Córdoba /
19 de junio de 2018

Ponerse en el lugar de la otra persona, el mejor antídoto contra el prejuicio

Fotografía ilustrativa de la noticia

Una investigación realizada por un equipo de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba demuestra la relación indirecta entre la empatía y el desarrollo de prejuicios a través de la personalidad y las actitudes ideológicas. Se trata de un concepto complejo de precisar y aún más difícil de encuadrar conceptualmente como objeto de estudio debido a que se solapa con otras cualidades como la inteligencia emocional o la amabilidad.

Una investigación realizada por un equipo de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba demuestra la relación indirecta entre la empatía y el desarrollo de prejuicios a través de la personalidad y las actitudes ideológicas.

El catedrático José Luis Álvarez Castillo, autor principal de la investigación.

Se trata de un concepto complejo de precisar y aún más difícil de encuadrar conceptualmente como objeto de estudio debido a que se solapa con otras cualidades como la inteligencia emocional o la amabilidad. Según algunas teorías, grosso modo, implica “ponerse en los zapatos de la otra persona”.

El catedrático del Departamento de Educación de la Universidad de Córdoba José Luis Álvarez Castillo define la empatía como “la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona desde un punto de vista cognitivo y emocional”. Es decir, imaginar y comprender las creencias y opiniones de otras personas y experimentar sus sentimientos o emociones. Comprender y sentir el mundo con sus ojos.

Precisamente, su grupo ha puesto la lupa sobre el comportamiento empático y ha intentado desentrañar el impacto y la asociación que pueda existir entre la empatía y el desarrollo de prejuicios. Según los resultados arrojados por la investigación, la empatía no llega a tener efectos directos sobre el prejuicio. No obstante, sí influye de forma indirecta a través de la propia personalidad y las actitudes, particularmente mediante la apertura a la experiencia y lo que la literatura científica denomina “autoritarismo de derechas”, una actitud relacionada con la defensa de la estabilidad social y de los valores que uno percibe como propios de su cultura. Por lo tanto, si una persona es escasamente empática, existe cierta probabilidad de que puntúe alto en “autoritarismo de derechas”, e indirectamente sería más susceptible a prejuiciar y, posiblemente, a desarrollar conductas discriminatorias hacia determinados grupos.

Según explica el profesor Álvarez, su investigación ha tomado como punto de partida un modelo dual muy consolidado de predicción de prejuicio desarrollado por John Duckitt, profesor emérito en la Universidad de Auckland y experto en psicología social. Este sistema es capaz de predecir el prejuicio que puede desarrollar una persona teniendo en cuenta rasgos de personalidad tales como la apertura a la experiencia y la amabilidad, así como dos actitudes ideológicas, el ya mencionado “autoritarismo de derechas” y la “orientación a la dominancia social”, un concepto que hace referencia a la defensa de las diferencias entre clases sociales y culturales, y a la creencia de que la sociedad debe organizarse de manera jerárquica y no horizontal.

Pues bien, el grupo de investigación de la UCO se ha valido de este modelo que inicialmente contemplaba rasgos de personalidad, visiones del mundo y actitudes, y ha incorporado la empatía para observar cómo se comporta ésta a la hora de predecir prejuicios cuando se incluye en un conjunto amplio de variables. Durante el estudio se han recopilado datos de más de 250 jóvenes con un diseño transversal en el que se han utilizado instrumentos de auto informe, derivando en resultados obtenidos mediante análisis de ecuaciones estructurales.

El profesor Álvarez lo tiene claro: Una persona empática tiene menos posibilidades de desarrollar prejuicios. Según destaca, el estudio demuestra que “la empatía sigue importando aunque se inserte en modelos complejos, y sigue siendo una variable fuerte a la hora de explicar por qué una persona desarrolla una evaluación negativa hacia determinados grupos”, por lo tanto “desde la universidad tenemos que continuar fomentándola en la parte en la que pueda ser aprendida”.


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