Investigadores de la Universidad de Málaga han desarrollado un modelo que permite evaluar las ciudades en función de su eficiencia energética. Con sólo 12 indicadores obtienen un porcentaje final que se actualiza cada año y organiza a las urbes en un ranking de sostenibilidad.
La prueba del algodón para conocer lo ‘verde’ que es una ciudad se obtiene de cómo le llega y utiliza la energía. Las ciudades ‘enchufadas’ a la sostenibilidad prefieren fuentes renovables, vehículos eléctricos y edificios eficientes. Hoy, cuando la mitad de la población mundial vive en ciudades, estos ámbitos son el peor problema, y a la vez por tanto el lugar de solución, de grandes déficits ambientales del planeta.
Investigadores de la Universidad de Málaga y de la Politécnica de Cataluña han desarrollado una herramienta que permite saber hacia dónde van las ciudades. Se trata del primer índice que mide la eficacia en el uso de energía de cualquiera de ellas. Denominado UESI (Urban Energy Sustainability Index), permite conocer la eficiencia en el uso de recursos energéticos de manera anual, y así establecer estrategias de gestión urbana, junto a una clasificación de las urbes.
El índice determina cómo y cuánta energía se gasta en las ciudades. “Es necesario recoger los consumos energéticos de las urbes, separando lo máximo posible el uso final y el origen de la energía, porque sólo desde ese análisis se entiende si las acciones y políticas de una ciudad van en la dirección correcta”, señala a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Málaga María José Márquez, coautora del estudio.
Este modelo integra variables hasta ahora analizadas por separado. Los investigadores organizaron los 12 indicadores seleccionados en tres niveles, según la relevancia que les adjudican para conseguir el índice final. “El núcleo principal son las variables que forman parte del sistema ciudad, es decir, que están condicionados por políticas locales, y por los agentes que intervienen en el ámbito urbano: ciudadanos, empresas y administración local”, explica la arquitecto María José Márquez.
Ese núcleo lo denominan nivel básico, e incluye cuatro variables: los combustibles fósiles, la producción local de electricidad y de energía térmica mediante energías renovables, así como la calidad del aire.
En segundo nivel, los expertos sitúan el porcentaje de vehículos eléctricos, trabajadores que usan transporte público, edificios de alta eficiencia energética y planes urbanos de sostenibilidad energética. Este conjunto se denomina variables instrumentales.
Referencias internacionales
Para conseguir el resultado, los expertos buscaron referencias previas en otros países. “Llegamos a la conclusión de que no existía ningún modelo específico para la sostenibilidad urbana energética”, indica Márquez. El modelo se aplicó en Málaga, Barcelona y una ciudad virtual ideal. La experta añade que el peso de cada indicador también varía: los básicos suponen el 50% (en particular puntúan combustibles fósiles y calidad del aire), los instrumentales el 30%, y los complementarios el 20 restante.
El resultado obtenido en esas capitales citadas lo establecieron en la escala de 1 a 100 que maneja el EUSI. En Málaga el valor del índice subió en diez puntos del año 2008 al 2013. Destaca en calidad del aire, reciclaje de residuos sólidos urbanos y uso de renovables en la energía externa que le llega, según el estudio.
Ya en 1987, el informe Brundtland de la ONU –considerado el punto de arranque del concepto desarrollo sostenible– hablaba de la “revolución urbana” que se vivía ambientalmente. En poco tiempo todo ha ido mucho más allá. En 2050, el 75% de los habitantes del planeta vivirán en ciudades. Y el uso de la energía marcará si son eco-ciudades o puntos negros. Marcará el futuro.
Más información en Ciencia Directa: Elaboran el primer índice para clasificar las ciudades por el uso sostenible de la energía
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