Un estudio realizado en España durante el confinamiento y publicado en 2021 en la revista científica Nutrients señala que el riesgo de que la dieta empeore es un 21 % mayor en los adolescentes con posición socioeconómica más desfavorecida. Influyen también los factores familiares y, por supuesto, los psicológicos. En relación a lo mencionado, los aspectos emocionales determinan diariamente nuestra conducta alimentaria. ¿Cómo? Interviniendo en nuestras elecciones y fomentando o no una relación saludable con la alimentación.
Alimentarse es un proceso voluntario en el que intervienen multitud de factores.
Por un lado, podríamos destacar agentes sociales, culturales y económicos. Un estudio realizado en España durante el confinamiento y publicado en 2021 en la revista científica Nutrients señala que el riesgo de que la dieta empeore es un 21 % mayor en los adolescentes con posición socioeconómica más desfavorecida.
Ahora bien, también son claves los factores familiares y, por supuesto, los psicológicos.
En relación a lo mencionado, los aspectos emocionales determinan diariamente nuestra conducta alimentaria. ¿Cómo? Interviniendo en nuestras elecciones y fomentando o no una relación saludable con la alimentación.
Las cifras de trastorno alimentario han aumentado
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades mentales de gran complejidad. Como tales, no solo se ven determinadas por aspectos biológicos, sino también por motivos sociales, culturales, genéticos, psicológicos e individuales.
Así, un estudio publicado recientemente en la revista Pediatrics nos acerca una situación tan triste como real. Durante la pandemia de covid-19 se ha observado un aumento significativo de casos de TCA en adolescentes.
Los autores concluyen que la emergencia sanitaria ha terminado por asociarse a resultados negativos de salud mental, incluyendo el empeoramiento de los síntomas relacionados con los TCA. También el grado de angustia y malestar significativo y la sensación de negatividad y hostilidad.
El contexto se ha visto agravado por factores como las restricciones de movilidad o las limitaciones a la atención médica y la sobrecarga asistencial. Esto se ha traducido en retrasos en las citas de especialistas y en los diagnósticos, y en miedo a acudir a un centro médico por la mera posibilidad de exponerse al virus y poner en riesgo la salud.
La vulnerabilidad de la adolescencia en la era de la información
El mismo estudio describe que los adolescentes pueden ser particularmente vulnerables a los efectos negativos que la pandemia tiene sobre las relaciones sociales y la regulación de sus propias emociones.
Si sumamos esto a la vulnerabilidad que ya presentan por la etapa del ciclo vital en la que se encuentran, la adolescencia, se reúnen todas las piezas de este puzzle.
Pero ¿por qué los adolescentes son tan vulnerables a los TCA?
De nuevo, son muchos los aspectos a tener en cuenta. Por una parte, los cambios propios de la pubertad, como son las modificaciones en el tamaño y la forma del cuerpo que afectan a su autoestima y se vinculan a la apariencia física. Por otra, la redefinición del lugar que ocupan en la sociedad y el interés por los estándares de éxito o belleza, que también desempeñan un importante papel.
A todo ello hay que añadir la búsqueda incansable de aprobación o de pertenencia a un grupo, al no sentirse comprendidos por los que antes eran sus referentes.
Sin duda, la adolescencia es un cambio muy significativo en todos los aspectos interpersonales, tanto a nivel fisiológico como psicológico.
La pandemia, excusa perfecta para usar más las redes sociales
En este panorama, la pandemia no solo ha afectado psicológicamente a los adolescentes sino que también les ha dejado tiempo muerto, tiempo que muchos han tratado de llenar a través del uso de Internet y las redes sociales.
Recordemos que se trata de un entorno frecuentado por colectivos que viven los TCA como un modo de vida (los llamados Pro-Ana y Pro-Mia).
Como describimos en nuestro libro Psicología de la Alimentación, estos colectivos se adaptan al momento en el que viven. Por ejemplo, en la actualidad también utilizan la red social de moda, TikTok, plataforma que desde el confinamiento por covid-19 ha multiplicado sus usuarios.
En uno de los estudios que lideramos se observó que un 68,75 % de los perfiles fueron creados a partir del confinamiento. Además, el 43,75 % tenía más de un 30 % de contenido que hacía apología de los TCA.
Continuando con el impacto de la pandemia, al realizar un análisis mediante la herramienta de Google Trends, revisando un total de 19 combinaciones de palabras relacionadas con los TCA y la apología de estos, observamos un claro incremento de búsquedas de vinculadas a los TCA (41,63 %) en comparación a los años 2019 y 2020.
Es posible que después de haber realizado este viaje sea algo más fácil comprender que los profesionales que trabajamos e investigamos en este campo supiéramos, incluso antes de disponer de datos, que la incidencia de casos con TCA crecería como la espuma.
Sin duda, todos los ingredientes han estado y siguen estando presentes, mientras esta pandemia los cocina a fuego lento. Todo ello debe servirnos de motor y aliento para seguir progresando, tanto en la ciencia como en la práctica clínica asistencial.
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