Un equipo de investigación del Instituto de Parasitología y Biomedicina López – Neyra del CSIC ha confirmado en modelos animales que la cortistatina, una sustancia que produce el organismo, logra revertir los daños producidos en la fibrosis hepática, una enfermedad hasta el momento sin cura, que puede desembocar en cirrosis o cáncer.
Existe un arte en Japón, llamado kintsugi, que repara la cerámica rota con resina de oro. De esta manera, un objeto que ha perdido su utilidad se transforma en algo valioso. La cicatriz marcada en un jarrón, una vasija o un plato adquieren una nueva función y pasan a convertirse en una obra de arte destinada a la contemplación.
Si se pudiera también hacer lo mismo con las heridas que se producen en el organismo quedaría marcada una línea dorada de cada historia sobre lo vivido. La piel sería como un cuadro o un libro sobre las reparaciones de la vida. Pero no hay marcas de oro en las cicatrices, incluso, hay veces que el cuerpo se desboca y comienza a realizar demasiadas líneas, llegando a desarrollar lo que se conoce como fibrosis, una enfermedad que comienza siendo un proceso reparador del organismo.
Ante una lesión, las células reaccionan creando nuevo tejido para cicatrizar el daño. Es el kintsugi interno del ser humano. Sin embargo, hay momentos en los que esta reparación se descontrola y la cicatriz sigue creciendo hasta hacer que el órgano deje de funcionar correctamente. Es entonces cuando la fibrosis se convierte en una enfermedad crónica que, si se produce en el hígado, puede desembocar en cirrosis o en cáncer.
Los investigadores buscan el ‘oro’ que paralice la cicatrización y en esa línea, un equipo del Instituto de Parasitología y Biomedicina López Neyra del CSIC y la Universidad de Granada ha demostrado que la cortistatina, una sustancia producida por el sistema nervioso, con cualidades antiinflamatorias, analgésicas y autoinmunes, supone un freno en la fibrosis hepática. Tras este trabajo los expertos proponen las terapias basadas en este compuesto como estrategias para mejorarla. Los resultados, publicados en la revista British Journal of Pharmacology, confirman que este neurotransmisor cesa la evolución de la enfermedad, incluso, logra revertirla en ratones.
Las causas de la fibrosis hepática están derivadas de enfermedades del hígado, desde la obstrucción de los vasos biliares hasta la acumulación de sustancias tóxicas, como la grasa, el alcohol o algún virus.
Con este trabajo quedan resueltos los estudios preclínicos, es decir, las investigaciones en laboratorio previas a las pruebas en humanos, y abren una puerta al desarrollo de nuevos productos terapéuticos basados en la cortistatina. “Hemos confirmado la capacidad antifibrótica de la cortistatina en el hígado. Tras esta fase de estudio con animales estamos preparados para comenzar el estudio con pacientes”, indica a la Fundación Descubre el investigador del CSIC Mario Delgado, autor del artículo.
Además, proponen este compuesto como un marcador válido para el diagnóstico de trastornos del hígado crónicos, ya que han observado que una deficiencia de cortistatina predispone a desarrollar este tipo de dolencias en este órgano de manera más temprana y dañina.
Una sustancia multifunción
La cortistatina es un neurotransmisor ampliamente conocido por la comunidad científica por su capacidad antiinflamatoria, analgésica y autoinmune. En estudios anteriores, quedó confirmada su acción beneficiosa en procesos inflamatorios como la artritis reumatoide, la enfermedad de Crohn o la esclerosis múltiple. También ha sido eficiente en tratamientos víricos como la miocarditis.
En los últimos años, los expertos granadinos han confirmado también su eficacia antifibrótica. Concretamente con la fibrosis pulmonar o de piel y, ahora, con la hepática. Han logrado esta nueva implementación mediante su diseño por ingeniería genética, encapsulándola para que se libere donde se está produciendo la fibrosis y que se comporte como un escudo molecular ante la enfermedad, aumentando así su capacidad de acción.
Para esta investigación los expertos analizaron en primer lugar la expresión de cortistatina en las muestras de hígado de ratones con diferentes fibrosis hepáticas confirmando que se reduce significativamente frente a los niveles de ratones sanos. Tras inducir la enfermedad crónica observaron que la supervivencia de los de tipo salvaje no se vio afectada, mientras que en el caso de los que presentaban deficiencia de cortistatina resultó en tasas de mortalidad de alrededor del 40 %.
Por otro lado, la fibrosis patológica en el hígado es impulsada por los miofibroblastos, unas células del tejido conectivo expertas en la reparación de heridas. Los expertos también han confirmado que los ratones sometidos a cortistatina inhiben hasta un 80% la producción de estas células.
Por último, tras el tratamiento con inyecciones de cortistatina se observó la reversión de la fibrosis crónica y la insuficiencia hepática en los ratones deficientes de este compuesto en el origen, por lo que demuestran su efecto terapéutico.
Si el oro del kintsugi devolviera su función al objeto dañado sería, además de una obra de arte, un elemento nuevamente dispuesto a su uso. Sería como la cortistatina en el organismo, que repara y devuelve la funcionalidad al hígado dañado. La quimera de oro contra la fibrosis.
Más información en #CienciaDirecta: Validan en ratones una terapia que revierte la cicatrización desmesurada del hígado
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