Granada /
25 de agosto de 2025

Rebelión en la granja contra la contaminación de los purines de cerdo

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca

Fuente: Fundación Descubre

Un equipo de investigación de la Estación Experimental el Zaidín de Granada (CSIC), del Centro Tecnológico EnergyLab y de la Universidad de Copenhague ha aplicado una solución a partir de residuos vegetales para reducir la liberación de sustancias nocivas de los desechos de la ganadería porcina. El hallazgo ofrece una alternativa al uso de productos químicos agresivos y abre la puerta a nuevas formas de gestionar el estiércol con menor impacto ambiental.

Los cerdos han sido protagonistas en multitud de historias de ficción: ‘Los tres cerditos’, ‘Babe’, ‘Peppa Pig’ o ‘Angry birds’. Se les ha dotado de numerosas cualidades como la valentía, la inteligencia, la tosquedad o incluso, lo cómico. En ‘Rebelión en la granja’, George Orwell los imaginó tomando el control para librarse de la opresión humana, solo para terminar atrapados en las mismas trampas del poder.

Ocho décadas después, los cerdos vuelven a ser protagonistas de una historia, pero esta vez el guión es distinto. No se trata de una fábula política, sino de una revolución silenciosa a favor del planeta. Aquí, no llevan pancartas ni proclamas, sino que la voz para el cambio se alza desde un jugo vegetal que lucha contra el cambio climático.

Los ganaderos se enfrentan al problema de la gestión de los purines porcinos, una mezcla líquida de heces y orina, que es usado como fertilizante orgánico, ya que es muy rico en nutrientes. Si se almacena sin tratamiento, puede liberar gases contaminantes como amoníaco y metano, con efectos perjudiciales para el clima, el suelo, el aire y la salud humana. 

Un círculo ‘verde’ contra la contaminación

La prioridad para los criadores de cerdo de lograr un tratamiento que minimice su impacto ambiental ha llevado a un equipo de investigación del Centro Tecnológico EnergyLab de la Estación Experimental el Zaidín de Granada (CSIC) y de la Universidad de Copenhague a trabajar para que hasta el último residuo porcino deje de ser un problema ambiental y se convierta en parte de la solución.

Al añadir brown juice al purín de cerdo, se activa un proceso natural de fermentación.

Así, ha desarrollado un tratamiento para los purines de cerdo que minimiza la producción de elementos contaminantes. Ha logrado mantener estable la acidez del estiércol durante seis semanas, lo que frena la liberación de amoníaco y metano. A partir de los residuos de otras empresas, se consigue el almacenamiento sin riesgos para el medio ambiente y mejora sus propiedades como fertilizante. 

El círculo comienza en la industria de la producción de proteínas vegetales que parte de plantas como la alfalfa, la soja o el guisante. Mediante un proceso llamado biorrefinería verde, se producen estas sustancias orientadas a convertirse en aditivos que enriquecen alimentos o piensos. Sin embargo, también generan residuos sólidos o fibras que pueden usarse para otros fines: compostaje, generación de biogás o como materia prima en materiales biodegradables. Además, extraen un líquido rico en nutrientes y azúcares, llamado brown juice.

Los expertos han añadido el brown juice a los purines de cerdos en laboratorio y han logrado que baje su pH, lo que conlleva mayores garantías para el medio ambiente en la gestión de los desechos del cerdo. En un artículo publicado en la revista Journal of Environmental Chemical Engineering explican cómo consiguen que no sobrepasen los 5,5 de acidez, ya que a partir de esa medida comienzan a emitir amoníaco y metano.

Los expertos compararon estrategias distintas con el mismo purín de cerdo durante un almacenamiento prolongado de 42 días.

De esta manera se logra un círculo económico y sostenible de distintas áreas. “Por un lado, las empresas productoras de proteínas logran dar valor al brown juice, uno de sus subproductos. Se facilita la gestión de los criaderos de cerdo del purín que pueden almacenarlo sin riesgo para el medio ambiente. Se logra un fertilizante con mejores prestaciones, más rico en nutrientes y menos contaminante”, indica a la Fundación Descubre la investigadora del CSIC Beatriz Gómez-Muñoz, autora del artículo.

Un avance para la sostenibilidad agrícola y ganadera

Los expertos compararon estrategias distintas con el mismo purín de cerdo durante un almacenamiento prolongado de 42 días sin acidificar y acidificados con ácido sulfúrico:

  • Con el estiércol sin tratar.
  • Con glucosa.
  • Con brown juice en el 50% del volumen total.
  • Con glucosa mezclado con brown juice al 20%.

La idea era bajar el pH del purín sin depender exclusivamente de químicos agresivos como el ácido sulfúrico, el que más se utiliza actualmente, pero que supone un peligro para quienes lo manejan, tiene un alto potencial de riesgo ambiental y es más costoso. La combinación de una ligera acidificación química con brown juice resultó ser la estrategia más equilibrada: logró estabilizar la acidez, reducir significativamente las emisiones de amoníaco y metano, y minimizar el uso de productos químicos, lo que permite una gestión más sostenible y menos agresiva para el medio.

La investigadora del CSIC Beatriz Gómez-Muñoz, autora del artículo.

Así, al añadir brown juice al purín de cerdo, se activa un proceso natural de fermentación. Esto ocurre gracias a bacterias beneficiosas, llamadas lácticas, que ya están presentes en él. Estos microorganismos se alimentan de sus azúcares y producen ácido láctico, que reduce el pH. Al ser bajo, el amoníaco no se escapa al aire en forma de gas, sino que se queda retenido en forma de amonio, que es un nutriente esencial para las plantas. Así, se consigue reducir la contaminación del aire y, al mismo tiempo, mejorar el valor fertilizante del purín, haciendo que se aproveche mejor como abono natural.

El siguiente paso sería estudiar qué cantidad exacta de
brown juice y ácido es necesaria para lograr el equilibrio perfecto entre eficacia, costo y sostenibilidad, adaptado a distintos tipos de purín o climas. Por último, realizarán ensayos a escala piloto o en granjas comerciales para comprobar si los resultados se mantienen con volúmenes grandes y en ambientes variables. 

Si Orwell utilizó a los cerdos para advertirnos sobre los peligros del poder, hoy podemos usarlos como símbolo de un cambio posible: el de una ganadería que se convierte en aliada del planeta. Esta vez no hay consignas manipuladas ni falsas promesas: hay ciencia, cooperación y un ciclo donde nada se desperdicia y todo se transforma. Una rebelión verdadera, no contra el granjero, sino contra la contaminación.

Más información en #CienciaDirecta: Desarrollan un tratamiento de purines de cerdo que reduce la emisión de gases de efecto invernadero


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