había expandido a su cerebro. La doctora Kullar recuerda que miraba con desesperación aquel documento, esperando encontrar el antibiótico que curase a su paciente, pero al lado de cada antibiótico había escrita una ‘R’ de resistente, lo que quería decir que la bacteria no respondería a ningún antibiótico. Jonathan no pudo llegar a celebrar su primer año de aniversario.

Resistencia

La primera evidencia de resistencia a los antibióticos se reportó en los años 40, concretamente resistencia a la penicilina. “Se dice que una bacteria ha desarrollado resistencia cuando un antibiótico específico pierde su capacidad para destruirla o detener su crecimiento. La resistencia a los antibióticos puede ocurrir de manera natural como consecuencia de mutaciones en los genes de una bacteria; sin embargo, el uso excesivo e inadecuado de estos medicamentos acelera la aparición y la propagación de bacterias resistentes”, explica Cristina Muñoz Madero, coordinadora del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) en el área de salud animal.

Para vigilar de cerca las resistencias, España cuenta con un plan estratégico: el PRAN. Puesto en marcha en 2014, trabaja en seis líneas estratégicas desde un enfoque One Health, y desde una perspectiva multidisciplinar donde colaboran todas las comunidades autónomas; 8 ministerios; alrededor de 70 sociedades científicas, colegios profesionales y universidades; y más de 300 expertos.

En Andalucía, la Consejería de Salud y Familias va a replicar este plan de “una única salud” a través de la Estrategia para la Vigilancia y el Control de las Resistencias a los Antimicrobianos. La Comunidad promueve desde 2005 la Estrategia de Seguridad del Paciente, con medidas preventivas tanto para pacientes como profesionales sanitarios; así como la promoción del uso prudente de los antimicrobianos, a través de los Programas de Optimización de Antimicrobianos (PROA), en los Centros de Atención Primaria y los Hospitales del Sistema Sanitario Público. “La integración de las líneas de Salud Animal y Ambiental con la Humana se identifica como una oportunidad para seguir avanzando en la lucha contra las resistencias a los antibióticos en Andalucía”, puntualiza Rocío Fernández Urrusuno, farmacéutica de Atención Primaria y coordinadora científico-técnica PROA en la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía.

Y es que en la actualidad la resistencia bacteriana provoca 33.000 muertes anuales en Europa y 3.000 en España. Si no se toman medidas urgentes, los expertos estiman que en el año 2050 este problema podría convertirse en la primera causa de muerte, por delante del cáncer. Estos pronósticos han llevado a temer la llegada de una era post-antibiótica que, según Antonio López Navas, coordinador del PRAN en el área de salud humana, “es un término que utilizamos para referirnos a la posibilidad de que, como consecuencia de la resistencia bacteriana, la medicina pueda retroceder a la era anterior a los antibióticos, cuando una infección bacteriana corriente, como una neumonía, podía suponer una sentencia de muerte”.

Una única salud

La resistencia a los antibióticos es un problema de salud global que deber ser abordado desde una visión One Health o de “Una única salud”. Esto significa que el uso inadecuado de antibióticos en medicina veterinaria conlleva el mismo riesgo que en salud humana y medioambiental, puesto que las bacterias resistentes pueden propagarse tanto a través del contacto con humanos, animales como del medio ambiente.

 

De izquierda a derecha, José Miguel Mayor Moreno, Hikmate Abriouel Hayani y Rocío Fernández Urrusuno.

“Todos somos responsables de que esta emergencia haya llegado. El mal uso y abuso de los antibióticos, tanto en granjas como a nivel terapéutico, ha creado un reservorio muy importante de bacterias resistentes. Y la interconexión entre los diferentes ambientes ha agravado este problema”, puntualiza Hikmate Abriouel Hayani, investigadora en la Universidad de Jaén. Su grupo de investigación lleva años trabajando con agentes antimicrobianos y estudiando la incidencia y la manera de transmisión de los genes resistentes: “pueden pasar desde los animales a las superficies y utensilios; de ahí, por contacto directo, a las personas. A través de los alimentos también pueden pasar a los humanos. Hay una transmisión clara entre animales, humanos y medioambiente. No podemos abordar este problema solo desde una perspectiva, tenemos que hacerlo desde una visión múltiple”, manifiesta la investigadora.

Abogando por la importancia de la prevención, Abriouel Hayani junto a otros colegas de la Universidad de Jaén, han creado un desinfectante que no sólo elimina las bacterias patógenas, sino que también acaba con su capacidad de evolucionar genéticamente y adquirir resistencia ante agentes antimicrobianos.

En salud animal, los veterinarios en todas sus vertientes (prescriptores, productores de alimentos y animales de compañía), están fuertemente comprometidos con el buen uso de los antibióticos. José Miguel Mayor Moreno, presidente del Colegio de Veterinarios de Granada, recuerda cómo hace veinte años, cuando comenzó a estudiar, el uso de antibióticos como tratamiento preventivo era una práctica habitual y recomendada; algo que ahora está prohibido y en desuso. La prevención es la primera opción para estos profesionales científico-sanitarios: vacunación, higiene, concienciación del ganadero. “Hemos contado con lo que creíamos que era un arma infinita y sin contraindicación, y nos estamos dando cuenta de que quizá sí tiene contraindicaciones y que nos quedamos sin balas. La formación es esencial para adquirir nuevas herramientas que ayuden a combatir las resistencias”, sentencia Mayor Moreno.

Al igual que los humanos hemos aprendido medidas de distanciamiento social, e incluso hemos sufrido el confinamiento, los veterinarios vienen poniendo en práctica estas medidas desde siempre para evitar la transferencia de patógenos entre, por ejemplo, animales salvajes y animales de explotaciones ganaderas. Estas acciones se enmarcan dentro del término “bioseguridad”: un conjunto de medidas, tanto de infraestructura como de prácticas de manejo, que tienen como fin evitar o reducir el riesgo de entrada de enfermedades infecto-contagiosas y parasitarias, y su posterior difusión dentro de una explotación o hacia otras explotaciones ganaderas. “La adopción de todas estas medidas supone un mayor esfuerzo por parte de los veterinarios, pero a largo plazo es mucho mejor para el ganadero, para la salud pública y la salud integral. No dejamos residuos en el medioambiente ni en los alimentos, evitando fomentar las resistencias antimicrobianas”, aclara el presidente del Colegio de Veterinarios de Granada.

En medicina humana, las prácticas de los profesionales sanitarios son cruciales para esta lucha. La prescripción inadecuada es una de las principales razones por las que el consumo de antibióticos en España sigue siendo demasiado alto. Se calcula que alrededor del 40-50% de las prescripciones de antibióticos en hospitales y Atención Primaria son inadecuadas. “Tenemos que evitar dejarnos llevar por la inercia terapéutica y realizar diagnósticos precisos en función de las características del proceso y del paciente. A veces tratamos síntomas sin valorar la gravedad del proceso y otras circunstancias del enfermo, que pueden determinar un abordaje terapéutico diferenciado”, explica Rocío Fernández Urrusuno.

Fernández Urrusuno reconoce la labor esencial que realizan los farmacéuticos de atención primaria en la promoción del uso adecuado de los antibióticos. En Andalucía, estos profesionales coordinan la mayoría de los equipos multidisciplinares que desarrollan los Programas de Optimización de Antimicrobianos (PROA) en este ámbito. “Los farmacéuticos de atención primaria llevan años liderando la formación sobre el uso adecuado de los medicamentos, trabajando en equipos multidisciplinares para la elaboración de protocolos, procesos asistenciales y guías farmacoterapéuticas”, asevera Fernández.

Daños colaterales de la COVID-19

Según la última encuesta Eurobarómetro (2018) sobre los conocimientos de los ciudadanos acerca de los antibióticos y las tendencias generales de su uso, España continúa siendo uno de los países de la Unión Europea con mayor consumo de estos medicamentos. La buena noticia es que esta tendencia es decreciente y arroja datos esperanzadores, sobre todo en salud animal, donde los programas REDUCE del PRAN han contribuido a una notable disminución en el consumo de estos medicamentos. En el sector porcino, por ejemplo, el uso de colistina ha caído en un 97,18 % (2015-2018).

En el actual contexto de pandemia, las tendencias parecen haberse visto afectadas, especialmente en salud humana. El análisis preliminar de los datos disponibles de 2020 confirma un incremento significativo de consumo de antibióticos en el ámbito hospitalario y una notable bajada en el sector comunitario durante marzo y abril. “La subida en hospitales responde a la incertidumbre diagnóstica en el inicio de la pandemia, así como a la prescripción de antibióticos en pacientes COVID-19 de acuerdo con los protocolos de manejo clínico establecidos. Por otra parte, la bajada en Atención Primaria responde a la disminución del número de consultas en los centros sanitarios durante el período de confinamiento”, explica Antonio López Navas desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.


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