Investigadores malagueños han comparado por primera vez la forma de andar entre jóvenes sanos y obesos mediante un sistema fotoeléctrico. Los científicos apuntan que se produce un balanceo distinto en las fases de la marcha, lo que implica emplear más energía y fuerza. Estas diferencias suponen un riesgo para el correcto crecimiento.
La obesidad infantil es actualmente una de las mayores preocupaciones para la salud mundial. Según datos de la OMS, este problema se ha incrementado en un 10 por ciento en las últimas décadas en todo el mundo. Esta cifra podría incrementarse de forma considerable y aumentar así el riesgo de padecer enfermedades de distinta índole. Además, el exceso de peso corporal desde la infancia, puede afectar el desarrollo musculo-esquelético y neurosensorial de los niños. Las investigaciones realizadas hasta ahora, han examinado cómo la obesidad infantil afecta la marcha, pero queda mucho por determinar acerca de la influencia de este factor.
Así lo ha evidenciado un equipo del Departamento de Podología de la Universidad de Málaga, que para llegar a esta conclusión, han utilizado un sistema de análisis biomecánico que estudia el patrón de marcha, y han concluido que existe una forma distinta de balanceo del cuerpo al caminar. Esta situación implica mayor uso de la fuerza y por tanto, mayor gasto energético para controlar el equilibrio, factores que podrían incidir en la posterior evolución corporal de los chavales.
Para abordar este estudio, los científicos contaron con una muestra compuesta por 238 escolares sanos: 114 niñas y 124 niños, de edades comprendidas entre 7 a 11 años. Para cada uno, se calculó el índice de masa corporal, según el cual se clasificaron por percentiles como bajo peso, peso normal, sobrepeso u obesidad. Una vez determinada la muestra mediantes estos valores, se procedió a analizar los parámetros espacio-temporales de la marcha.
El trabajo ha analizado la marcha a través del sistema OptoGait ®, una herramienta que analiza de forma detallada cada fase o subfase de los pasos al caminar. Principalmente, se observó que en los casos de niños obesos aumentaba el tiempo en el que los dos pies están apoyados al mismo tiempo sobre el suelo, lo cual se denomina Stance phase, concretamente en el momento en el que el peso del cuerpo pasa a cargarse de una pierna a la contralateral. Según estudios anteriores, esta reacción se puede deber a un intento instintivo de control del equilibrio postural.
El artículo titulado publicado en la revista Gait & Posture, ha tenido en cuenta la biomecánica de la marcha, es decir, el movimiento del cuerpo al caminar y ha analizado los parámetros espacio-temporales que se producen. Finalmente ha concluido que existe un patrón de marcha predecible en los escolares con sobrepeso y obesidad, que podría tener una repercusión negativa en la actividad musculoesqueletica, en el control postural y en general, en el proceso de crecimiento.
Más información en #CienciaDirecta: Relacionan el sobrepeso infantil y la forma de caminar con alteraciones en el desarrollo motor
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