Granada /
07 de mayo de 2018

Los microorganismos que habitan en el plancton marino tienen una ajetreada ‘vida social’, y se organizan entre sí en comunidades complejas

Fotografía ilustrativa de la noticia
Científicos de la Universidad de Granada y el Massachusetts Institute of Technology (MIT) demuestran por primera vez que los microorganismos del plancton, en vez de desarrollar un modo de vida solitario, se organizan entre sí en comunidades complejas, aunque de vida muy corta y rápidamente cambiantes.

Científicos de la Universidad de Granada (UGR) y el Massachusetts Institute of Technology (MIT) han demostrado que los microorganismos que habitan en el plancton marino tienen una ajetreada ‘vida social’, y se organizan entre sí en comunidades complejas, aunque de vida muy corta y rápidamente cambiantes.

Los autores de esta investigación durante un día de muestreo en Nahant (Massachusetts, Estados Unidos).

El mar está repleto de microbios, aunque representa un medio muy hostil para ellos, ya que tiene una baja concentración de nutrientes y es muy cambiante (a distintas escalas de espacio y tiempo). Ante esta situación adversa, los microorganismos del plancton, en vez de desarrollar un modo de vida solitario, se coordinan entre sí para formar comunidades biológicas complejas que funcionen como una unidad, según han demostrado los investigadores.

Como explica uno de los autores principales de esta investigación, Antonio M. Martín Platero, del departamento de Microbiología de la Universidad de Granada, “en cada gota de agua de mar viven cientos de miles de seres vivos invisibles: los microorganismos. Son invisibles al ojo humano debido a su pequeño tamaño. Estos seres vivos diminutos, a pesar de su pequeño tamaño, son responsables del bienestar del plantea regulando procesos como, por ejemplo, los niveles de CO2 atmosférico al ser los principales reguladores de los ciclos del carbono y otros nutrientes del planeta”.

Antonio M. Martín Platero (UGR), durante un día de muestreo en Nahant (Massachusetts, Estados Unidos).

En el mar se ven sometidos a un ambiente muy cambiante y heterogéneo, por lo que hasta ahora se desconocía hasta qué punto estos microorganismos son capaces de organizarse y vivir como una comunidad que actué conjuntamente o si por el contrario viven y se desarrollan de forma solitaria o en pequeños grupos.

Comunidades que cambian en días

En este artículo, publicado en la prestigiosa revista Nature Communications, Martín Platero y sus colaboradores muestran cómo esta gran cantidad de microorganismos forman comunidades complejas pero bien definidas, las cuales están sometidas a una gran tasa de recambio, de forma que cada pocos días desaparecen las comunidades existentes y vuelven a aparecer comunidades nuevas formadas por otros microorganismos distintos.

Martín Platero realizó este trabajo durante su estancia postdoctoral en el MIT (Estados Unidos) con muestras de la costa de Massachusetts tomadas durante 93 días consecutivos, entre los meses de julio y octubre de 2010.

“Estos resultados son de gran relevancia para entender las redes tróficas, puesto que organismos de mayor tamaño van a encontrarse con numerosos grupos microbianos, entre los que podría haber patógenos u otros microorganismos perjudiciales. Además pone de manifiesto la necesidad de un muestreo frecuente en cortos espacios de tiempo en aguas costeras recreativas o de actividad comercial para una correcta evaluación de la exposición a potenciales peligros microbiológicos”, destaca el investigador de la UGR .

Antonio M. Martín Platero es actualmente profesor ayudante doctor en la Universidad de Granada, y realizó este trabajo durante una estancia postdoctoral en el MIT gracias a una beca postdoctoral de la Fundación Ramón Areces.

Además, en este trabajo han participado Brian Cleary (MIT), Kathryn Kauffman (MIT), Sarah P. Preheim (Johns Hopkins University), Dennis J. McGillicuddy (Woods Hole Oceanographic Institution), Eric J. Alm (MIT)y Martin F. Polz (MIT), con la financiación de la U.S. National Science Foundation, el U.S. Department of Energy y el U.S. National Institute of Environmental Health Sciences.


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