Jaén /
19 de noviembre de 2019

La sustancia que inicia el hambre

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca / Fundación Descubre

Investigadores de la Universidad de Jaén han determinado que un compuesto salival interviene en el incremento de apetito y lo proponen como diana para futuros tratamientos contra la obesidad. Además, han confirmado que la exposición visual de comida, en especial la altamente calórica y rica en azúcares, hace que aumente la necesidad de comer en adolescentes obesos y lo relacionan con un bajo nivel de este constituyente de la saliva.

Hay algunas imágenes gastronómicas que provocan la salivación inmediata. Esa es, precisamente, la finalidad del márketing digital en alimentación. Pero detrás del mero hecho de lograr mayor nivel de ventas, se esconde un riesgo para los jóvenes, especialmente para los que tienen sobrepeso. La visualización de imágenes de comida rica en grasas y azúcares provoca una mayor sensación de hambre y se relaciona con la disminución de un compuesto que se encuentra en la saliva. Así lo pone de manifiesto un estudio de investigadores andaluces.

La visualización de imágenes de comida rica en grasas y azúcares provoca una mayor sensación de hambre.

Según indican expertos de las Universidades de Jaén y Málaga, junto al Hospital Virgen de la Victoria (Málaga), la relación entre la visualización de la imagen y la necesidad de comer es un hecho que se explica por los niveles bajos de una sustancia llamada alfa-amilasa salival, una enzima que comienza la digestión en boca de los alimentos. El estudio, publicado en la revista Childhood Obesity, la propone como un marcador de hambre y de propensión al sobrepeso, ya que los niveles de apetito y los cambios en los mismos dependen de ella. Los expertos proponen este compuesto como factor diana en los tratamientos de la obesidad, especialmente en la infantil.

Así, los investigadores plantean también con estos resultados la necesidad de una intervención en el cuidado de la publicidad para proteger a los adolescentes.“Los medios publicitarios saben que el público joven es más fácil de persuadir. Entre otras causas, los adolescentes aún no tienen completamente desarrollado una estructura cerebral llamada córtex frontal, responsable del autocontrol y del impulso, especialmente visible en el hecho de obtener una gratificación inmediata”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Jaén María Moreno, autora del artículo.

La investigadora de la Universidad de Jaén María Moreno, autora del artículo.

Los procesos que regulan el comportamiento alimentario son complejos y engloban factores químicos, sensoriales o conductuales, controlados por el hambre y la saciedad a través de señales en el organismo. Algunos péptidos y proteínas, como la insulina, proporcionan información sobre el funcionamiento y los mecanismos de transformación de los alimentos en nutrientes y, por lo tanto, se pueden utilizar como biomarcadores de regulación en la conducta alimentaria y la obesidad.

Otro de esos posibles biomarcadores es la alfa-amilasa salival. Esta enzima desmenuza moléculas grandes en muchas otras más pequeñas, como la glucosa. Es la primera digestión, responsable de provocar la sensación de estar saciado.

En individuos que presentan niveles más bajos de alfa-amilasa, la digestión será lenta y, por tanto, la existencia de glucosa será menor. “Esto hace que la sensación de hambre se mantenga durante un período más largo, lo que contribuye a un mayor consumo de alimentos antes de alcanzar la saciedad. A largo plazo, aumenta la propensión a la acumulación de grasas, un alto índice de masa corporal, riesgo de obesidad y mayor liberación de insulina”, añade la investigadora.

El estudio se ha basado en el análisis de la respuesta de 60 adolescentes entre 13 y 18 años, la mitad con sobrepeso. En el entorno alimentario en el que se mueven es frecuente encontrar una abundante oferta de alimentos energéticos y de bajo precio, fácilmente accesibles y promovidos por la publicidad de manera agresiva. “La OMS reclama a los países que modifiquen comportamientos que aumentan el riesgo de obesidad infantil y juvenil. Concretamente, es preciso reducir el consumo de alimentos muy elaborados, baratos, con alto contenido calórico y bajo valor nutricional, precisamente, los que ellos califican en este estudio como más apetitosos. En este ambiente inundado de publicidad, promover una alimentación saludable se ha vuelto difícil”, puntualiza.

Más información: Relacionan una sustancia de la saliva con la sensación de hambre en adolescentes con sobrepeso


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