Sevilla /
17 de febrero de 2021

Guisantes y soja al horno: una receta sostenible

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca / Fundación Descubre

Un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla ha confirmado que el tratamiento térmico de proteínas extraídas de residuos de la industria alimenticia es una alternativa eficaz, más económica y sostenible en la fabricación de materiales plásticos de origen vegetal. El producto obtenido logra una mayor absorción de agua y una mejor resistencia que otros productos similares.

La sostenibilidad y la economía no siempre van de la mano. De hecho, una de las razones por las que las empresas no se suben al carro del reciclaje y el reúso es el alto coste que supone adaptar su producción, maquinaria y tecnología a una industria más amable con el medio ambiente y que siga siendo rentable.

La obtención de los nuevos bioplásticos mezcla proteínas vegetales con glicerina, las procesa mediante moldeo por inyección y las somete a una temperatura concreta dependiendo de las características que se deseen lograr.

El Instituto Nacional de Estadística muestra los datos para conocer cómo la industria va comportándose en este terreno y saber si se está cumpliendo con el marco establecido por la Comisión Europea con el objetivo de lograr una economía circular plena enfocada hacia el desarrollo de nuevos modelos de negocio, la transformación de los sistemas productivos y las formas de consumo. Además, en el Plan de España circular 2030, se da especial relevancia a las estrategias para los plásticos y las materias primas críticas.

Al objetivo de seguir creciendo en circularidad, se suma la creación de nuevos materiales más sostenibles y biodegradables o, finalmente, que no generen residuos. Así, un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla ha validado un nuevo método para la fabricación de plásticos con características mejoradas a partir de proteínas vegetales procedentes de guisantes y soja desechados por la industria alimenticia.

Los guisantes utilizados para la fabricación del bioplástico proceden de los desechados por las fábricas de conserva.

El sistema, presentado en un artículo publicado en la revista Sustainable Chemistry and Pharmacy, utiliza hornos convencionales en el proceso, por lo que no supone una alta inversión adicional en la creación de bioplásticos que podrán aplicarse en productos de higiene y de envasado de alimentos. “Este trabajo contribuye a un desarrollo sostenible de la industria del plástico, ya que hemos logrado productos mejorados, que no requieren equipos específicos para su fabricación y que utilizan una materia prima más barata, biodegradable y procedente de residuos”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Sevilla Mercedes Jiménez Rosado, autora del artículo.

Guisantes y soja plastificados

Concretamente, los guisantes utilizados para la fabricación del bioplástico proceden de los desechados por las fábricas de conserva, principalmente, por no cumplir los estándares estéticos para su venta. Con una temperatura de procesamiento de 130 º centígrados y 24 horas de tratamiento térmico logra propiedades mecánicas adecuadas, con alta resistencia y orientado a la sustitución de plásticos no sostenibles en envases alimentarios.

Por otro lado, las proteínas extraídas durante la producción de aceite de soja, logran un producto con alta capacidad de absorción de agua y resistencia por lo que proponen su uso en productos como pañales o de higiene íntima. En esta ocasión, el tratamiento térmico adecuado es el de 70 º centígrados.

Así, se podrá transformar la fabricación industrial de plásticos en bioplásticos con características mejoradas, de manera inmediata y sin coste.

Procesos tradicionales para productos innovadores

El proceso consiste en la mezcla de proteínas vegetales con glicerina, un plastificante natural usado mayoritariamente en la industria. Los bioplásticos desarrollados con proteínas se pueden procesar mediante moldeo por inyección, uno de los procedimientos más usuales en la fabricación de plásticos. Consiste en introducir el material en un molde donde toma la forma y características deseadas. Las propiedades pueden modificarse cambiando la temperatura del molde o agregando un tratamiento térmico adicional después de su inyección, aumentando así la versatilidad de estos bioplásticos.

Los resultados obtenidos demuestran que dependiendo de la temperatura a la que se somete la proteína vegetal se obtendrán unas características concretas que podrían aplicarse a distintos usos. Así, con una temperatura de 130º centígrados se mejoran las características mecánicas de las proteínas de soja, aptas para el uso en recipientes. Por otro lado, a 70º centígrados la proteína de soja logra cualidades superabsorbentes, recomendadas para usos higiénicos, como pañales. En cuanto al guisante, sus propiedades mecánicas, baja absorción de agua, bajo coste y actividad antimicrobiana los hacen altamente atractivos como envases para la industria alimentaria. Además, abre la posibilidad a numerosas combinaciones que pueden utilizarse cuando las aplicaciones requieren otras características intermedias.

Mercedes Jiménez Rosado, José Fernando Rubio Valle, Víctor Manuel Pérez Puyana y Antonio Guerrero, autores del artículo.

Los residuos de la industria alimentaria son una fuente de recursos para la obtención de subproductos. De esta manera, además de contribuir a una economía circular, se reducen los costes de producción y se obtienen nuevos artículos con mejores prestaciones, orientados a un uso específico.

Los últimos datos publicados referentes a 2016, sitúan a España en el 8,2% de circularidad, es decir, solo algo más de 8 de cada 100 kilos de residuos generados son vueltos a utilizar. La registrada para el conjunto de la UE se encuentra en el 11,7%. Aún lejos del 15% establecido como meta para 2030.

Con este trabajo se avanza para mejorar la relación del ser humano con el medio ambiente. El ciudadano recicla y reduce, los investigadores proveen nuevos materiales o métodos de fabricación económicos y más sostenibles y la industria aplica el nuevo conocimiento creado. El círculo que triangula los esfuerzos de todos en un planeta vivo y saludable para las generaciones futuras.

Más información en #CienciaDirecta: Aplican hornos convencionales para mejorar bioplásticos de soja y guisantes


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