Este estudio liderado por la Universidad de Granada proporciona la primera evidencia empírica sobre el impacto de la actividad física sobre la mortalidad en individuos cognitivamente frágiles. Sus autores estudiaron a 3677 adultos mayores, con una edad media de 72 años, a quienes realizaron un seguimiento durante más de 14 años.
Un estudio internacional liderado por la Universidad de Granada (UGR), en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid, el Instituto de Alimentación IMDEA, el CIBER en Epidemiología y Salud Pública y la Northeastern University (Estados Unidos), ha demostrado que la actividad física puede atenuar un 36% el riesgo de mortalidad entre las personas cognitivamente frágiles.
Este estudio ha sido publicado esta semana en la prestigiosa revista Mayo Clinic Proceedings y forma parte de la cohorte de la Universidad Autónoma de Madrid, una cohorte representativa de la población española no institucionalizada de 60 años o más.
La fragilidad cognitiva es una manifestación clínica heterogénea caracterizada por la presencia simultánea de fragilidad física y deterioro cognitivo, en ausencia de demencia, y parece conllevar un mayor riesgo de muerte que la fragilidad física o el deterioro cognitivo por separado.
A pesar del efecto potencial de la actividad física regular para disminuir el declive cognitivo y su asociación con una menor mortalidad en individuos no frágiles, ningún estudio previo ha investigado si la actividad física podría atenuar el efecto de la fragilidad cognitiva en la mortalidad.
Primera evidencia empírica
El estudio liderado por la UGR proporciona la primera evidencia empírica sobre el impacto de la actividad física sobre la mortalidad en individuos cognitivamente frágiles. Sus autores estudiaron a 3677 adultos mayores, con una edad media de 72 años, a quienes realizaron un seguimiento durante más de 14 años.
Estos resultados pioneros mostraron que la fragilidad cognitiva se asoció con un aumento de la mortalidad más marcadamente en adultos mayores inactivos y, lo que es más importante, ser físicamente activo puede reducir el riesgo de mortalidad entre los individuos cognitivamente frágiles en un 36%.
Irene Esteban-Cornejo, primera autora del estudio e investigadora de la Universidad de Granada, destaca las implicaciones clínicas del estudio y señala que “en comparación con los que eran robustos y activos, los participantes con fragilidad cognitiva e inactivos tenían el mayor riesgo de mortalidad”, lo que equivalía a ser casi 7 años mayor”.
Esta investigación puede tener implicaciones importantes, porque los niveles de actividad física se reducen drásticamente durante el envejecimiento, mientras que el deterioro cognitivo y físico ocurre naturalmente, afirma David Martínez-Gómez, coautor del estudio e investigador de la Universidad Autónoma de Madrid.
En este trabajo, la prevalencia de inactividad física en individuos cognitivamente frágiles fue de alrededor del 65%. Por lo tanto, “promover la actividad física entre individuos cognitivamente frágiles es crucial porque tienen margen de mejora y puede aumentar su supervivencia”. Sin embargo, se necesitan más estudios longitudinales y experimentales para esclarecer la importancia de la actividad física para disminuir la mortalidad en individuos cognitivamente frágiles.
Esteban-Cornejo y sus colegas concluyen que promover un estilo de vida físicamente activo podría ser una de las estrategias principales para mejorar el pronóstico vital en adultos mayores cognitivamente frágiles.
Los investigadores hacen un llamamiento a las Instituciones de Salud Pública para que prescriban actividad física regular como “medicamento” contra la mortalidad relacionada con la fragilidad cognitiva.
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