Huelva /
30 de julio de 2018

Imágenes y visión artificial para analizar la evolución del olivo

Fotografía ilustrativa de la noticia

El grupo de investigación TEP-192 ‘Control y Robótica’ de la Universidad de Huelva, vinculado al ámbito del ceiA3, lidera el proyecto europeo de agricultura de precisión ‘Tecnologías para el manejo y supervisión del cultivo del olivo (Tecnolivo)’, que se está desarrollando en olivares de Huelva y sur de Portugal

El investigador principal José Manuel Andújar, del grupo TEP-192 ‘Control y Robótica’ de la Universidad de Huelva agregada al ceiA3, está liderando el proyecto internacional centrado en el árbol del olivo, Tecnolivo, del que también forman parte el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), el Instituto Nacional de Investigação Agrária e Veterinária (Portugal), Ubiwhere Lda. (Portugal), la Sociedad Cooperativa Andaluza Nuestra Señora de la Oliva, de Gibraleón (Huelva) y la Murtigao – Sociedade Agrícola, S.A. (Portugal).

El proyecto Tecnolivo, financiado con 2,5 millones de euros, se enmarca en el ámbito de la agricultura de precisión. Como explica el profesor Andújar al respecto, en la actualidad se persigue tratar las extensiones agrícolas de forma individualizada, no como anteriormente se hacía, cuando se trataba al conjunto de la plantación de forma homogénea. Por tanto, el proyecto ambiciona individualizar los análisis y actuaciones para cada árbol de forma particular, “aquí radica la clave de la agricultura de precisión, en la individualización de cada planta”.

Concretamente, los medios tecnológicos empleados se basan en drones dotados de cámaras que captan imágenes multiespectrales y sensores que se colocan en tierra o en la corteza del árbol y que permiten obtener medidas del estado del árbol, de su situación nutricional, hídrica, de su estado de floración y del fruto.

José Manuel Andújar, Investigador principal del proyecto

José Manuel Andújar, Investigador principal del proyecto

Este proyecto está centrado en el olivo porque es el cultivo en Andalucía que “tiene mayor valor añadido y mayor capacidad de generar economía”, pero se podría aplicar a cualquier otro, y de hecho “estamos ya barajando hacerlo con berrys (fresas, frambuesas, arándanos y moras) en próximos trabajos”, apostilla el investigador.

Campos de experimentación

Los experimentos se están llevando a cabo en dos campos de experimentación diferentes, denominados usuarios finales, porque el olivo no se cultiva de la misma manera en todos los sitios.

Concretamente, el olivo se cultiva de tres formas: tradicional, donde los árboles están separados unos de otros; intensivo, que concentran mayor número de árboles por hectárea que el anterior; y superintensivo u olivar en seto, que es el cultivo que mayor densidad de olivo por hectárea aglutina. Como detalla José Manuel Andújar, lo que se va persiguiendo es la mayor producción.

Las investigaciones relacionadas con el vuelo de drones y con la sensorización se están realizando en estos tres tipos de escenarios y para ello se trabaja con la cooperativa Oleodiel de Gibraleón (Huelva) y con una empresa de Portugal, denominada Elaia. Esto va a permitir una mayor amplitud en los experimentos, ya que se trata de formas de cultivos diferentes y de zonas distintas.

Los sensores se colocan en tierra, fundamentalmente en la corteza del árbol o en el terreno que lo circunda, y el resto de las medidas se toman con los drones que sobrevuelan los campos y que llevan cámaras multiespectrales. Éstas tienen una capacidad de visión mayor que el ojo humano, y pueden ver la radiación visible e infrarroja.

El procedimiento consiste en “montar estas cámaras en cada dron y éstas toman las imágenes en el campo visible, que es el que se percibe con el ojo humano, así como en el espectro infrarrojo, que permite captar la energía que en forma de calor genera cada planta y el terreno que la circunda. Esto no es posible verlo mediante visión natural.”

Comportamiento del olivo por infrarrojos

Las imágenes espectrales que se adquieren desde el dron posibilitan analizar el estado del olivo en este caso, o de cualquier planta en otro. Dependiendo de la banda espectral de análisis, se puede estudiar si una planta está mal regada, mal abonada, si tiene enfermedades, hay malas hierbas, etc.

Al respecto, “dependiendo de la banda en la que se efectúe el análisis hay cualidades que se ven mejor que otras; por tanto, interesa hacer este análisis multiespectral porque de esta forma podemos distinguir todas las variables que vamos buscando y que hacen alusión al grado de humedad que tiene la planta, el grado de irrigación o de agua, el grado de fertirrigación (o sea el grado de agua y abono juntos), y el grado de floración y crecimiento”, aclara el profesor Andújar.

Los resultados que se están obteniendo están fundamentalmente relacionados con el tipo de aceituna y se observa que cada una tiene un comportamiento diferente, el cual está siendo analizado.

En definitiva, el objetivo final del proyecto es que el agricultor pueda disponer de una herramienta que le sea útil y “tan familiar” como el tractor. Por tanto, se incluye una parte de formación para los agricultores en el manejo de estas tecnologías para que la sepan utilizar y, sobre todo, interpretar los datos.

“La finalidad radica en que los productores sepan manejar el sistema en desarrollo y conocer las necesidades individualizadas de cada árbol, ya que se persigue analizar, cuidar y explotar el campo de forma diferente y según los requerimientos de cada planta, esto es, con la mayor sostenibilidad posible”, matiza el científico. Esto también repercutiría positivamente sobre el medio ambiente, porque permitirá que la planta tenga el abono justo y evitar contaminar el subsuelo.

El Proyecto TECNOLIVO fue aprobado en la primera convocatoria de proyectos del Programa Interreg V-A España-Portugal (POCTEP 2014-2020) y está cofinanciado con fondos FEDER.


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