Sevilla /
02 de octubre de 2019

Los pollos se pelean más en el nido cuando les aguarda una juventud incierta

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Jorge Molina / Fundación Descubre

Científicos de la Estación Biológica de Doñana han identificado una mayor tasa de agresión entre pollos con progenitores que ponen escaso número de huevos en cada puesta, pero de larga vida reproductora. Este largo periodo reproductor implica que emplean menos esfuerzo en el cuidado de los hijos, porque tendrán bastantes oportunidades para reproducirse.

La mortalidad de los pollos es alta en todas las especies, pero las peleas entre aves hermanas en el nido no tienen la misma intensidad en una u otra especie. El origen último de esa agresividad ha centrado durante muchos años el trabajo de expertos en rapaces.

Fotografía de dos pollos de milano disputando, con una serpiente cerca de ellos. Foto: Fabrizio Sergio.

Dos pollos de milano disputan en el nido. Ante ellos la presa, una serpiente. FOTO: Fabrizio Sergio.

Investigadores de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) han relacionado la intensidad de la agresión entre aves hermanas en el nido con el cuidado paterno limitado. Este comportamiento de reducir esfuerzo en la cría de los hijos aparece en animales con más años de vida adulta, ya que contarán con bastantes oportunidades para reproducirse.

La agresión es un mecanismo por el que los pollos se aseguran el objetivo de alcanzar la edad reproductora. El trabajo de los expertos permite entender por qué algunas especies no lo practican, mientras que otras llegan al fratricidio. “Las especies más longevas realizan un escaso esfuerzo reproductor en cada intento: ponen pocos huevos y dedican escasas horas a la búsqueda de presas”, señala a la Fundación Descubre el investigador de la Estación Biológica de Doñana Tomás Redondo.

Los científicos han revisado el comportamiento en nido de 65 especies de rapaces de todo el mundo, en trabajos de campo realizados por otros expertos. Hasta ahora, las investigaciones manejaban variables centradas en el periodo de estancia en el nido, como el número de hermanos, duración de la permanencia en el nido, frecuencia de la alimentación o forma en que los padres reparten el alimento.

El trabajo de los expertos de la EBD plantea una alternativa. “Aunque algunos de estos aspectos se hallan relacionados con la agresión, la verdadera causa se encuentra en la forma de vida adulta y no en el nido”, añade Redondo. Frente al concepto de eficacia y coste, los investigadores consideran que las especies resultan más agresivas cuando el verdadero beneficio tiene lugar al afrontar el periodo de elevada mortalidad, el pre adulto.

Fotografía de Tomás Redondo (A la izquierda) y Ricardo Díaz-Delgado, ante la sede de la Estación Biológica de Doñana.

Tomás Redondo (A la izquierda) y Ricardo Díaz-Delgado, ante la sede de la Estación Biológica de Doñana, en Sevilla.

La agresión resulta especialmente intensa en especies en las que alcanzar la edad reproductora es un objetivo difícil. Son las llamadas de historia de vida lenta, o sea, de madurez sexual retardada, elevada mortalidad juvenil pero baja mortalidad adulta y gran longevidad.

El científico de la EBD apunta algunos ejemplos. “El águila pescadora emplea dos horas al día para capturar comida, aunque los pollos tengan hambre, porque si sobreviven algunos será suficiente. Hay otras especies que no se enfrentan a un depredador que ataca su nidada, no se arriesgan porque tienen una larga vida reproductiva que conservar”, señala Tomás Redondo.

Un estudio centrado sólo en aves rapaces

El estudio se centra en rapaces diurnas por tratarse del grupo de aves más numeroso y donde más variación existe en la competencia agresiva entre hermanos de nido. Además, estas especies alimentan a sus pollos de la misma manera, ya que transportan una sola captura cada vez, y es visible, no va en el buche.

Otro hallazgo del trabajo indica que las especies más agresivas suelen criar en hábitats estables –por ejemplo, trópicos–, que favorecen la supervivencia adulta. También aquellas que se alimentan de presas ágiles, difíciles de capturar (como aves y peces), que obligan a un largo entrenamiento y, por tanto, se retrasa la edad de la primera reproducción. El equipo investigador ha empleado 4 años en el trabajo y continúa analizando si sirve su tesis para aplicarla a toda la clase Aves.

Fotografía de juveniles de Imperial y Perdicera volando.

Juveniles de Imperial y Perdicera volando.

Por el momento, han conseguido que veamos la icónica imagen de la pelea entre pollos hermanos de nido desde otro ángulo. El de la vida que llevarán cuando sean adultos.


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