Cádiz /
29 de abril de 2019

La micro batalla entre plásticos y algas

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Jorge Molina / Fundación Descubre

Un estudio del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC) confirma que uno de los materiales más comunes en envases, el poliestireno, tiene efectos en el crecimiento de un microorganismo marino, una microalga del grupo de las diatomeas, a las 24 horas de entrar en contacto con ella. Los expertos han obtenido estos resultados mediante un método rápido de evaluación, y apuntan la toxicidad de todas las muestras plásticas, ya tengan un tamaño micro o nano.

El envase de un yogur, la tapa de un cedé o el embalaje de los televisores con el que los niños juegan a hacer bolas de ‘nieve’, tienen en común dos cosas: están fabricados con poliestireno, y dañan al eslabón más bajo de la cadena alimenticia: las diatomeas, una microalga básica para los ecosistemas marinos.

Restos de basura en la playa. / Imagen: Wikipedia.

Investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de  Andalucía (ICMAN-CSIC), junto con las universidades de Cádiz y Siena (Italia), han detectado que las pequeñas partículas de este plástico alteran funciones fisiológicas y al propio ADN de una microalga. La toxicidad se evidencia ya a las 24 horas, sin que sea relevante el tamaño de la partícula, cuando lo habitual es que un menor volumen suponga mayor impacto.

La investigadora del ICMAN Marta Sendra, responsable del estudio, tiene claro que el problema es grave. “El volumen de basura plástica ya resulta alarmante en cualquier sitio de la costa”, explica, “y el poliestireno es uno de los plásticos más ampliamente encontrado durante los muestreos en los océanos”.

Marta Sendra, investigadora responsable del estudio.

El trabajo, realizado en laboratorio, ha tenido como especie de testeo a un alga unicelular, una de las 20.000 especies de diatomeas vivas. Pero no es cualquiera. Phaeodactylum tricornutum fue la segunda con el genoma completamente secuenciado, y tiene interés farmacéutico y alimentario por su alta producción de compuestos orgánicos, como lípidos o polifenoles.

“Cualquier cambio en este alga ocasionará unas consecuencia inmediatas en los siguientes eslabones de la cadena alimenticia”, señala Sendra, de ahí la relevancia del estudio. Para llegar a estos resultados se emplea una avanzada tecnología que evalúa 10.000 células una a una en un minuto. El análisis ha revelado que el alga es capaz de adaptarse durante 72 horas a la exposición de nanoplásticos de poliestireno, pues los mayores cambios fisiológicos se los encontraron a las 24 horas.

Phaeodactylum tricornutum, diatomea objeto de estudio.

Los investigadores confirman otro aspecto sobre la toxicidad: “Siempre habíamos observado que, mientras más pequeño el material, más efecto negativo provocaba en la micro alga; en este caso las partículas de poliestireno de 50 nanometros no fueron más tóxicas que las de 100”, explica Sendra. El comportamiento de los nanoplásticos de 100 nm (nanometros) resultó ser más estable en tamaño y forma en agua de mar durante el tiempo de exposición.

Según el trabajo publicado en la revista Enviromental Pollution, resulta evidente la toxicidad. “A las 24 horas se observó mayor estrés oxidativo, daño en el aparato fotosintético y al ADN”, informa Sendra. “Después de 72 horas las respuestas más afectadas fueron: inhibición del crecimiento de la población y el contenido de clorofila de la diatomea Phaeodactylum tricornutum”.

Tras saber esto, y como siempre, mejor usar poco el plástico, y en todo caso entregarlo a reciclaje. Phaeodactylum tricornutum y otras numerosas especies lo agradecerán.

Más información: Demuestran que los nanoplásticos alteran las funciones de una microalga básica en los ecosistemas marinos


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