Andalucía /
20 de junio de 2024

¿Qué nos conduce a la felicidad?

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Amalia Rodríguez / Fundación Descubre

Hoy comienza el verano y con esta nueva estación del año llegan más horas de luz, se acercan las vacaciones y con ellas el descanso, los viajes… factores psicológicos y climatológicos que influyen a la hora de alcanzar este estado de ánimo. La ciencia ha analizado la felicidad desde diversas perspectivas, entre ellas la psicológica. En este sentido, investigadores andaluces confirman que las personas mayores son más felices que los jóvenes. También aseguran que actividades como jugar o hacer ejercicio físico al aire libre con la familia resultan ser acciones protectoras de la felicidad. 

“Yo para ser feliz quiero un camión”. Si al terminar de leer el entrecomillado anterior te has parado y lo has vuelto a leer esta vez con la entonación propia de este popular tema de Loquillo y los Trogloditas, seguramente estés esbozando ahora mismo una sonrisa.

Con camión o sin él, hay muchos factores que influyen a lo largo de nuestra vida en que nos sintamos bien y lleguemos a ser felices. Precisamente hoy, 20 de junio, se ha instaurado como el día más feliz del año, una efeméride que se está haciendo cada vez más popular.

El origen del Yellow Day, como también se le conoce, surgió hace casi dos décadas a partir de una fórmula matemática ideada por un grupo de expertos en psicología y meteorología, liderados por Cliff Arnall, psicólogo e investigador de la Universidad de Cardiff (Reino Unido). En su estudio científico, determinaron que durante la tercera semana de junio confluyen varios factores psicológicos y climáticos que favorecen a la mejora del ánimo de las personas:

  • la presencia de aire libre
  • la conexión con la naturaleza
  • la socialización
  • los recuerdos positivos de la infancia
  •  la temperatura media cálida
  • las vacaciones

¿Qué es realmente la felicidad?

El investigador de la Universidad de Huelva Diego Gómez Baya define la felicidad, también conocida en psicología como felicidad subjetiva, como la valoración que una persona hace sobre cómo se siente con su vida en general. “Esta valoración general es de carácter afectivo, pues se centra en cómo nos sentimos con nosotros mismos y nuestras vidas, lo que la diferencia de la satisfacción con la vida, que supone una evaluación cognitiva y conlleva una comparación reflexiva del yo real con el yo ideal” explica este experto.

El investigador de la Universidad de Huelva Diego Gómez Baya.

El investigador de la Universidad de Huelva Diego Gómez Baya.

Como la inteligencia, el dolor, las actitudes… la felicidad también se puede medir y de ello se encarga una rama de la psicología experimental llamada psicometría. “Ser feliz es un constructo social, un concepto mental que no podemos tocar, como ocurre con la justicia, la igualdad y que depende de la percepción que tenga de ella cada persona. Pero como estos casos, la felicidad se puede medir, se puede cuantificar”, afirma Antonio Matas, profesor de la Universidad de Málaga.

Estudios científicos andaluces sobre felicidad

Precisamente un estudio realizado por el grupo de investigación Innovación y Desarrollo Educativo (IDEI) de la Universidad de Málaga, liderado por el profesor Matas y publicado hace unas semanas en la revista Frontiers in Public Health, analiza las relaciones entre factores sociodemográficos como la edad, el sexo, el nivel educativo y el estatus económico y la percepción de felicidad de los andaluces y andaluzas a partir de la Encuesta Social de Andalucía realizada por el Instituto de Estadística y Cartografía de la Junta de Andalucía.

Grupo IDEI

Grupo de investigación IDEA, de la Universidad de Málaga.

Según los resultados de este estudio, los andaluces más felices son personas mayores (en edad de jubilación) con un nivel socioeconómico alto, que mantienen buenas relaciones con la familia y una red social consolidada. En el otro extremo se sitúan los andaluces menos felices: su edad oscila entre los 35 y 59 años, su estatus socioeconómico suele ser bajo, tienen pocos contactos diarios y sus relaciones familiares son deficientes.

En paralelo, los investigadores de la Universidad de Málaga resaltan otra variable que muchas personas relacionan con el bienestar y tal vez con la postfelicidad. “La experimentan quienes delegan su propia experiencia de felicidad en lo que dicte su entorno, de forma que ser feliz no se encontraría en la propia experiencia de su realidad sino en la medida en que su entorno les indica que deben ser felices”, explica Matas.

“Este estudio surge a raíz de observar el aumento de los casos de depresión y las tendencias suicidas en Andalucía y con estos resultados queremos aportar nuestro granito de arena para impulsar el diseño de políticas públicas que proporcionen un mayor bienestar y felicidad a la población andaluza”, sostiene el investigador de la Universidad de Málaga.

¿Qué nos hace sentirnos felices? 

La evidencia científica recoge múltiples investigaciones sobre los factores asociados con la felicidad a lo largo del ciclo vital, diferenciando entre factores individuales (por ejemplo, estilos de afrontamiento, personalidad, inteligencia emocional…), factores relacionales (por ejemplo, características del entorno familiar, relación con los iguales, relación con la pareja, ajuste escolar o laboral…) y factores socioculturales (por ejemplo, nivel socioeconómico o nivel educativo).

En la Universidad de Huelva, el grupo de investigación ‘Desarrollo de estilos de vida en el ciclo vital y promoción de la salud’ ha realizado diversos estudios especialmente con población infantil y juvenil. “Con respecto a la población infantil, hemos aportado evidencia científica internacional que pone de manifiesto cómo la felicidad está ligada a la satisfacción con la escuela, y por otro lado, como los efectos negativos de sufrir acoso o exclusión escolar afectan en su bienestar. Y una investigación con adolescentes y jóvenes españoles mostró las relaciones positivas entre felicidad, gratitud, optimismo y desarrollo positivo juvenil”, cuenta Gómez Baya, de la Universidad de Huelva y miembro de este grupo de investigación. 

Una familia se divierte jugando con cubos de agua. Foto: Pixabay.

Un estudio andaluz confirma que jugar en familia al aire libre es una actividad protectora de la felicidad. Foto: Pixabay.

En otra investigación, los expertos concluyeron que actividades de tiempo libre que implicaban jugar o hacer ejercicio físico al aire libre con la familia resultaban protectoras de la felicidad, frente a actividades relacionadas con pasar tiempo sedentario frente a pantallas. En este sentido, en otro trabajo con jóvenes y adultos, observaron el efecto negativo sobre la felicidad de abusar de las redes sociales y la televisión. 

La felicidad, ¿nace o se hace?

Etimológicamente, la palabra felicidad proviene del latín felicitas, felicitis, que a su vez se deriva de felix, felis, que significa ‘fértil’, ‘fecundo’.

En este sentido, cabe preguntarse si la felicidad es innata al ser humano o se adquiere con el aprendizaje. El investigador Gómez Baya hace referencia a las conclusiones de Sonja Lyubomirsky, una de las mayores expertas en el estudio científico de la felicidad. “En sus estudios, esta profesora asegura que la felicidad viene determinada genéticamente en un 50%, que, aunque parezca mucho, es la misma probabilidad de que salga cara o cruz al lanzar una moneda. Así, la genética sólo marca la posibilidad de ser feliz, pero lo que determina que lo seamos o no, son especialmente nuestras acciones intencionales, es decir, lo que decidimos hacer en cada día, cómo interpretamos lo que nos pasa, cómo nos relacionamos con los demás… Y estas actividades intencionales son modificables y se pueden aprender”, matiza.

Dicho de otra forma: una persona puede mejorar su forma de vivir y de pensar para ser más felices. “Es ahí donde la psicología tiene su campo de trabajo para mejorar el bienestar individual y psicosocial. Y es mucho más que sólo pensar en positivo”, recalca el investigador de la Universidad de Huelva.

En este sentido, la evidencia científica en el campo de la psicología positiva, rama centrada en el estudio científico de la felicidad y de las fortalezas y virtudes humanas, ha destacado algunas conductas que ayudan a ser más felices:

  • ser agradecidos y expresar gratitud a los demás
  • cultivar el optimismo
  • evitar pensar demasiado preocupándonos en exceso
  • practicar la amabilidad con los demás y dedicar tiempo de calidad para cuidar y disfrutar de las relaciones sociales
  • desarrollar estrategias activas y constructivas de afrontamiento ante las dificultades
  • aprender a perdonar y a perdonarse
  • dedicar más tiempo a actividades que nos hagan disfrutar y fluir
  • valorar y saborear las cosas buenas de la vida, sabiéndolas compartir con los demás
  • construir un proyecto de vida viable y comprometerse con los propios objetivos
  • dedicar tiempo a meditar y hacer ejercicio físico para cuidar nuestro cuerpo

La química de la felicidad

Precisamente la práctica de actividad física está muy relacionada con la activación de determinadas hormonas que producen felicidad. En concreto, existen cuatro hormonas clave que interfieren en nuestro estado anímico y de directa o indirectamente nos aproximan a sentirnos felices. De hecho, cuando una persona manifiesta sentirse feliz, en su cerebro se producen procesos bioquímicos en los que se activan y liberan estas sustancias. Son las llamadas hormonas del bienestar: serotonina, dopamina, oxitocina y endorfina.

  • Serotonina : es la hormona de la felicidad por excelencia, regula el estado de ánimo y se relaciona con la autoestima y la autoconfianza. Practicar deporte incrementa su producción, por lo que es recomendable realizar una actividad física frecuente para mantenerse en forma y anímicamente bien.
  • Dopamina: conocida como la hormona de la recompensa, es la encargada del placer y se relaciona con el cumplimiento de metas y deseos.
  • Oxitocina: conocida como la hormona del amor, se relaciona con la intimidad, lazos afectivos y emocionales que establecemos.
  • Endorfina: reducen el estrés y el dolor y se relaciona con sensaciones de felicidad, amor o alegría.

Los alimentos (algunos) también generan felicidad

Nuestro estado de ánimo también depende de los alimentos que ingerimos. Por eso, podemos decir que la felicidad también tiene sabores y olores. Como el de los alimentos ricos en triptófano, un aminoácido precursor de la serotonina, como pavo, pollo, huevos, pescado, lácteos (preferiblemente enteros), chocolate con un porcentaje alto de cacao, frutos secos como las nueces, etc.

Berenjenas, zanahorias, tomates, plátanos, naranjas y otras frutas y verduras.

También podemos sentirnos mejor cuando ingerimos omega 3 en pescados azules (salmón, trucha, sardinas…), y frutas y verduras ricas en antioxidantes, que ayudan a combatir el estrés oxidativo.

Viajar nos hace felices

Otra experiencia que contribuye a generar felicidad, según la neurociencia, es viajar. Conocer sitios nuevos, costumbres y tradiciones diferentes a las que ya conocemos… En ese  momento nuestro cerebro construye nuevas vías neuronales, generando recuerdos positivos con pequeñas o grandes dosis de felicidad, siempre que el viaje sea placentero y por iniciativa propia.

Dentro del turismo cultural y de experiencias se encuentra el Turismo Científico, que en Andalucía cuenta con un proyecto propio de Fundación Descubre iniciado en 2007 en colaboración con la Junta de Andalucía. Este portal web reúne un catálogo de iniciativas de turismo científico disponibles en España, el área de conocimiento que abordan, el público mayoritario al que van dirigidas y su propia agenda de actividades.


Entre las múltiples actividades que se ofertan encontramos observaciones astronómicas donde aprender más sobre el cielo, los planetas y el Sol. Astro que también hoy es protagonista porque se celebra el solsticio de verano, que marca el día más largo del año y el inicio oficial de la nueva estación. Este año, será a las 22.51 hora oficial peninsular, según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional. 

Una jornada con un colorido propio: amarillo como el Sol. Por eso, si has llegado hasta aquí te habrás dado cuenta de que en casi todas las imágenes que ilustran este artículo predomina este tono, considerado por la psicología cromática como el color del optimismo, el positivismo, la diversión, la inteligencia, la creatividad y la felicidad.


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