Sevilla /
04 de enero de 2021

Nueva proteína ‘reparadora’ del ADN

Fotografía ilustrativa de la noticia

Investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con compañeros de las Universidades de Murcia y Marburgo (Alemania) han identificado una nueva proteína que permite reparar el ADN. Se trata de los criptocromos, unas proteínas que han ido evolucionado hasta adquirir ésta y otras funciones dentro de la célula.

Investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con compañeros de las Universidades de Murcia y Marburgo (Alemania) han identificado una nueva proteína que permite reparar el ADN. Se trata de los criptocromos, unas proteínas que han ido evolucionado hasta adquirir ésta y otras funciones dentro de la célula.

ADN.

La radiación ultravioleta daña el ADN y da lugar a mutaciones que alteran el funcionamiento celular o que permiten el crecimiento descontrolado de las células cancerosas. Para defenderse de estos daños las células tienen sistemas de reparación del ADN. Uno de estos sistemas está basado en una proteína, la fotoliasa, que utiliza la luz azul para reparar los daños en el ADN antes de que den lugar a mutaciones.

Durante la evolución, los genes de las fotoliasas se han duplicado y especializado dando lugar a nuevas proteínas, los criptocromos, que han perfeccionado su capacidad de percibir la luz azul y que realizan otras funciones en las células. Por ejemplo, los criptocromos usan la luz azul como señal para regular el crecimiento de las plantas y el ritmo que controla la actividad diaria (el ritmo circadiano) de los hongos y los animales.

Los autores de este trabajo han descubierto que en el hongo Mucor circinelloides, un patógeno humano, el criptocromo es la proteína encargada de la reparación del ADN tras la exposición a la radiación ultravioleta, una función que deberían realizar las fotoliasas. También proponen que el criptocromo de este hongo ha adquirido su capacidad de reparar el ADN durante su evolución a partir de un criptocromo ancestral que no podía reparar el ADN. Este descubrimiento ilustra las transiciones de las proteínas en la evolución de sus funciones.


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