El recuento diario de pasos podría no ser un indicador adecuado del estado de salud de las personas mayores
El proyecto ‘Andared’, impulsado por investigadores de la Universidad de Jaén, destaca que los pasos diarios son una métrica “limitada” para determinar el estado de salud de las personas, “por lo que es esencial complementar el estudio de los pasos diarios con el de la intensidad de la marcha para determinar adecuadamente sus efectos sobre la salud de las personas mayores”, indica el investigador responsable Pedro Ángel Latorre.
El recuento diario de pasos podría no ser un indicar adecuado para determinar el estado de salud de las personas mayores. Es el principal resultado que se desprende del estudio ‘Andared’, un proyecto de investigación financiado por la fundación CSIC y cuyo investigador principal es el catedrático de la Universidad de Jaén, Pedro Ángel Latorre Román.
En este proyecto, además de establecer los valores de referencia por edad y sexo de los pasos diarios realizados por adultos mayores españoles, “algo innovador”, también se realizaron varias intervenciones basadas en el entrenamiento de la marcha dual (marcha con estímulos cognitivos). En el primer estudio de carácter transversal, 700 personas de entre 60 y 100 años fueron monitorizadas durante una semana para analizar los pasos diarios registrados, además de realizar una serie de pruebas de condición física, estado ponderal y riesgo cardiometabólico y de análisis de variables psicosociales.
Los resultados más destacados del estudio indican que los hombres dan de promedio más pasos semanales que las mujeres 8.919,08 vs. 7.855,46 y claramente la edad tiene un efecto importante en este parámetro. En este sentido, se produce una reducción significativa con la edad, de 9.931 pasos en el grupo de edad de 60 a 68 años a 4.659 en el grupo mayor de 80 años, hecho que se manifiesta de manera dramática a partir de los 80 años, confirmando esta edad cronológica como un punto crítico del envejecimiento.
A su vez, la variabilidad de los pasos diarios también se incrementa con la edad, es decir, hay más diferencias entre los sujetos en los grupos de edad más avanzados, entre los que dan más y menos pasos, de un coeficiente de variación (CV) del 38.68% al 71.40% en los grupos de 60 a 68 años y mayores de 80 años respectivamente, lo cual lógicamente se ve influenciado por el mayor nivel de comorbilidad manifestado con la edad. El perfil semanal de pasos diarios, independientemente de la edad y el sexo es muy similar, como una especie de diente de sierra de lunes a viernes y con una reducción muy importante de los pasos el sábado y el domingo. Pero lo más destacable es que se observan correlaciones modestas o bajas entre los pasos diarios y diversos resultados de salud en todos los grupos de edad, siendo la variable intensidad de la actividad física diaria la que podría tener el mayor poder explicativo en las mejoras de los parámetros de salud.
De esta manera, se observó que tanto las personas mayores que manifestaban bajo nivel de intensidad y alto nivel de intensidad de actividad física daban similar número de pasos diarios. La muestra general de adultos mayores que cumplieron con los valores de referencia (7.100 pasos diarios) obtuvieron un mejor desempeño en calidad de vida, IMC, riesgo cardiometabólico, depresión y dolor. Sin embargo, no se encontraron diferencias relevantes de estas variables en grupos de edad específicos. “Por lo tanto, los pasos diarios son una métrica limitada para determinar el estado de salud de las personas, por lo que es esencial complementar el estudio de los pasos diarios con el de la intensidad de la marcha para determinar adecuadamente sus efectos sobre la salud de las personas mayores”, indica el investigador Pedro Ángel Latorre.
Finalmente, en el marco del proyecto ‘Andared’ se realizaron varias intervenciones de entrenamiento andando, diseñando un programa de entrenamiento manipulando los elementos de prescripción: volumen, intensidad, sobrecarga, a lo que se añadió estimulación cognitiva mediante el teléfono móvil. En solo 6 semanas de entrenamiento, 4 días a la semana, en el que se combinaba marcha rápida, lenta, con sobrecarga (llevando una mochila), en desnivel y, sobre todo, con trabajo cognitivo, se produjo una mejora significativa de diferentes parámetros de salud: mejora de la fuerza de piernas, de la capacidad cardiorrespiratoria, mejor estado ponderal, cognitivo y emocional.
“Por tanto, caminar es el recurso más sencillo, barato y universal y desde una perspectiva de salud pública, se recomienda a las personas mayores para promover su salud. Ya no será suficiente con indicar, desde el sector sanitario, que ‘usted ande’. En este proyecto hemos definido los criterios esenciales de prescripción de la marcha para la promoción de la salud de las personas adultas y mayores. El aumento del tiempo dedicado a caminar debería contribuir tanto a reducir los comportamientos sedentarios como a aumentar tanto la actividad física de intensidad ligera como la actividad física moderada e intensa, en este caso, el fin de semana, debería ser une escenario propicio para este tipo de actuaciones”, declara Pedro Ángel Latorre.
En esta investigación, llevada a cabo durante cuatro años, han participado varios investigadores de diferentes universidades de España, Julio A. Herrador Sánchez (Universidad Pablo de Olavide), Jesús Sáez (Universidad de Huelva), José Alberto Laredo (Universidad de Castilla La Mancha), o Antonio Cardona (Universidad de Zaragoza). El estudio se ha concretado en diferentes artículos científicos y en la tesis doctoral de Ana de la Casa Pérez, codirigida por el profesor de la UJA Juan A. Párraga Montilla.
Suscríbete a nuestra newsletter
y recibe el mejor contenido de i+Descubre directo a tu email