Una investigación de la Universidad de Granada estudia el impacto de la actividad física en más de 100 niños y niñas. Las conclusiones del estudio apuntan la práctica de ejercicio de forma regular y la eliminación de hábitos sedentarios de vida produce respuestas positivas en la función endocrina del tejido adiposo, en el rendimiento académico y en la función molecular del cerebro, lo que demuestra la utilidad de las intervenciones tempranas basadas en la actividad física de los niños para reducir los factores de riesgo relacionados precisamente con el sedentarismo.
La práctica del ejercicio es una de las mejores estrategias para promover el bienestar y la calidad de vida. Un estudio de la Universidad de Granada liderado por el profesor del departamento de Fisiología Javier Díaz Castro, junto a Jorge Moreno Fernández y Julio Ochoa Herrera, ha analizado la repercusión de la actividad física en escolares y adolescentes, un campo de investigación complejo debido a que suelen realizar deporte de forma impredecible, intermitente y en cortos periodos.
La investigación ha evidenciado que el ejercicio regular y la eliminación de hábitos sedentarios de vida produce respuestas positivas en la función endocrina del tejido adiposo, en el rendimiento académico y en la función molecular del cerebro, lo que demuestra la utilidad de las intervenciones tempranas basadas en la actividad física de los niños para reducir los factores de riesgo relacionados precisamente con el sedentarismo.
Los investigadores han estudiado el impacto del ejercicio en un grupo de 103 niños, divididos a su vez en dos grupos: ‘Control’ (51 niños que no realizaron actividad física adicional) y ‘Ejercicio’ (52 niños que realizaron actividad física vigorosa después de las clases escolares regulares). El grupo ‘Ejercicio’ desarrolló un protocolo de actividad física de seis meses dirigido por el docente de Educación Física durante el segundo semestre del curso académico (6 meses). Se evaluaron las medidas de composición corporal, adherencia a la dieta mediterránea, ingesta nutricional, parámetros hematológicos y bioquímicos, función endocrina del tejido adiposo y biomarcadores de función molecular cerebral en el momento de la captación y tras 6 meses de intervención. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos para edad, talla y masa ósea.
Los niveles de proteínas como la leptina, MCP-1, lipocalina-2, adipsina y PAI-1 fueron más bajos en el grupo de ‘Ejercicio’ al final del protocolo del estudio. Por el contrario, la adiponectina y la osteocrina aumentaron notablemente en el grupo de ‘Ejercicio’, lo que indica una mejora de la función endocrina del tejido adiposo. Además, se registraron aumentos en los biomarcadores del estado cerebral saludable (factor de crecimiento nervioso, factor neurotrófico derivado del cerebro e irisina) entre quienes realizaron actividad física vigorosa, lo que tiene un impacto positivo en la función cerebral y el rendimiento académico de los escolares.
Referencia bibliográfica:
Diaz-Castro J, Garcia-Vega JE, Ochoa JJ, Puche-Juarez M, Toledano JM and Moreno-Fernandez J (2021) Implementation of a Physical Activity Program Protocol in Schoolchildren: Effects on the Endocrine Adipose Tissue and Cognitive Functions. Front. Nutr. 8:761213. doi: 10.3389/fnut.2021.761213
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