22 de marzo de 2018

¿De qué forma la ciencia ayuda a mejorar la gestión del agua como recurso?

Fotografía ilustrativa de la noticia

Informa: José Teodoro del Pozo / Fundación Descubre.

Asesoría científica: Bartolomé Andreo y Enrique Gutiérrez

iDescubre desgrana, con motivo del Día Mundial del Agua, hoy 22 de marzo, la importancia de este medio natural, imprescindible para la vida, pero también finito. Asimismo, los especialistas analizan cuáles son los principales retos que asumen la ciencia y la tecnología a la hora de garantizar un tratamiento, gestión y abastecimiento sostenibles y eficientes para las personas y el medio ambiente.

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Imagen de Bartolomé Andreo, catedrático de Geodinámica Externa de la UMA. / Foto: Arciniega, La Opinión de Málaga

Bartolomé Andreo, en el laboratorio del Centro de Hidrogeología de la UMA. Imagen cedida por Arciniega, La Opinión de Málaga.

Desde un punto de vista químico, el agua es una molécula, formulada como H2O, compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Para los expertos, se trata, además, de un recurso natural indispensable para la vida en la Tierra de las personas, los animales, las plantas o del propio ecosistema, un elemento que participa activamente en la estabilización de la temperatura del planeta, el crecimiento de los cultivos, la fabricación de productos, la facilitación del transporte, la limpieza del aire o de la superficie terrestre, la reproducción o el suministro de un hogar para los animales marinos. “En definitiva, es un compuesto omnipresente, que trasciende fronteras entre la ciencia y la cultura, independientemente del lugar en el que nos encontremos”, explica el catedrático de Geodinámica Externa y director del Centro de Hidrogeología de la Universidad de Málaga, Bartolomé Andreo.

En particular, las personas, además de beberla para sobrevivir, también emplean el agua en otro tipo de usos. “Hablamos, entre otros, de la cocina, la higiene, el lavado de la ropa, el mantenimiento de los hogares, los jardines, los negocios, las comunidades o la recreación y el deporte”, argumenta el especialista. De cualquier manera, insiste, se trata de un recurso vital y, al mismo tiempo, limitado: “De la misma forma que los incendios se apagan en invierno cuando se hacen los planes de protección, la deforestación de los caminos o los cortafuegos, las sequías se deben mitigar en época de lluvias, es decir, cuando existen recursos y es posible afrontar una previsión y una planificación correctas”.

Recursos hídricos en Andalucía

En el mundo, tres cuartas partes de la superficie están cubiertas de agua (mares, ríos, lagos…); en España, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la cantidad y demanda de este recurso natural son similares a las de otros países desarrollados. Una necesidad que, advierte este organismo internacional, aumentará un 50% en 2050 a nivel mundial. En el caso concreto de Andalucía, presenta varias demarcaciones hidrográficas: la del Guadalquivir, las Atlánticas –formadas por Guadalete-Barbate y Tinto-Odiel Piedras– y la Mediterránea. “La Junta de Andalucía gestiona las dos últimas y la primera depende directamente del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio ambiente”, sostiene el especialista.

Imagen de un modelo hidrogeológico 3D

Modelo hidrogeológico 3D (Málaga).

De este modo, la geografía andaluza, por su ubicación climática, es un territorio en el que, expresa Bartolomé Andreo, no hay demasiados recursos de agua a pesar de ser una comunidad donde, por el contrario, existe una demanda elevada: “Es necesaria para el abastecimiento, las actividades industriales o el regadío, y este último es el que más consume, con diferencia”. Y alienta: “Aunque no son abundantes de manera natural, sí se pueden gestionar de forma adecuada y eficiente para cubrir la demanda de manera bastante razonable”.

Aguas subterráneas y aguas superficiales

Pero… ¿cuáles son los principales recursos hídricos hoy día? Para los especialistas, estos se encuentran tanto en la superficie como debajo de ella. En el caso del primero, se conocen como aguas superficiales o embalses, proceden de los manantiales o de las precipitaciones, y es un líquido que no se infiltra ni regresa a la atmósfera por evaporación. Por su parte, las aguas subterráneas o acuíferos constituyen un bien ‘oculto’. “El agua, una vez que se introduce –infiltra– por los poros del suelo puede moverse subterráneamente desde cotas más altas a otras más bajas”, sostiene el investigador de la Universidad de Málaga.

Según los especialistas, en España en general y Andalucía en particular, existe un buen número de kilómetros cuadrados de superficie porosa y permeable. “En nuestra comunidad, a guisa de ejemplo, están las depresiones del Guadalquivir, Granada o Ronda. Son acuíferos detríticos o de porosidad inter-granular, es decir, hay una serie de granos, como grava o arena, por entre los cuales circula el agua”, explica Andreo. Además, prosigue, hay otro tipo de acuíferos formados por rocas solubles, esto es, que se pueden disolver y llegan a generar cuevas como consecuencia del movimiento o flujo del agua: “Estas son, por ejemplo, las Cuevas de Sorbas, en Almería, u otras grutas originadas por disolución como la Sierra de Grazalema, en Cádiz, la Sierra de las Nieves, en Málaga, o la Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama entre las provincias de Granada y Málaga”.

Para Bartolomé Andreo, la clave está en gestionar las actuales fuentes de agua dulce, superficial y subterránea, dependiendo de las necesidades: “Habrá lugares en los que podamos combinar ambos tipos de agua, gastando, por ejemplo, primero la de los embalses y después la de los acuíferos. O viceversa”. Y añade: “No se puede gestionar lo que no se conoce”. Y es que, para el investigador, la única forma de saber cuándo es mejor aprovechar los embalses o los acuíferos es estudiar y conocer el funcionamiento de los acuíferos: “Hay que plantear su uso de forma conjunta, combinada, en función de lo que interese. El hándicap es la falta de conocimiento que hoy día existe de las aguas subterráneas, por lo que necesitamos introducir, aún más, su estudio en el actual plan de investigación de nuestra comunidad”.

El papel de la ciencia en la sostenibilidad y eficiencia del ciclo hidrológico

Además del Centro de Hidrogeología de la Universidad de Málaga, que dirige Bartolomé Andreo, la provincia malagueña cuenta con otra entidad, el Centro Andaluz de Investigaciones del Agua, Cetaqua Andalucía, fundada en 2014 por la empresa andaluza Hidralia, la propia Universidad de Málaga y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas para garantizar la sostenibilidad y eficiencia del ciclo hidrológico mediante la aplicación del conocimiento académico al agua y al medio ambiente. “Su escasez y su deterioro son sinónimos de conflicto, de dependencia y de vulnerabilidad, tanto entre regiones como en el seno de una misma sociedad. La tecnología, la investigación, la innovación y los modelos de gestión nos permiten caminar hacia una economía circular y un futuro sostenible y eficiente”, explica a iDescubre el gerente de Cetaqua Andalucía, Enrique Gutiérrez.

Imagen de Enrique Gutiérrez, gerente de CETAQUA Andalucía

Enrique Gutiérrez, gerente de CETAQUA Andalucía

De este modo, Cetaqua trabaja en el desarrollo de tecnologías y conocimiento destinados a mejorar su gestión y regeneración, generando, afirman, soluciones aplicadas al uso cotidiano de este bien natural: “El cambio climático nos obliga a replantearnos su uso, es decir, gestionarla eficientemente y de manera integral es y será esencial para la sociedad”. Por ello, prosigue el experto, las medidas abarcan diferentes líneas de actuación: “Desde la ordenación de los recursos subterráneos, evitando su sobreexplotación, hasta la búsqueda de fuentes alternativas y eficientes, así como la promoción de la regeneración o la reutilización del agua residual como solución sostenible a largo plazo”.

Investigación aplicada para una gestión más sostenible de acuíferos

En concreto, entre los proyectos de investigación desarrollados por Cetaqua Andalucía, los investigadores destacan ALOHA, una iniciativa destinada a la recarga artificial de los acuíferos para una gestión más sostenible. También MODPRED, un modelo predictivo que permite anticiparse a situaciones de escasez previendo la cantidad necesaria que deberá obtenerse de cada una de las diferentes fuentes de suministro. “De esta forma, mejoramos la disponibilidad de los recursos hídricos, así como la calidad del servicio para el ciudadano, puesto que se podrán anticipar con mayor antelación momentos críticos como los episodios de sequía”, explica Gutiérrez.

O el proyecto GEOMAR, que ha permitido conocer la geometría interna de los acuíferos que abastecen a la población de Marbella (Málaga) para mejorar su gestión teniendo en cuenta la escasez de recursos hídricos que caracteriza a esta zona de la Costa del Sol. “Por medio de técnicas geofísicas, es decir, métodos indirectos no intrusivos, es posible definir la geometría, composición y delimitación de los acuíferos profundos, usados para el abastecimiento de agua a la población”, expresa Gutiérrez. Igualmente, GEOMAR precisa las relaciones hidrogeológicas entre los diferentes acuíferos y entre estos y el mar. “Conocer cómo son las aguas subterráneas, cómo funcionan y cómo se pueden relacionar o conectar unas con otras facilita la tarea de evaluar tanto su estado actual como su uso potencial”, agrega.

Medidas a pie de calle para mejorar la gestión del agua

Además de la importancia de la ciencia y la tecnología en la mejora de la gestión del agua, los especialistas también ponen el foco en el papel tanto de las administraciones locales como de la ciudadanía. “Son necesarios planes de ordenación urbana razonables y compatibles con los recursos hidrológicos de la zona en concreto, de otra forma se generan problemas relacionados con el consumo desmesurado de agua”, opina Bartolomé Andreo. Y concluye: “Como individuos debemos dejar de provocar un consumo excesivo, tratar de reutilizarla, esto es, usarla de manera razonable, eficiente y sostenible”.

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