Estudian una ciudad maya sumergida en el lago Atitlán de Guatemala
Fuente: Universidad de Cádiz
La Universidad de Cádiz ha colaborado en una misión de la UNESCO para estudiar una ciudad maya sumergida en el lago Atitlán de Guatemala. Compuesta por especialistas de México, Francia, Guatemala, España, Bélgica y Argentina, han realizado tareas de campo en el marco de un ambicioso proyecto que no solo busca la documentación de este sitio único, sino hacerlo de la mano de la comunidad y desde el respeto y socialización del conocimiento a los pueblos originarios.
La Universidad de Cádiz ha colaborado en una misión de la UNESCO para estudiar una ciudad maya sumergida en el lago Atitlán de Guatemala. Compuesta por especialistas de México, Francia, Guatemala, España, Bélgica y Argentina, han realizado tareas de campo en el marco de un ambicioso proyecto que no solo busca la documentación de este sitio único, sino hacerlo de la mano de la comunidad y desde el respeto y socialización del conocimiento a los pueblos originarios.
La UCA ha participado activamente en esta relevante iniciativa del Consejo Consultivo Científico y Técnico (STAB, por sus siglas en inglés) de la Convención UNESCO 2001 sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, de la mano del profesor del área de Arqueología del departamento de Historia, Geografía y Filosofía, Felipe Cerezo, especialista en Arqueología subacuática y coordinador del máster en Arqueología Náutica y Subacuática de la UCA. Se ha prestado apoyo principalmente en tareas de documentación GIS y creación de un modelo fotogramétrico para dar acceso virtual al sitio, fomentando su preservación dado su carácter sagrado.
La campaña, coordinada por la responsable de la Oficina Península de Yucatán de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH (México) y egresada de la Universidad de Cádiz, Helena Barba Meinecke, tiene como objetivo documentar parte del sitio mediante tecnologías virtuales y no invasivas, para promover su conservación y el respeto al carácter sagrado que tiene para las comunidades indígenas de la región.
Gracias a trabajos previos e investigaciones coordinadas por el Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, se puede afirmar que el yacimiento pertenece al periodo Preclásico Tardío (400 a.C.-250 d.C.), tratándose de un asentamiento maya que ocupó una isla – ahora sumergida – que existía dentro del lago. En los trabajos de estas semanas, como explica Felipe Cerezo: “se ha podido confirmar la monumentalidad del sitio, que cuenta con abundantes estructuras de templos, plazas, casas y estelas que, súbitamente, quedaron sumergidos a más de 15 metros de profundidad”.
Concretamente, este año se han centrado en relocalizar y georreferenciar edificaciones, estelas y estructuras, generando con ello un nuevo mapa del yacimiento. Igualmente, se han utilizado equipos geofísicos para empezar a generar una batimetría de detalle de la zona de estudio.
Asimismo, sus promotores destacan que durante las tareas de campo se promovió la transferencia de información y la formación de arqueólogos subacuáticos guatemaltecos del Ministerio de Cultura y Deportes, a quienes corresponderá retomar las exploraciones e investigaciones en el lago.
El lago de Atitlán es el resultado del cráter de un volcán que se levanta a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar. El yacimiento está localizado sobre una paleo isla, que fue un antiguo cono volcánico. Su colapso y hundimiento pudo ser producto de movimientos tectónicos y el aumento progresivo del nivel de agua de un lago del que se desconoce rebosadero.
El sitio arqueológico es conservado gracias a la vigilancia de los habitantes de Santiago Atitlán y de los pueblos cercanos al lago, además, el buceo irregular en él está prohibido por el Gobierno de Guatemala.
Al margen de los trabajos de buceo y de investigación de campo, la realización del proyecto estuvo acompañada de acciones de socialización del conocimiento, del proceso de investigación o de los descubrimientos diarios, en los que se sumó a miembros de la comunidad de Santiago Atitlán en el día a día de la misión. Los arqueólogos subacuáticos y especialistas de la UNESCO y del Ministerio de Cultura de Guatemala se reunieron periódicamente con el líder Nicolás Zapalú Toj, quien tiene el título de ‘Señor Cabecera’, y con miembros de la comunidad de Santiago Atitlán. Producto de ese diálogo, se obtuvo el permiso de las autoridades ancestrales para realizar los estudios.
En palabras de la arqueóloga Helena Barba: “el representante del Secretariado de la Convención UNESCO 2001, la UNESCO Guatemala, el Ministerio de Cultura de este país, el STAB y los especialistas invitados nos comprometimos a generar la información necesaria para lograr la puesta en valor del sitio sumergido, respetando los acuerdos con la comunidad de no recuperar ninguna pieza arqueológica, dado el carácter sagrado del lago y de los vestigios”.
La misión estuvo participada por: Ulrike Guérin, del Secretariado de la Convención UNESCO 2001; María Fernanda Castellanos, por parte de UNESCO Guatemala; Helena Barba Meinecke (coordinadora de la Misión, México) y Dolores Elkin (Argentina), miembros de la STAB; y los investigadores Christophe Delaere, Felipe Cerezo Andreo y Teddy Seguin, provenientes de Bélgica, España y Francia, respectivamente. Por parte del Ministerio de Cultura de Guatemala, han intervenido los arqueólogos: Leonel Ziesse, José Luis Ranchos, Miguel Medina, María Mercedes Acevedo y Juan Skinner.
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