“Los episodios de tiempo extremo tenderán a ser cada vez más frecuentes”
La borrasca Filomena, que ha dado paso ahora a una ola de frío extremo con temperaturas de hasta -12 º C, ha dejado la mayor nevada registrada en el último siglo en España. Este fenómeno meteorológico adverso, que ha provocado cortes de carreteras, de suministros, caídas de árboles, y pérdidas humanas, podría llevar un apellido: el cambio climático. Según el meteorólogo de Meteored, José Miguel Viñas, el clima se está volviendo cada vez más extremo y se acusarán cada vez más eventos invernales adversos, así como sequías más frecuentes y duraderas, lluvias torrenciales e incluso huracanes y tormentas tropicales.
Después de varias horas nevando sin cesar, el centro de la península ibérica amaneció el pasado sábado cubierto, en algunas zonas, por unos 50 centímetros de nieve que colapsaron carreteras y redes de suministro, y obligaron a cerrar el aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez y las vías ferroviarias. El temporal Filomena llegó con fuerza a nuestro país y se prolongó hasta el domingo, tal y como se lo esperaba, según las previsiones meteorológicas.
Hacía más de un siglo que no se vivía una nevada como la de este fin de semana, a la que le sigue estos días una ola de frío extremo en parte del país. Pero, en un escenario de cambio climático, caracterizado por un aumento generalizado de las temperaturas y eventos meteorológicos extremos, es posible que episodios como Filomena se vuelvan a repetir.
Según el meteorólogo de Meteored, José Miguel Viñas, el clima se está volviendo cada vez más extremo y se acusarán cada vez más eventos invernales adversos, así como sequías más frecuentes y duraderas, lluvias torrenciales e incluso huracanes y tormentas tropicales.
La borrasca Filomena ha causado la mayor nevada registrada en el último siglo. ¿Qué condiciones se han dado para que haya resultado tan intensa?
Dos han sido las claves. Por un lado, el aire muy frío de origen ártico que llegó a la Península y Baleares en Año Nuevo, que mantuvo las temperaturas muy bajas (ambiente muy invernal), y por otro la propia borrasca Filomena, que al acercarse a la Península, en su camino desde el Atlántico hasta el Mediterráneo, inyectó durante un largo período de tiempo —cuatro días— aire muy húmedo, que fue el detonante de las copiosas nevadas, particularmente abundantes e intensas en la zona centro.
¿Qué probabilidades existen de que este evento se vuelva a producir en nuestro país?
De esta magnitud es baja, ya que tenemos que remontarnos del orden de un siglo hacia atrás para encontrar una nevada de similar o mayor magnitud. Establecer un periodo de retorno es complicado, ya que el clima últimamente se está volviendo más extremo, lo que obliga a replantear este tipo de cálculo. Lo estamos viendo con las olas de calor y también con los episodios de precipitaciones intensas.
¿Y qué posibilidad hay de que este tipo de fenómeno sea cada vez más frecuente?
La tendencia es a tener un clima más extremo, pero en el escenario actual de calentamiento global eso encaja con inviernos que tienden a ser más suaves. Así que lo más probable es que vayamos viendo cada cierto tiempo entradas de frío o nevadas importantes, pero intercaladas con periodos anómalamente cálidos en los mismos inviernos, por la tendencia al alza de las temperaturas. En cualquier caso, los cambios en la circulación atmosférica en nuestras latitudes, que son templadas, como consecuencia del cambio climático son, en la actualidad, objeto de estudio y de debate científico.
El cambio climático no es únicamente sinónimo de olas de calor, sino de otros acontecimientos climáticos extremos mientras suben las temperaturas. En este sentido, ¿qué papel ha desempeñado el cambio climático en este temporal?
A día de hoy no podemos vincular de manera inequívoca esta gran nevada con el cambio climático. Lo que sí que podemos decir es que episodios de tiempo adverso o extremo como este, no solo invernales, sino en cualquier otra época del año, tenderán a ser cada vez más frecuentes en un planeta donde que la temperatura sigue subiendo.
Aunque Filomena y la ola de frío que le sucede ahora van a marcar temperaturas mínimas de récord, la tendencia de aumento de temperatura global no varía. ¿Cómo se pueden explicar ambos procesos dentro del cambio climático?
Desde hace años se baten muchos más récords de calor que de frío. A escala global, el dominio de las anomalías positivas de temperatura es aplastante frente a las negativas. Sin esa perspectiva podemos caer en el error de pensar que están compensados los episodios de frío con los de calor extremo, pero son estos últimos los que marcan tendencia. Aunque la temperatura media global siga subiendo, tal y como apuntan las proyecciones climáticas, en diferentes momentos y lugares podrá producirse un destacado episodio invernal en el que se alcancen temperaturas bajas de récord.
¿Qué otros eventos extremos, asociados al cambio climático, se han producido y se podrían producir en España?
En la España peninsular y Baleares —algo extensible a toda la región mediterránea— la mayor irregularidad pluviométrica es uno de los principales impactos del cambio climático. Pero también lo son el aumento de la frecuencia de sequías, cada vez más intensas y duraderas, como los episodios de lluvias torrenciales, o tal y como ha pasado ahora, un temporal invernal, con nevadas muy abundantes. Tampoco debemos de olvidarnos de las olas de calor o del riesgo potencial de que una tormenta tropical o huracán se acerque hasta nuestro ámbito geográfico, que es algo que estamos observando en los últimos años.
¿De qué manera las medidas adoptadas para mitigar los efectos del cambio climático, como reducir las temperaturas, podrán impedir la sucesión de acontecimientos como Filomena en los próximos años?
El tiempo juega en nuestra contra. Tenemos todavía cierto margen para evitar los peores escenarios que plantean las proyecciones climáticas. Esta década es crucial. Si no se actúa globalmente de manera decidida, reduciendo rápido y en gran medida nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, con el CO2 a la cabeza, entraremos en un territorio inexplorado, en el que quizás perdamos nuestra capacidad de modular el comportamiento de la temperatura global por las inercias del sistema climático.
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