El olivar europeo captura CO2 para alcanzar los acuerdos de París sobre cambio climático
Un equipo de investigación de la Universidad de Jaén ha cuantificado la aportación de las 5,5 millones de hectáreas de olivares europeos en la eliminación de este gas efecto invernadero en el aire. Se trata de un completo estudio en el que se analizan oportunidades asociadas con el olivar y la producción de aceituna y aceite para limpiar el exceso CO2. Además, plantean prácticas de protección de sumideros naturales y aprovechamiento de subproductos que disminuyen las emisiones y aumentan su captura.
En 2016, 196 países tuvieron la gran idea de reunirse en París para firmar un acuerdo que los compromete jurídicamente a establecer medidas nacionales para contribuir a que la temperatura del planeta no sobrepase 1,5 grados centígrados en relación a los niveles preindustriales. Las rutinas de la industria y de los propios ciudadanos llevaron a que la casa común de los terrícolas pidiera ayuda y que los gobernantes se pusieran manos a la obra.
Para que el cambio propuesto en la ciudad de Eiffel fuera real se hacía necesaria una profunda transformación económica y social. Afortunadamente, ese empeño está dando sus frutos, aunque aún queda una larga senda por recorrer en la lucha por el cuidado del clima.
Uno de los hitos marcados fue la reducción al máximo de los gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera. Europa se comprometió a bajarlos un 40% para 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050. Para lograrlo, se fomentan soluciones cero emisiones, especialmente en los sectores de la energía y el transporte. Sin embargo, conocer los procesos de emisiones y los sumideros de carbono naturales promueve la puesta en marcha de nuevas estrategias que contribuyan a este objetivo mediante la eliminación del exceso de CO2 en la atmósfera.
El olivar como aliado
En esta línea, desde la Universidad de Jaén, un equipo de investigación ha realizado un completo mapa sobre la producción y eliminación del gas de la atmósfera vinculado con los olivares de España, Italia, Grecia y Portugal. En un artículo publicado en la revista Renewable and Sustainable Energy Reviews, realizan la evaluación geoespacial de los cultivos actuales y estiman su potencial de eliminación de CO2 considerando distintas actuaciones, desde buenas prácticas para su protección y la manera de laboreo, hasta el aprovechamiento de la biomasa residual asociada o el desarrollo de nuevos materiales a partir de ella.
El estudio muestra el ciclo de vida completo con el que se observa de una manera transparente dónde se producen las emisiones en la cadena de suministro y de qué forma se pueden reducir. Concluye que los olivares europeos captan una cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera similar a la emitida en España, según las cifras publicadas por el INE en 2020. Concretamente, los datos se sitúan en torno a 0,22 gigatoneladas del gas que se acumula actualmente en los olivos y 0,03 que podrían capturarse anualmente en los suelos de cultivo.
En el trabajo, los investigadores plantean cinco vías para eliminar CO2 atmosférico, dos relacionadas con el cultivo directamente y tres con el aprovechamiento de los subproductos generados. “Además de suprimir miles de millones de kilogramos de dióxido de carbono de la atmósfera cada año, se podrían elaborar productos químicos, materiales y energía renovable. Al mismo tiempo, la industria lograría una mayor rentabilidad y posicionamiento en transición ecológica”, indica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Jaén Ángel Galán, autor del artículo.
Secuestrando al carbono
La captación natural del dióxido de carbono de la atmósfera se produce gracias a los océanos, las plantas y el suelo. Cuantificar las cantidades que cada cual aporta para la reducción de este gas, uno de los responsables del aumento de temperatura en la Tierra, puede permitir la aplicación de estrategias para lograr el objetivo de que el clima mundial se mantenga estable.
Teniendo en cuenta los datos de la Unión Europea, la extensión de olivar en los países miembros se sitúa en 5.449.035 hectáreas. A partir de estos datos, el equipo de investigación ha establecido las cifras en la captura de CO2 de este cultivo, tanto por árbol como en el suelo. Con los resultados obtenidos proponen alternativas que pueden lograr que esas cantidades aumenten. Para ello, plantean soluciones de tipo natural y alternativas tecnológicas de eliminación del gas. Así, proponen:
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Aplicar prácticas agronómicas sostenibles como el mantenimiento de las cubiertas vegetales y no labrar las tierras, además de aumentar la cantidad de CO2 secuestrado, amplía la materia orgánica de los suelos, aportando mayor sostenibilidad, productividad y rentabilidad a los cultivos.
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Aprovechar de forma más eficiente la biomasa obtenida a partir de los subproductos del olivar y de la industria del aceite, como los huesos de aceituna, el orujo o los restos de poda, lo que ayudaría a ampliar estas cifras y, al mismo tiempo, generar distintos productos renovables.
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Utilizar fuentes de energía que secuestren más carbono, como el biochar, con el que el CO2 queda capturado en el biocarbón, es muy estable, tarda mucho en degradarse y puede utilizarse como enmienda orgánica en suelos agrícolas. Por tanto, no solo se recupera el gas, sino que tarda siglos en devolverse a la atmósfera.
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Convertir la biomasa en otros productos como electricidad o hidrógeno que permitan que el dióxido de carbono que se libera durante su producción pueda capturarse e inyectarse de forma permanente en la tierra en vez de liberarse al aire. Por otro lado, la fermentación de la poda, por ejemplo, puede ser una fuente de bioetanol, con el que se puede obtener combustibles sostenibles para el sector del transporte.
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Producir materiales que permitan el secuestro de CO2 por más tiempo, como elementos de construcción de madera o cemento. Así, no solo no se liberaría el dióxido a la atmósfera, sino que permanecería secuestrado durante más tiempo para estabilizar el clima.
Olivos con el pacto por el clima
La novedad del trabajo es que los investigadores han identificado varias acciones teniendo en cuenta todas las emisiones relacionadas con este cultivo, su industria asociada y sus oportunidades de explotación. De esta manera obtienen una evaluación integral del potencial del olivar en cuanto al ciclo de vida del carbono y así conseguir emisiones negativas. Es decir, se debe tener en cuenta el gas liberado en todo el proceso de la cadena de producción, incluyendo el cultivo, el transporte de la cadena de suministros, la manipulación de los subproductos y la fabricación de nuevos materiales.
A partir de esta información, se pueden identificar oportunidades y aplicar acciones prácticas que amplíen las cantidades de secuestro en la Tierra y contribuir al objetivo de neutralidad de carbono ratificado en Francia por los gobernantes de casi todo el globo terráqueo.
Y es que París siempre ha sido una buena idea, como ya dijo Audrey Hepburn en Sabrina. En 1954, apenas una década después de que acabara la Segunda Guerra Mundial, Billy Wilder, su director, quizás auguraba en la gran pantalla que la ciudad del amor sería testigo de cómo el mundo entero se ponía de acuerdo para lograr un objetivo común. Con estudios y propuestas como la de estos investigadores se logrará antes de que se cumpla el centenario de su estreno.
Audrey, tenías razón.
Más información en #CienciaDirecta: El olivar mediterráneo elimina más CO2 atmosférico que el emitido en un año por España
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