Francisco Perales, licenciado en Sociología: “La brecha social no es irreversible”
Francisco Perales (Sevilla, 1985) es licenciado en Sociología por la Universidad Metropolitana de Londres. En al año 2012 se doctoró en el Instituto de Investigación Social y Económica de la Universidad de Essex (Reino Unido). Desde 2014 trabaja como investigador en el ‘Life Course Centre’, un centro de investigación sobre desigualdad social que pertenece al Instituto de Investigación Social de la Universidad de Queensland (Australia). En concreto, vive y trabaja en Brisbane, una ciudad de cerca de un millón y medio de habitantes próxima a la costa Este australiana, con multitud de zonas verdes y actividades para niños que hoy día disfrutan sus hijos, Sofía y Oliver. Su investigación está centrada en proporcionar evidencia empírica que ayude a elaborar políticas de protección social que promuevan la igualdad y la inclusión social
– Más de 15.000 kilómetros de distancia y 20 horas de avión, ¿qué te lleva a la Universidad de Queensland?
Mi mujer estaba embarazada y yo acababa de terminar mi doctorado. Realmente no teníamos ninguna expectativa respecto al lugar y simplemente buscábamos una buena zona para Sofía, nuestra primera hija. Tras varias entrevistas, la primera que cristalizó fue la que hice para la Universidad de Queensland, donde la rama de Sociología se sitúa en el número 22 del ranking mundial.
– ¿Cuál es tu línea de investigación en el ‘Life Course Centre’ de esta Universidad?
Está focalizada, principalmente, en el estudio y análisis de la desigualdad social aplicando métodos longitudinales o de paneles. Se trata de seguir a las personas durante el curso de su vida e intentar disminuir el riesgo de que éstas entren en ciclos de pobreza.
– Hablas de una metodología basada en paneles o datos longitudinales, ¿por qué son importantes este tipo de estudios?
A diferencia de otras, esta familia de técnicas nos permite analizar los cambios que experimentan las personas a lo largo de los años y como el hecho de haber tomado ciertas decisiones o adoptado determinados comportamientos puede afectar el curso de su vida a la larga. Si observas a las personas una vez puedes ver cómo están en ese momento concreto, mientras que si las sigues a lo largo del tiempo tienes una perspectiva más completa de dónde vienen y hacia dónde se dirigen.
– ¿Cuáles son las principales causas para que exista desigualdad social?
Nuestra investigación nos dice que la mayoría de los factores son externos al individuo y proceden del entorno que les rodea. Si una persona crece en una familia sin recursos, la probabilidad de que al crecer sea pobre y transmita esa pobreza a sus futuros descendientes es mucho más alta. Nuestra conclusión es que la mayoría de los casos de pobreza y desigualdad se podrían solucionar cambiando el contexto institucional y social, en ámbitos que abarcan desde el sistema de salud a la política de redistribución de la riqueza.
– ¿Es posible evitar que la pobreza se transmita a nivel familiar?
Esa es la clave. Es tremendamente injusto para los niños porque ellos no eligen donde nacen. Desde el Centro trabajamos para que el origen social no determine la posición social de los individuos y que sea el propio esfuerzo, capacidad y calidad humana de las personas los factores que establezcan el curso de sus vidas.
– Hoy en día hay cada vez más personas se encuentran en una situación de pobreza extrema en nuestro país, ¿cómo se puede salir?
La premisa es clara: Se puede ayudar a toda persona que se encuentre sin recursos a realizar la vida que desea vivir, independientemente del nivel y de la duración del estado de pobreza. Es justicia social. Todas las personas merecen recibir ayuda institucional que garantice un sistema de igualdad de oportunidades.
– ¿En qué momento es más necesaria y eficaz esa ayuda?
Antes de que el niño cumpla los cinco años es la edad idónea para cambiar una trayectoria negativa hacia otra más positiva. Si tu inviertes en el adolescente o adulto joven ahí ya has ‘perdido’ un número de años en los que esa persona ha vivido en la pobreza y resulta mucho más costoso y difícil revertir el rumbo.
– Una vez que las desigualdades aumentan, ¿es irreversible la brecha social?
Rotundamente no. Lo que sí es cierto es que si seguimos manteniendo el mismo sistema responsable de la brecha social, nos arriesgamos a que ésta siga creciendo de manera que con el paso de los años sí que será muy difícil superarla.
– ¿Existe una fórmula establecida para reducir la desigualdad social?
Depende mucho del tipo de desigualdad, puede ser en el empleo, la salud, entre hombres y mujeres o pobres y ricos. Es difícil pensar en políticas específicas o en una llave maestra. No obstante, a nivel general, las políticas de redistribución de los recursos que promuevan la igualdad social son muy necesarias y suelen tener ‘efectos en cascada’. Es decir, si tú corriges un ámbito de la vida de las personas éste suele modificar el siguiente y así sucesivamente.
– ¿Puede ocurrir esto con el empleo?
Efectivamente. Si una persona desempleada entra en el círculo de empleo no gana sólo un trabajo, también recursos económicos, confianza en sí mismo, harmonía en su relación con los demás y mejorías en su salud mental y física. Un aumento del empleo a nivel más general contribuye asimismo a incrementar el grado de cohesión social.
– ¿Sería posible extrapolar estas conclusiones a otros países desarrollados como puede ser España?
La corriente de pensamiento es la misma, pero el nivel de la evidencia empírica no lo es. Países como España muchas veces no disponen de los datos necesarios para establecer de manera empírica cual es el mejor modo de combatir la desigualdad social. El primer paso es convencer al gobierno y a otros inversores de la necesidad imperiosa de invertir en la recolección de datos que permitan a los científicos sociales realizar su labor.
– Desde un punto de vista más personal, ¿qué hallazgos te han marcado más a lo largo de tu carrera?
La consistencia y la extensión de las desigualdades de género en la sociedad actual es una de las cosas que más me sorprenden en pleno siglo XXI. A pesar de que durante la segunda mitad del siglo XX las mujeres recortaron mucho las diferencias respecto a los hombres seguimos observando estas divergencias en muchos ámbitos de la vida como, por ejemplo, en la posición dentro del mercado laboral, los salarios, la salud mental, en el hogar a la hora de distribuir las tareas e incluso en el número de horas de sueño cuando son padres. Y este patrón se extiende, en mayor o menor medida, por toda la geografía global, tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo.
– Estos resultados, en ocasiones, son desconocidos por la población ¿Qué necesitan los científicos para que sus mensajes lleguen más y mejor a la sociedad?
Muy pocas veces la investigación se traduce en cambios dentro de la política o la realidad social. En el Life Course Centre tenemos la misión de que los resultados de nuestra investigación lleguen a las personas encargadas de hacer o cambiar las leyes y también a aquellos que están en contacto más directo con los colectivos en desventaja social como pueden ser las ONGs.
– En investigación, ¿importa más obtener resultados o cumplir los plazos?
El valor de la investigación es a largo plazo y suele existir un conflicto entre las fuentes financiadoras y los académicos. Las primeras necesitan respuestas inmediatas y esto choca contra la naturaleza de la propia investigación. Muchas veces las respuestas son muy buenas pero se ha pasado ya el tren para tomar decisiones. Es importante acercar posturas entre las personas que demandan investigación y pagan por ello y aquellas que la desarrollamos.
– Por último, ¿el camino de la investigación está evolucionando hacia la interrelación de las ciencias?
Absolutamente. Trabajando con colegas de otras disciplinas se obtiene una visión más amplia de los problemas, se aprende mucho más y se llega a mejores soluciones. En nuestro Centro, para afrontar la desigualdad social contamos con economistas, epidemiólogos, expertos en salud pública, psicólogos, estadísticos, demógrafos y criminólogos. Miramos la desigualdad como algo multidimensional. La riqueza de esta perspectiva, pensamos, nos ayuda a marcar la diferencia y tener un conocimiento más profundo de los factores que afectan las vidas de las personas.
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