Málaga /
21 de junio de 2021

Los niños de entre 3 y 5 años pasan las mayoría del tiempo de la jornada escolar de forma sedentaria

Fotografía ilustrativa de la noticia

Un estudio liderado por la Universidad de Málaga demuestra que los escolares tan solo realizan 60 minutos de actividad física durante la mañana –20 minutos realizando actividad física ligera y 40 minutos en actividad física moderada vigorosa-  de los 300 minutos que ocupan la jornada escolar, frente a los 180 de actividad física diaria -de los que 60 deberían ser moderada vigorosa- que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La Educación Infantil –que va desde los 0 a los 6 años- representa un periodo crucial para el desarrollo físico, social, afectivo, psíquico y emocional de los menores. ¿Qué lugar ocupa la actividad física en esta etapa? La investigadora del Laboratorio de Motricidad Humana de la Universidad de Málaga (UMA) Adriana Nielsen lidera un estudio en el que ha analizado la cantidad e intensidad de movimiento realizado por más de 150 niños mediante acelerometría, constatando que estos pasan la mayor parte del tiempo de la jornada escolar de forma sedentaria.

Una niña pinta con tizas en el patio del recreo.

Esta profesora del Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte, tras el estudio de 9 clases de 4 centros escolares de Educación Infantil de Málaga, ha evidenciado que los menores tan solo realizan 60 minutos de actividad física durante la mañana –20 minutos realizando actividad física ligera y 40 minutos en actividad física moderada vigorosa-  de los 300 minutos que ocupan la jornada escolar, frente a los 180 de actividad física diaria -de los que 60 deberían ser moderada vigorosa- que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De este modo, según señala la experta, los niños por la tarde deberían realizar 120 minutos de actividad física en los que se incluyeran 20 minutos de moderada vigorosa, lo que hoy en día parece difícil de cumplir.

“A pesar de que es en la Educación Infantil cuando se debe enfatizar el desarrollo de habilidades motrices básicas, ya que en esta etapa de crecimiento comienza a construirse una fuerte conexión entre la acción y la cognición, la mayoría de las investigaciones realizadas hasta el momento se centran en lograr una buena forma física y un peso corporal saludable entre los menores, prestando escasa atención al rendimiento cognitivo”, señala Nielsen.

Beneficios sobre la cognición

La investigadora de la Universidad de Málaga, no obstante, señala los efectos beneficiosos del ejercicio sobre ciertos aspectos de la función cerebral importantes no solo para la educación, sino para el desarrollo integral de los menores. Por ejemplo, el incremento del flujo sanguíneo cerebral que conlleva un aumento de la oxigenación y del suministro de glucosa a ciertas áreas neurales encargadas del procesamiento superior o el razonamiento.

Nielsen asegura que después de la actividad física se regulan y se incrementan los niveles de neurotrofinas, que se han asociado con la mejora en el aprendizaje a corto y largo plazo. Además, los niños que realizan movimientos corporales kinestésicos fortalecen las conexiones neuronales de su cerebro.

Aprender a través del movimiento

En su investigación, la profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación cree necesario cambiar el modelo metodológico actual implantado en los colegios que, según destaca, son el escenario ideal para aumentar la cantidad de actividad física que realizan los menores.

Su propuesta es la siguiente: incrementar, mediante el juego, la práctica de ejercicio físico regular; integrar el movimiento en los programas curriculares, incluir sesiones de actividad física con una demanda cognitiva concreta y  optimizar las oportunidades de movimiento en los recreos, que es donde el ejercicio físico se intensifica, tal y como han constatado en este estudio.

“Este tipo de planificación tendrá una gran repercusión sobre aspectos como el rendimiento cognitivo y académico, la velocidad de respuesta, la motivación o la atención”, afirma Nielsen, que en este trabajo ha contado con la colaboración de los profesores de la UMA Ramón Romance y Juan Carlos Dobado.

Emplear metodologías activas, configurar espacios de aprendizaje que induzcan al desarrollo de la actividad física, integrar esta, mediante el juego activo, en las actividades propuestas para abordar los contenidos o dedicar de 40 a 60 minutos diarios a la psicomotricidad son algunas de las acciones concretas que plantea introducir en la jornada escolar esta investigadora de la UMA.

Los resultados de este estudio han sido publicados en la revista científica ‘International Journal of Environmental Research and Public Health’. Para su desarrollo se ha contado con la participación de los colegios de Málaga ‘Maruja Mallo’ (Alhaurín de la Torre), ‘María Zambrano’ (Mijas), ‘Gamarra’ y ‘El Divino Pastor’, ambos en la capital.

Referencia bibliográfica:

Nielsen-Rodríguez, A., Romance, R., & Dobado-Castañeda, J.C. (2021) Teaching Methodologies and School Organization in Early Childhood Education and Its Association withPhysical Activity. International Journal of Environmental Research and Public Health, 18(7), 3836. https://doi.org/10.3390/ijerph18073836


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