Málaga /
14 de noviembre de 2022

Luz para la resurrección egipcia en Qubbet el Hawa

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca / Fundación Descubre

Un equipo de investigación de las universidades de Málaga y Jaén ha reconstruido la tumba QH33, situada a las orillas del Nilo, en Asuán (Egipto). Los hallazgos demuestran el vasto conocimiento astronómico y arquitectónico de los técnicos de la época y la importancia de la luz en este tipo de construcciones, relacionada con la vida después de la muerte.

Para los egipcios, la muerte no era más que una interrupción temporal de la vida, ya que, si se sobrepasaba el juicio de Osiris, se podía alcanzar la eternidad. Pero para ello, había que atender a una serie de cuestiones previas mientras se disfrutaba de los placeres terrenales. Construir una tumba que permitiera acoger la momia y disponer de los sustentos para mantenerse en la otra vida era completamente necesario para llegar a la inmortalidad.

Desde que comenzó en 2008 la expedición española, liderada por la Universidad de Jaén, en las tumbas de Qubbet el-Hawa, ubicadas en Asuán, en el lado occidental del Nilo, muchas incógnitas sobre la vida de los altos funcionarios del Antiguo Egipto, los ritos funerarios y la importancia de su orientación han sido resueltas.

tumba Qubbet el Hawa 33

La tumba se distribuye bajo la roca desde una puerta de acceso que mira al Nilo, pasando por un corredor y una capilla, soportada por dos líneas de pilares.

El complejo aloja más de cien tumbas que datan de hace cuatro mil años, lo que lo sitúa en el ránking de arqueología como la mayor necrópolis egipcia rescatada de las profundidades de las rocas a lo largo de más de dos kilómetros cuadrados. Durante estos años, los estudios han englobado diferentes aspectos, desde los puramente históricos o arqueológicos, hasta los artísticos, geográficos, cartográficos y arquitectónicos.

QH33, la luz imposible

En relación a este último, una colaboración entre equipos de las universidades de Málaga y Jaén ha resultado en una publicación en la revista Mediterranean Archaeology and Archaeometry, en la que explican la importancia de una las tumbas, la QH33, en relación a su orientación y la luz, reflejando una evolución de un modelo funerario típico del Alto Egipto durante el Reino Medio.

La tumba se distribuye bajo la roca desde una puerta de acceso que mira al Nilo, pasando por un corredor y una capilla, soportada por dos líneas de pilares. Tras estos, se encuentra un santuario y una antesala que da paso a la cámara funeraria excavada en vertical. Además, la sala de pilares da paso a otra tumba secundaria. Por tanto, lograr la iluminación de las tumbas con un solo acceso de luz requería unos conocimientos profundos sobre la proyección del sol para conseguir el objetivo el día exacto que se requería. La tumba debía estar iluminada el día del renacimiento del sol para que el funcionario lograra la eternidad.

La luz del renacimiento

Para los egipcios y para otras culturas de la antigüedad, el solsticio de invierno tenía un significado especial vinculado al renacimiento del sol, de forma que el día más corto del año suponía el comienzo de un nuevo ciclo. Así, para los habitantes del Nilo, siguiendo los pasos del propio astro, toda vida vuelve a renacer, incluida la de ultratumba. En otros pueblos también adquirió ese mismo significado. Muestra de ello es la Navidad, herencia de las saturnales romanas que acababan con la festividad del Sol Invictus.

La importancia del tratamiento de la luz en la arquitectura de esta tumba supone toda una novedad con respecto a las técnicas utilizadas en ese tiempo. Así, comenzando el Reino Medio, los espacios funerarios se construyeron en relación a un eje central perpendicular a las curvas de nivel, en torno al que se situaban espacios alargados.

En ésta logran un perfecto alineamiento y trabajan no solo con ejes horizontales, sino también con verticales que dejan pasar la luz por un único portal que actúa como umbral de transición para proyectar el sol en el interior. “Así logran un esquema geométrico que relaciona el diseño, integrado en el paisaje, con la posición del sol a lo largo de su ciclo completo. El diseño arquitectónico de QH33 registra las diferentes fases del ciclo solar, lo que permite medirlas independientemente de las fechas del calendario establecidas”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Málaga Lola Joyanes, autora del artículo.

Lola Joyanes

La investigadora de la Universidad de Málaga Lola Joyanes, autora del artículo.

El estudio arqueo-astronómico realizado concluye en el conocimiento exhaustivo que tenían los arquitectos del momento sobre el ciclo solar y su aplicación a los rituales funerarios, íntimamente unidos al sol. Es decir, no solamente disponían del saber teológico, sino del técnico para que la eternidad estuviera más cerca de los funcionarios fallecidos.

Simulando el sol antiguo

Mediante un software específico, llamado Dialux Evo, se han construido los modelos 3D que reproducen el comportamiento de la luz natural por simulación. Los expertos han reproducido la posición del sol con respecto al horizonte en la época de construcción de la tumba, situada en torno al 1830 a.C. De esta manera, han logrado documentar cómo se iluminaba a lo largo de todo el año.

Los estudios demuestran que la altura de la puerta estaba diseñada para lograr la iluminación del santuario al amanecer hasta llegar dentro de la cámara oscura. Desde allí recorría las estancias en función de la fase solar y el momento del día funcionando al mismo tiempo como un reloj y como un gnomon, un instrumento astronómico que servía para determinar el ángulo de orientación y altura del Sol sobre la superficie de la Tierra.

El análisis geométrico ha demostrado que la composición del plano horizontal de QH33 está relacionada con la proyección del sol en sus diferentes fases.

Los expertos han establecido el rango de iluminación a lo largo del calendario partiendo del solsticio de verano. Así destacan:

  • 30 días después del solsticio: la luz apenas iluminaba el umbral de paso.
  • meses 1 a 3: el sol del amanecer entraba en la linterna o salón de transición hacia el espacio principal de la tumba.
  • meses 4 y 5 (equinoccio de otoño): el sol comenzaba a iluminar el primer pilar al sur de la capilla.
  • meses 5 y 6: el sol se proyecta sobre las tres columnas de la izquierda, hasta llegar al santuario.
  • meses 6 a 8 (hasta el solsticio de invierno): la tumba va progresivamente iluminándose hasta alcanzar la máxima iluminación el día del solsticio.
  • meses 8 y 9: la luz sale del santuario e ilumina los pilares desde dentro hacia afuera.
  • mes 10 (equinoccio de primavera): la luz llega al corredor de acceso a la puerta
  • meses 11 y 12 (hasta llegar nuevamente al solsticio de verano): la luz sale hasta iluminar solamente la puerta.

Así, el análisis geométrico ha demostrado que la composición del plano horizontal de QH33 está relacionada con la proyección del sol en sus diferentes fases. Además, las medidas eran proporcionales a la dimensión del nicho (2,10 m), una constante que se mantiene en el resto de dimensiones del complejo de Asuán. Cada ciclo contaba con una duración de tres semanas, tiempo que utilizaban los egipcios para organizar y gestionar la siembra y la cosecha, en función de las crecidas del Nilo.

Así, el trabajo demuestra la importancia de la luz en la arquitectura egipcia que marca el devenir no sólo de la vida terrenal, de las cosechas y del control de las crecidas del río, sino también de la vida que está por venir. La luz será el elemento indispensable para la construcción de una civilización que ha marcado el devenir de la historia hasta nuestros días.

Más información: La tumba orientada al solsticio de invierno más antigua de Egipto ,descubierta por expertos andaluces


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