Almería /
10 de julio de 2025

La dieta mediterránea tiene su base en el cultivo del cereal, de la vid, y del olivo

Fotografía ilustrativa de la noticia

El curso de verano ‘Bene Sapiat’ de la UAL, dedicado a ‘La alimentación en la antigüedad’, ha dejado claves determinantes que invitan a insistir en la búsqueda sobre terreno: “Los yacimientos nos van a dar las particularidades regionales y toda la evolución de cultivos, ganadería y medio ambiente”.

El catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Almería José Luis López Castro ha participado en los Cursos de Verano de la UAL celebrados en la sede de El Ejido con una intervención titulada ‘Dime qué comes y te diré de dónde vienes: la alimentación como indicador cultural’.

Afortunadamente, “la técnica arqueológica ha evolucionado mucho; antes no se recuperaban, por ejemplo, los huesos, las conchas… y desde hace ya varios años las nuevas generación de arqueólogos recogen no solamente los huesos y las conchas, sino también la microfauna, o sea, los huesos que no vemos a simple vista, y luego también recogemos muestreos importantes de semillas, de carbones, que antes no se les daba importancia, también fitolitos, que son las raíces que están petrificadas…”.

Por lo tanto, “hay un montón de información que ofrece el registro arqueológico”, añadiendo a ese listado “los pólenes de las especies vegetales que traía el viento de unos centenares de kilómetros a la redonda, lo que está informando del medio ambiente, pero también de los cultivos”.

José Luis López Castro ha ofrecido la ponencia ‘Dime qué comes y te diré de dónde vienes: la alimentación como indicador cultural’.

Es más, estos pólenes se depositan en estratos arqueológicos y por eso “podemos fecharlos”, siendo una suma de datos, “muchos más que hace cincuenta años”, mediante los cuales “podemos conocer aspectos relacionados con la alimentación”. López Castro ha sentencia que “todo está en la tierra, todos los desechos, toda ‘la basurita’, y nosotros tenemos que recuperarla, algo que cada vez se hace de manera más sistemática, con lo cual podemos tener una visión más amplia de cómo era la alimentación en diferentes épocas”.

De ahí se sostiene con certeza que “lo que hoy día denominamos dieta mediterránea tiene su base en lo que denominamos la triada mediterránea, que es el cultivo del cereal, de la vid, y del olivo, y una cuarta pata del banco que es la arboricultura, o sea, el tratamiento específico que hay que darle a los olivos, que hay que darle a las vides, los injertos, la poda, cavar la viña y los olivos; este tipo de tareas que nuestros agricultores tienen ya perfectamente asumidas las introdujeron los fenicios hace casi 3000 años”.

Muy interesante es que “el alimento es una forma de diferenciación social, de hacer valer el prestigio social que tienen determinados grupos sociales, porque hay alimentos que son asequibles solamente a algunos de ellos, bien porque pueden pagarlo cuando estamos hablando en términos de mercado o bien porque a través de otro tipo de relaciones políticas, diplomáticas, obtienen regalos de otras sociedades”.

Ha recordado que “el vino por ejemplo luego ya se popularizó, pero al principio se restringía solamente a la realeza o a la nobleza”. Para la aplicación de estas investigaciones en el yacimiento de Ciavieja, “lo bueno es que tiene una secuencia de ocupación muy larga, que arranca a comienzos del calcolítico y llega a época tardorromana, así que con el tiempo se van a poder ir recogiendo datos suficientes para tener una lectura de cómo evolucionó la alimentación, pero también los cultivos, la ganadería, el medio ambiente, las especies silvestres que había, tanto vegetales como animales, y como evolucionaron, desde el cuarto milenio antes de Cristo”. Lógicamente “es laborioso, depende de en qué zona se excave, pero ahora mismo ya hay localizadas varias zonas”.

Por último, ha recordado las relaciones que se establecían en torno a la comida en el mundo romano: “Primero, tenemos una riqueza importante en las fuentes escritas que desgraciadamente no tenemos en otras sociedades del pasado, lo que nos permite reconstruir la alimentación, y después además tenemos el complemento que nos permite concretar, regionalizar”.

Es evidente la necesidad de la toma de datos en excavaciones frente a “algunos que dicen, ‘bueno como tenemos las fuentes, para qué vamos a estudiar huesos’, y claro había ganadería, pero es que no es lo mismo la ganadería de aquí que la que podía haber en Tarraco o en la provincia de Lusitania; hay muchas particularidades regionales y pervivencias, porque las sociedades se relacionan con el medio y esa relación pervive a largo de los siglos, porque es una experiencia acumulada en la explotación de los de los recursos, del territorio, agrícolas, ganaderos, mineros, marítimos, etcétera, y forman parte del acervo cultural de la de la población”.


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