Málaga /
20 de noviembre de 2018

Las plantas hablan: cómo sobrevivir tras un incendio

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca

Fuente: Fundación Descubre

Miembros de un equipo de investigación de la Universidad de Málaga han logrado que un 90% de las plantas reforestadas en un monte quemado sobrevivan con restos de desbroce procedente del mismo lugar. Esta práctica supone una eficiencia económica y medioambiental muy superior a otros sistemas utilizados hasta el momento.

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La desertificación que viven los montes mediterráneos y los numerosos incendios que los asolan hacen necesaria la investigación en nuevos métodos que permitan una recuperación rápida y eficaz. Después de un incendio, por ejemplo, la eliminación de la cobertura vegetal que existía de forma natural, supone un incremento para los procesos de erosión y degradación del suelo.

Por ello, tras una evaluación de daños, a veces es necesario ejecutar métodos de restauración complementarios con el fin de que la vegetación y la biodiversidad de la zona vuelvan a su estatus lo antes posible. Restaurar la vegetación nativa es una de las maneras más efectivas de recuperar la calidad de los suelos forestales. Después de la repoblación, durante el enraizamiento del plantón, los beneficios de la vegetación sobre el suelo aún no se manifiestan y los suelos siguen siendo altamente vulnerables a la erosión y pérdida de carbono orgánico. Los procesos de degradación podrían minimizarse mediante la implementación de enmiendas orgánicas. El objetivo es analizar los beneficios del uso de diferentes enmiendas orgánicas sobre algunas propiedades del suelo.

Los expertos han logrado que un 90% de las plantas reforestadas en un monte quemado sobrevivan con restos de desbroce procedente del mismo lugar.

El plan de reforestación se ha ejecutado en una ladera degradada dentro del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, a caballo entre Granada y Málaga. En los últimos 50 años ha sufrido una transformación de usos, de agrícola a forestal, y se ha visto sometida a los efectos dos incendios. Esta área, además conforma un territorio muy vulnerable a los efectos del cambio climático. Por eso, los miembros del grupo de Investigación Geografía Física de la Universidad de Málaga escogieron este lugar para desarrollar sus estudios con los que pretendían evaluar de una manera eficiente y económica los estragos heredados del fuego y mejorar la capacidad de resiliencia del ecosistema.

El sistema puesto en marcha y publicado en la revista Science of The Total Environment consiste en enmendar el suelo donde se siembran diferentes plantones de matorral mediterráneo, con un desbroce de astillado de pino del propio parque natural. Además de favorecer la economía circular, pues el incorporar el astillado al suelo supone un ahorro económico al reutilizar subproductos obtenidos en el mismo y anular así el coste del transporte y gestión de los residuos en plantas de compostaje.

Recuperar plantas y suelo

Partieron de una situación complicada, un suelo degradado, con escasa potencia, muy pobre en materia orgánica, fuertemente erosionado y con un alto porcentaje de suelo desnudo, por lo que urgía un replanteamiento de las técnicas de restauración ecológica tradionales.

A través del estudio comparativo en 32 parcelas de erosión de tipo cerrado de 24 metros cuadrados de superficie y con las mismas condiciones de partida, este estudio evalúa las consecuencias eco-geomorfológicas del uso de enmiendas orgánicas como complemento al plan de reforestación.

Los resultados de sus investigaciones resaltan que el reciclaje de astillas de pino favorece la apertura de macro-poros en el perfil, y por lo tanto incrementa la infiltración de agua y su disponibilidad para las plantas. Además, esta intervención proporciona otros importantes beneficios al sistema como la mejora de estado físico-químico del suelo. Más específicamente, se observa un aumento significativo en carbono orgánico.

Además, a lo largo del tiempo, la baja tasa de descomposición de los residuos conlleva que los macro-poros se hagan visibles durante más de seis años. Esta mejora estructural del suelo conduce a un incremento de las tasas de supervivencia para los plantones reforestados y una mejora en el crecimiento en altura. Es decir, las plantas se mueren menos y crecen mejor.

El uso de estos residuos también favorece el desarrollo de nueva vegetación espontánea que ejerce un papel muy positivo en el control de la erosión desde las etapas más tempranas del plan de reforestación. Sus resultados indican que la aplicación de estos residuos es capaz de reducir las pérdidas de suelo en un 98,16%.

Paloma Hueso, del grupo de Investigación Geografía Física de la Universidad de Málaga, autora del artículo.

Otras enmiendas ensayadas en el estudio, fueron el acolchado de paja, lodos de depuradora, un tipo de fertilizante llamado hidropolimero Terracottem y excrementos de origen vacuno. Estos resultados también han sido objeto de otras publicaciones en revistas internacionales (Land Degradation and Development, Geomorphology, Solid Earth y Curren Opinion in Environmental Science and Health).

Estrategia de Economía Circular

La investigación se engloba dentro de la Estrategia Andaluza ante el Cambio Climático, que impulsa la creación de instrumentos para el desarrollo de una economía circular (CE, por sus siglas en inglés). Tiene por objetivo reducir los costes y procesos entre materiales y desechos, cerrando los flujos económicos y ecológicos de los recursos. Es decir, trata de reincorporar al ecosistema, de la manera más fluida posible, los desechos que se producen en el mismo. Siguiendo la regla de las tres ‘R’ (reducir, reciclar, reutilizar), esta estrategia pretende que el actual flujo de los materiales (recursos-producto-residuos) se transforme en un flujo circular (recurso-producto-residuos reciclados-producto).

De esta manera, los investigadores confirmaron que el acolchado procedente del desbroce que se elimina de los montes es el más óptimo de todos para conseguir este fin. Tras un proceso en el que se trillan los restos para convertirlos en astillas se colocan sobre el suelo a una altura de 25 centímetros. Al descomponerse, los restos de broza comienzan a producir materia orgánica. La porosidad de este material favorece la aparición de microbiota y retiene con mayor eficiencia la humedad del suelo.

Además, el proceso de obtención de la cubierta se realiza en el lugar donde se aplica obteniendo la materia del mismo espacio. Por tanto, este flujo circular permite un ahorro considerable al no tener que transportar los residuos a una planta de compostaje y de ésta de nuevo al lugar donde se utilizará y al no requerir ningún tipo de materia prima extra.

Referencias:

Paloma Hueso González, Juan Francisco Martínez Murillo, Jose-Damián Ruiz-Sinoga. ‘Benefits of adding forestry clearance residues for the soil and vegetation of a Mediterranean mountain forest’. Science of The Total Environment. 2018


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